La ida al baño

1933 Words
Miranda estaba atacada de los nervios al ver que su hija Katrina la estaba esperando en el mismo lugar en donde siempre se encontraba con Samuel. Ella miraba a su alrededor a ver si lo veía acercarse, ya que habían acordado verse allí para salir juntos de la universidad y así poder hablar en otra parte. — ¿Katrina pero qué haces aquí? Tú jamás has acostumbrado a aparecerte en mi lugar de trabajo sin antes avisarme. — Pero madre, parece que en vez de mi, hubieras visto a un fantasma. ¿Qué hay de malo que haya venido hasta aquí sin avisarte? ¿Acaso me estás ocultando algo que yo no sé? — Es que… lo que pasa es que yo… bueno en realidad no te esperaba, pero ¿Acaso le pasó algo a tu padre? — ¡Ya cálmate! De haber sabido que te ibas a poner así, te hubiera pedido una cita para que me anotaras en tu agenda. Todo está bien en casa, solo vine a buscar a Samuel y a ti, porque hablé con sus padres y quieren conocerte. — ¿Qué? ¿Los padres de Samuel quieren conocerme? Pero… pero.. Eso no puede ser. Es decir, yo no estoy preparada para ir a conocerlos, me has tomado por sorpresa. — ¿Es enserio? ¿Pero se puede saber por qué tienes que estar preparada para poder conocer a mis futuros suegros? ¡Es absurdo! Ni que fueran los reyes de España. — Por favor Katrina, es mejor que vayamos a hablar a otro lugar, no quiero que me vean discutiendo contigo en medio del estacionamiento. Sube al auto y vámonos de aquí. — ¡No! Claro que no, yo no voy a ir a ningún lado sin Samuel, quedamos en encontrarnos aquí donde aparcas tu auto. Miranda sintió que la sangre se le había ido a la cabeza, no podía creer que Samuel fuera capaz de haberla engañado haciéndole creer que iban a hablar, cuando en realidad había quedado en verse con su hija, y para colmo en el mismo lugar en donde siempre se encontraban. — ¿Qué has dicho? ¿También quedaste en encontrarte aquí con Samuel? — ¿Cómo está eso de que también? ¿Acaso tú te ibas a encontrar con él en este lugar? Miranda estaba tan nerviosa, que no se daba cuenta de lo que decía, trató de arreglar las cosas diciendo: — ¡Claro que no! ¿Para qué querría encontrarme con él si ya lo he visto en clase? Quise decir que no sabía que te ibas a encontrar con Samuel aquí donde también estaciono mi auto. Hasta ese momento, Katrina no se daba cuenta de lo que en realidad estaba pasando entre su madre y Samuel, ella asumió que Miranda se encontraba indispuesta porque no estaba de acuerdo que se casara tan rápido y mucho menos con un joven que tan sólo tenía un par de meses conociendo. Samuel se apareció en el lugar y al verlas a las dos, se puso demasiado nervioso, Katrina al verlo llegar, enseguida se acercó a él colgándose de su cuello y dándole un beso en la boca, que provocó la furia de Miranda. Tenía sentimientos encontrados, porque por un lado le daba impotencia el saber que estaba engañando a su hija; pero al mismo tiempo, la estaban matando los celos, especialmente cuando momentos antes Samuel la había besado en el salón de clases haciéndola sentir más deseada que nunca. No pudo aguantar semejante escena de amor entre ambos, así que de forma impulsiva exclamó con voz fuerte: — ¡Ya basta! Este no es el lugar para estarse dando demostraciones de amor, recuerden que es mi sitio de trabajo y no puedo permitir este tipo de espectáculos — Mamá por favor, pareces una vieja amargada, creo que la edad te está afectando el cerebro. — ¡Cállate Katrina! No te voy a permitir que me faltes el respeto y mucho menos delante de tu….. Bueno lo que sea. — no pudo ni siquiera pronunciar la palabra “prometido” realmente estaba llena de celos, de dolor e impotencia. Samuel jamás la había visto actuar de esa forma, se dio cuenta de que Miranda estaba llena de coraje porque se sentía celosa. Cosa que en el fondo lo hacía sentirse contento, porque mantenía una leve esperanza de que en cualquier momento pudieran estar juntos como tanto lo soñaba. — Bueno, creo que tu madre tiene razón Katrina, no has debido hablarle de esa forma. Miranda lo miró fijamente mientras le decía: — ¿Samuel, entonces ya sabías que Katrina iba a venir a la universidad? Porque de ser así, no comprendo por qué no me lo dijiste en el salón de clases. — Lo siento profesora Miranda, pero yo tampoco lo sabía, recibí el mensaje de Katrina cuando finalizó la clase. También fue una sorpresa para mi que ella estuviera aquí. Eso lo explicaba todo, porque Miranda se había imaginado que Samuel había citado a Katrina adrede, solo para decirle la verdad de lo que pasaba entre ambos. — Bueno, ya hemos hablado suficiente, es mejor que nos demos prisa, tus padre nos deben estar esperando para almorzar en tu casa, están ansiosos por conocer a mi madre. Así que no los hagamos esperar. A Miranda no le quedó otra alternativa que aceptar ir a conocer a los padres de Samuel, sentía que si no lo hacía, su hija iba a pensar que definitivamente a ella no le importaba nada de lo que pasara con su vida. Además, ella también tenía curiosidad por saber qué tipo de familia eran, ya que al fin y al cabo, su hija estaba a punto de emparentarse con ellos. Creía que tal vez al estar allí, podía encontrar algo que le diera algún motivo para que su hija desistiera definitivamente de