La menopausia

1213 Words
Ambos estaban nerviosos, no sabían qué hacer, mientras hacían el amor, se les había pasado el tiempo metidos en el baño y no se habían dado cuenta. Se arreglaron la ropa rápidamente, tratando de hacer el menor ruido posible. — Madre por favor ¿Estás ahí? ¿Por qué te has tardado tanto en salir? Miranda le tapó la boca a Samuel tratando de evitar que dijera algo, mientras le hizo señas de que iba a responderle a Katrina. — Sí Katrina, aquí estoy. — Abre la puerta, déjame entrar, quiero asegurarme de que te encuentres bien. — ¡No! Lo que pasa es que….. es que todavía no termino, es que de pronto me sentí un poco mal del estómago, pero tranquila ya se me va a pasar. — Madre por favor date prisa, y para colmo no encuentro a Samuel por ningún lado. — Tal vez está en su habitación, la verdad es que solo me trajo hasta el baño, pero pensé que estaba contigo en la sala. — Bueno, date prisa en salir del baño, mis suegros están preguntando por ti. Cuando Katrina se marchó de nuevo a la sala con los padres de Samuel, Miranda respiró aliviada. — ¿Te das cuenta de lo que acabamos de hacer? Esto está muy mal, no podemos seguir comportándonos como si fuéramos unos adolescentes. Esto se tiene que acabar ahora mismo. ¿Me entiendes Samuel? — Pero yo no puedo dejarte Miranda, entiéndelo, yo estoy enamorado de ti, a quien amo es a ti, el compromiso de Katrina es solo forzado por mis padres, y si no me caso con ella, mi padre me dejará sin herencia, por favor entiéndelo yo no la amo. — Si esa mujer con la que te vas a casar no fuera mi hija, la historia sería diferente, pero no puedes ponerme en una posición en la que tengo que luchar en contra de mi hija por el amor de un hombre. ¡Ya vete! — Por favor Miranda, prométeme que nos vamos a seguir viendo, que esto lo vamos a hablar detenidamente, pero por favor no me dejes, te lo suplico. — Por favor termina de salir de aquí antes de que Katrina regrese a buscarme y trata de que nadie te vea, yo ahorita los alcanzo. — Está bien Miranda, no es mi intención que esto se descubra en este momento, y mucho menos con mis padres presentes. Pero quiero que te quede bien claro, que no pienso renunciar a ti, aunque me case mañana mismo con tu hija. Samuel salió del baño percatándose de que nadie lo viera, regresó a la sala donde lo estaban esperando sus padres y Katrina. Al poco rato apareció Miranda, la madre de Samuel al verla enseguida le dijo: — Miranda, nos tenías preocupados, ¿Te sientes bien? ¿Necesitas algo? — Sí, claro, todo está bien, lo que pasa es que tuve un pequeño malestar estomacal pero ya me siento mejor. — ¡Qué bueno! Porque justo antes de que llegaras le estaba comentando a Katrina que ya mi marido y yo, elegimos la fecha de la boda. Miranda palideció en cuestión de segundos, enseguida miró a Samuel, este bajó la mirada, sabía que ella estaba sufriendo y más aún cuando acababa de hacer el amor con él. — La verdad es que me toman por sorpresa, pensé que este encuentro era solo para conocernos, pero jamás me imaginé que ya tuvieran la fecha de la boda. — Madre por favor, no veo por qué te sorprendes, te dije claramente que me iba a casar con Samuel, esta reunión solo ha sido una formalidad, además ya no soy una niña de pañales. — Eso no está en discusión, sé perfectamente que ya eres una mujer hecha y derecha, pero sin embargo, me parece que tienen muy poco tiempo conociéndose, y creo que deberían reconsiderar esperar un poco más, al menos hasta que estén seguros de lo que sienten. El padre de Samuel que se encontraba quebrantado de salud, solo observaba callado, después de su enfermedad, la que llevaba la batuta en el hogar era Ámbar, la madre de Samuel; que ante el comentario de Miranda no pudo quedarse callada, ya que ella era una de las mas interesadas en que su hijo se casara lo más pronto posible y tuviera un hijo, para que pudiera heredar toda la fortuna de su marido, ya que de esta forma él moriría en paz sabiendo que Samuel tendría su propio hogar y eso lo haría madurar y ser mucho más responsable con la fortuna que dejaría en sus manos. — Miranda, no tiene de que preocuparse, ambos son chicos provenientes de muy buenas familias, estoy segura que se van a llevar muy bien cuando se casen. Y véalo de esta forma, no va a perder a su hija, por el contrario, va a ganar un nuevo hijo. ¿No le parece? Para Miranda había sido humillante tener que soportar las palabras de Ámbar, fue como si le hubiera metido una bofetada que la hacía sentir como una suela de zapato ante Samuel. Pero sin embargo, no le quedaba otra alternativa que fingir que no pasaba nada, porque si llegaban a enterarse de la verdad, eso sería la destrucción total para ella. No era fácil tener que aceptar que su hija se casara con su amante. — Bueno, en vista de que ya han decidido la fecha de la boda sin contar conmigo, ¿Me pueden decir para cuando piensan casarse? — Como sabrás, mi marido no se encuentra muy bien de salud, así que pensamos que estaría bien hacerla en un mes, es un tiempo razonable para preparar una recepción muy íntima solo con las personas más allegadas a la familia. — Muy bien, si esa es la decisión, creo que yo no tengo nada más que hacer aquí. Miranda recogió su bolso y salió de la casa de Samuel a toda prisa, se subió a su auto y arrancó sin preocuparse por dejar a Katrina. Se sentía muy atormentada con todo lo que estaba pasando y además tenía rabia con ella misma por no poder frenar el deseo que sentía cada vez que estaba cerca de Samuel. (…) Días después… El tiempo había transcurrido y tan solo faltaban dos días para la boda, en todo ese tiempo Miranda había pedido unos días de permiso a Emiliano para evitar encontrarse con Samuel en la universidad. Estaba muy deprimida, pasaba los días encerrada en su habitación, no podía aceptar que su hija se convertiría en la esposa del hombre al que ella amaba. Además de todo el dolor que estaba sintiendo, había notado que se sentía muy débil, tenía algunos mareos y todo lo que comía lo devolvía. Así que decidió ir al médico, ya que en vista de sus cuarenta y cinco años, ya estaba propensa a entrar en la menopausia, y atribuyó que todos esos malestares, eran producto de eso. — Y bien doctor, ¿Qué es lo que tengo? Aunque me imagino que me va a decir que se trata de la menopausia, cosa que no quisiera escuchar aunque estoy consiente de mi edad. Pero está bien ya dígamelo, tengo tiempo preparándome mentalmente para asumir que ya estoy vieja.
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