Secreto de Ámbar

1613 Words
Miranda se lavó la cara con abundante agua, estaba un poco mareada y aturdida por todo lo que estaba sucediendo, al abrir la puerta del baño, pegó un brinco ya que se asustó al ver a Carlos de pie apoyado con su bastón esperándola con una expresión que la intimidaba. — ¡ Me asustaste! ¿Pero qué haces aquí? ¿Acaso me vas a vigilar a donde quiera que vaya? — Cálmate cariño, te noto un poco nerviosa. ¿Acaso tiene algo que ver con el malestar que tienes desde hace unos días? — No entiendo qué malestar te refieres, aquí lo único que me tiene enferma es verte encima de mí amenazándome. — ¿Y no me vas a decir nada sobre los mareos y las náuseas que has sentido últimamente? ¿Será que se trata de tu menopausia o milagrosamente estás embarazada? Por supuesto aquellas palabras le habían caído a Miranda como un balde de agua fría, ya que ella se había asegurado de mantener bien oculto lo de su embarazo. No entendía cómo era posible que Carlos se hubiera dado cuenta si prácticamente en todo este tiempo no tenía ningún tipo de contacto con él si no hasta ese momento. — ¿De dónde sacaste eso tan absurdo? — ¿Tan absurdo? A mí no me parece tan absurdo, es más, a mí lo único que me parece descabellado es que mantengas relaciones sexuales con el esposo de nuestra hija. — ¡Cállate Carlos! No se te ocurra armar un escándalo y decirle a Katrina la verdad, y mucho menos en este momento tan doloroso para la familia de Samuel. — Entonces dime Qué es lo que está pasando contigo? ¿Estás embarazada de Samuel? Aunque Miranda pretendía seguir negando lo de su embarazo, su nerviosismo era demasiado obvio y Carlos parecía un verdadero sabueso que podía percibir el miedo que ella sentía. — ¿Por qué te quedas callada? Un embarazo no se puede tapar con un dedo y tarde o temprano la panza se te va a notar, si es que es eso lo que estás tratando de ocultar, no te queda otra alternativa que decírmelo antes de que sea yo mismo el que lo averigüe. Y sabes perfectamente que puedo hacerlo. Bajó la mirada y una lágrima corrió por su rostro, no tenía el valor de decirle frente a frente la verdad, sin embargo su silencio era demasiado obvio cosa que enfureció aún más a Carlos. — Entonces es verdad lo que me he estado imaginando durante todo este tiempo, vas a tener un bastardo de ese bueno para nada que está engañando a mi hija. Miranda rompían llanto y al mismo tiempo le decía entre sollozos suplicándole: — Por favor Carlos te lo suplico no le digas nada a Katrina, reconozco que fue un error, estoy consciente de que es aberrante y que no tengo perdón, pero te lo suplico no le digas nada a nuestra hija. — ¿Y ese bueno para nada ya lo sabe? — Sí, no se lo quería decir porque realmente no estoy segura de tener este hijo, pero en una discusión que tuvimos sin querer se me salió de las manos y se lo dije. — Muy bien, vas a tener a ese hijo. Miranda alzó la mirada y puso una expresión de asombro y al mismo tiempo no entendía lo que pretendía Carlos prácticamente ordenándole que tuviera a ese bebé. — ¿Qué estás diciendo? ¿Por qué me has dicho esto? ¿Qué es lo que piensas hacer? — A partir de ahora tú y yo seremos el matrimonio perfecto, todo el que nos conoce creerá que después de mi recuperación nos reconciliamos y de forma inesperada saliste embarazada. Para todo el mundo ese hijo será mío. ¿Estás entendiendo Miranda? — ¿Pero acaso te has vuelto loco? ¿Cómo pretendes que voy a fingir que este hijo es tuyo? ¡Eso es una locura! Créeme que estoy dudando de tu capacidad mental, definitivamente no es coherente lo que pretendes hacer. — ¡Claro que es coherente! Y tú y yo lo vamos a hacer ver coherente, porque vas a ser mi mujer Miranda, vas a estar conmigo como debiste haberlo hecho siempre. De lo contrario sabes perfectamente que te puedo enviar a la cárcel por intento de asesinato. Tú eliges que prefieres, sí criar a tu hijo libre conmigo a tu lado, o si por el contrario prefieres tenerlo en la cárcel y que el mundo se entere de que ese hijo es del esposo de Katrina. ¿Te imaginas cómo te va a aborrecer nuestra hija? Llegarás totalmente destruida ante toda la sociedad. — Pero.. pero.. es que estoy segura de que Samuel no lo va a aceptar, él estaba dispuesto a contarle toda la verdad a Katrina y si llega a saber que tú te vas a hacer cargo de este hijo, estoy segura que se va a oponer, es demasiado impulsivo. — Es muy fácil Miranda, le dirás que si no lo acepta yo te puedo enviar a la cárcel, entonces allí probarás si realmente te quiere como te lo ha hecho creer en todo este tiempo. Y le vas a recalcar que no se le ocurra decirle a nuestra hija la verdad, porque de lo contrario de igual forma vas a ser tú la que pague las consecuencias de todo. Ahora límpiate esas lágrimas y trata de disimular, nos vamos a casa. — ¿Pero y no vamos a asistir a los servicios funerales? — Por supuesto que sí, allí estaremos dentro de un rato como un matrimonio unido y feliz, dando todo el apoyo y el respeto a esa familia. ¿Entendiste amorcito? (…) Dos días después. — La lectura del testamento será mañana hijo. — ¿Mañana? ¿Pero es muy pronto no te parece? — Eso fue lo que dispuso tu padre cuando llegara a fallecer, quería que tú recibieras la herencia inmediatamente. A mí me parece que es perfecto. — ¿Madre te encuentras bien? — ¿Sí, por qué lo preguntas? — Porque desde el funeral de papá te noto extraña, ni siquiera te he visto llorar. — Creo que tu padre no le gustaría vernos sufrir, además pienso que a pesar de todo, el pobre descansó de esa horrible enfermedad. ¿No lo crees? — Sí, claro. Lo que pasa es que me hubiera gustado al menos poder despedirme de él y pedirle perdón. — ¿Pedirle perdón? ¿Y por qué tendrías que pedirle perdón? Ni que hubieras tenido la culpa de su ataque al corazón. Eso fue algo que sucedió espontáneamente a consecuencia de su enfermedad, así que no deberías atormentarte pensando en eso hijo. — Es que hay cosas que necesitaba hablar con él y no pensé que iba a morir tan pronto. — Bueno hijo, es mejor que tratemos de seguir adelante, y por cierto, Katrina tiene que estar presente en la lectura del testamento, recuerda que una de las cláusulas que había agregado tu padre era el que estuvieras casado para poder ser el heredero de todo. — Sí mamá, está bien así será, voy a subir a mi habitación y hablaré con Katrina de una vez. Samuel iba a subir las escaleras pero de pronto se detuvo y le preguntó a su madre algo que lo tenía un poco intrigado: — Mamá, hay algo que no logro entender, el doctor habló conmigo al momento del fallecimiento de papá y me dijo que las causas del infarto habían sido principalmente a consecuencia de un medicamento o sustancia que habían encontrado en su cuerpo. E insistió en que debía hacérsele una autopsia para saber exactamente que había pasado, pero me dijo que tú te habías negado a dar la orden. — Sí, claro ya recuerdo. Es que he estado tan atormentada con la muerte de tu padre que se me había olvidado comentarte. Pero sí es verdad, me opuse a que le realizaran una autopsia, no iba a exponer el cuerpo de tu padre a que lo abrieran como si fuera una carnicería, es más que obvio que su muerte fue a consecuencia de su enfermedad y su corazón ya estaba débil con tantos medicamentos. No vi necesario el tener que hacer más dolorosa su partida. — Okay, entiendo. Voy a subir a mi habitación. Samuel pensó que tal vez su madre tenía razón en no hacer más dolorosa su partida haciendo la autopsia, sin embargo, en el fondo seguía atormentado porque creía que su muerte había sido por culpa de él cuando lo descubrió haciendo el amor con Miranda en la habitación de huéspedes. Ámbar actuaba de una forma muy extraña y al mismo tiempo se veía muy fría y ajena a la muerte de su esposo Gustavo. En el fondo estaba ocultando algo que si llegaba a descubrirse podía meterse en graves problemas. Se sirvió un trago y luego mirando a través de la ventana pensó: “Por fin se acabó esta pesadilla, valió la pena el estar aguantando tus achaques y tu enfermedad durante años. Pero tenía que darte un empujoncito para que te terminaras de ir y así descansaras, creo que hice bien hasta siento que te hice un favor mandándote al otro mundo y ahorrando tu dolor. Solo espero que hayas dejado toda la herencia a mi hijo, que en el fondo no es tuyo, pero estabas tan enamorado de mí cuando nos conocimos, y como yo era mucho más joven que tú, aceptaste darle tu apellido. Mañana será el gran día en el que por fin mi hijo va a heredar toda tu fortuna. “ (…)
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