ese compromiso. Se subieron al auto, Katrina eligió sentarse en la parte de atrás y Samuel iba en la parte de adelante junto a Miranda. Ella encendió el auto y enseguida arrancó, pero mientras conducía, no dejaba de pensar en ese beso que Samuel le había dado en el salón de clases y que de no haber aparecido su hija sorpresivamente, tal vez estuviera haciendo el amor con él en ese momento. Era un deseo mucho más fuerte que su dignidad de mujer. Jamás ningún hombre la había hecho sentir tan deseada como él. Y no conforme con eso, a pesar de ser una mujer madura y con una hija, el primero en hacerle sentir un orgasmo por primera vez, había sido Samuel. Con él experimentó lo que era realmente hacer el amor con un hombre de verdad. Mientras estaba conduciendo ya a punto de llegar a casa de los padres de Samuel, a él se le ocurrió rozar con la punta de sus dedos una de sus piernas, pero Katrina estaba concentrada en su celular y por supuesto no se dio cuenta de lo que su prometido hacía a su madre, pero además, jamás le hubiera pasado por su mente que algo así pudiera suceder. Miranda se puso tan nerviosa, que frenó el vehículo violentamente haciendo que Katrina soltara su celular mientras pegaba un grito del susto. — ¡Pero mamá! ¿Qué es lo que te pasa? Casi chocamos con el auto que tienes delante de ti. — Perdón hija, no fue mi intención, es que me pareció haber visto algo pasar y por eso frené de repente. Bueno, pero creo que ya llegamos ¿No es así Samuel? Le clavó una mirada fulminante a Samuel, sentía que él estaba jugando con fuego y ella no estaba dispuesta a participar, ya tenía suficiente con tener que mentirle a su hija. — Sí profesora Miranda, esta es mi casa. Miranda se quedó asombrada cuando vio la mansión en donde vivía Samuel. En todos los meses que tenían saliendo, solo se habían visto para tener sus encuentros sexuales, no había existido entre ellos una conversación en donde pudieran conocerse un poco más de sus cuerpos desnudos. Para Miranda fue una verdadera sorpresa enterarse de que Samuel era un joven proveniente de una familia adinerada. Sabía que una de las razones por las que se casaba con Katrina, era para poder recibir su herencia, pero jamás se imaginó que fuera multimillonario, incluso en ese momento llegó a pensar que su fortuna podía ser mucho más grande que la de su esposo Carlos. Cuando entraron a la mansión, Miranda no salía de su asombro, la casa estaba rodeada de lujos por todas partes, la decoración era realmente imponente. La casa estaba decorada con un gusto exquisito, cuidando cada detalle sin ningún desperdicio. Pero sin embargo, la sorpresa no terminaría en aquella lujosa mansión, si no cuando aparecieron los padres de Samuel, pero especialmente su madre, que al saludar a Miranda la dejó con la boca abierta de la impresión al ver que se trataba de una mujer muy atractiva y hasta un par de años menor que ella. — Hola, bienvenida, usted debe ser Miranda la madre de Katrina, pero es más bella en persona de lo que me ha contado mi hijo Samuel. Miranda le extendió su mano, sin embargo solo sonreía, no salía de su asombro, no podía creer que la madre de su joven amante, se viera mucho más joven que ella, era realmente lo peor que le había pasado desde que supo que Samuel era el prometido de su hija. Pero a diferencia de la madre de Samuel, su padre sí era un hombre bastante mayor y además se encontraba muy enfermo, es por esa razón que tenía tanta prisa de casar a su único hijo con Katrina, ya que sabía que provenía de una buena familia con valores, sin imaginarse que en realidad su hijo era el amante de su futura suegra. (…) Minutos después… — Disculpen, ¿Por favor me permiten usar su baño? Samuel enseguida se levantó de la silla y le dijo a Miranda: — Yo la acompaño, por favor venga por aquí. Ambos se fueron caminando por uno de los pasillos de la enorme casa, cuando llegaron a la puerta del baño, Samuel la abrió y empujó a Miranda cerrando después la puerta con seguro. — ¿Pero acaso te has vuelto loco? Sal de aquí que puede llegar alguien. — No pienso salirme, voy a continuar lo que dejé pendiente en el salón de clases. La empujó contra la pared, le levantó una de sus piernas mientras le subía el vestido, comenzó a besarla sin darle oportunidad a Miranda de poder soltarse; se abrió la cremallera de su pantalón y sacó su m*****o erguido, él la clavaba con todas sus fuerzas sintiendo como se agitaba su respiración y sus ganas de que no parara de moverse, tuvo que taparle la boca para que no se escucharan sus gemidos, y él continuaba cabalgando dentro de ella cada vez con más ganas, tenía toda la intención de hacerla acabar como nunca lo había hecho, para que supiera que ningún otro hombre la iba a ser sentir mujer como solo él sabía hacerlo. En medio de toda la excitación y habiendo llegado ambos al clímax, de pronto se escuchó del otro lado de la puerta la voz de Katrina llamando a su madre. — Mamá, ¿Estás allí? Miranda y Samuel se miraron a los ojos aterrados, se sintieron atrapados con las manos en la masa, no podían abrir la puerta ya que no tenían ninguna excusa que pudiera explicar qué hacían ambos encerrados dentro del baño a solas. (…)
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD