Los bajos instintos de Miranda

1670 Words
Había sido un día realmente agotador, Miranda había ido a los servicios funerarios acompañada de Carlos como él se lo había impuesto. Fue un largo día en el que tuvieron que soportar tanto Samuel como ella, el tener que disimular ante todo los que se encontraban allí presentes que no pasaba nada y que solo los acompañaba el dolor por la pérdida de Gustavo. Pero principalmente para Miranda había sido realmente estresante ya que Samuel aún no estaba enterado de que Carlos sabía lo de su relación y además lo del embarazo. Había llegado la noche y Miranda y Carlos estaban de regreso en la mansión, Sandra estaba como un manojo de nervios esperándolos a ambos ya que desde que él había tomado las riendas de su vida nuevamente, había prescindido de su ayuda. — ¡Por fin llegaron! Me tenían preocupada. — dijo Sandra mirando fijamente a Carlos, sin embargo, Miranda que aún no estaba enterada de quién era realmente ella en la vida de Carlos, se extrañó y le contestó algo molesta: — ¿Y se puede saber cuál es la angustia Sandra si sabías perfectamente que estábamos en el funeral de el padre de Samuel? — Estaba preocupada por el Señor Carlos, por más que sea el apenas acaba de recuperarse de sus piernas y no es conveniente que esté saliendo tan seguido de casa. Pues la verdad es que yo no veo ningún peligro, al contrario, si supieras que está demasiado bien en todos los aspectos ¿No es así maridito? —le dijo a Carlos tratandolo de la misma forma sarcástica como él la había tratado a ella delante de todos en la fueraria. Luego sin esperar a que este le contestara, dio la media vuelta y subió las escaleras a toda prisa mientras dejaba a Carlos y a Sandra a solas, no soportaba la presencia de este ni un solo minuto más. Al percatarse de que ya Miranda se había alejado lo suficiente, Sandra miró a Carlos y lo agarró por el cuello de la camisa con todas sus fuerzas y llena de mucha rabia mientras le decía: — ¿Se puede saber a qué estás jugando Carlos? Esto no puede continuar así, esa mujer me humilla cada vez que le da la gana y tú te quedas callado como si nada. Recuerda que estás completamente recuperado gracias a mí y a todos los cuidados que te di durante todos estos años. Mucho cuidadito con traicionarme porque no vas a vivir para contarlo. — ¡Ya basta Sandra! No me amenaces porque sabes perfectamente que eso no va conmigo. Sé perfectamente todo lo que has hecho por mí y pienso retribuírtelo muy bien dándote una suma lo suficientemente grande para que puedas continuar viviendo tranquilamente. — ¿Una suma de dinero? ¿Y no has pensado en nuestra hija? ¿Acaso se te olvida que tienes una hija conmigo que es prácticamente de la edad de Kasandra? Tú no puedes pagarme como si yo fuera una empleada, eso se lo hicimos creer a Miranda para que me dejara entrar a esta casa y así poder cuidarte. Pero las cosas tú no las vas a arreglar dándome una suma de dinero mientras te lavas las manos como si nada hubiera pasado entre nosotros. — ¡Cállate Sandra! No vuelvas a repetir lo de nuestra hija, sé perfectamente que tenemos una hija juntos pero sabes muy bien cuáles fueron las condiciones desde un principio para que tuvieras a esa hija, que ibas a permanecer callada y nunca ibas a decirle a nadie que esa niña existía. — Sí, sé perfectamente cuál fue nuestro acuerdo, pero esa niña como tú la llamas ya creció y es un año menor que Kasandra y sabe perfectamente que tú eres su padre. Ella no se merece que todo lo quieras arreglar con una suma de dinero como si fuéramos un objeto. Ella al igual que tu hija Kasandra tiene derecho a una parte de tu fortuna. — Te pido por favor que te calmes y que hablemos de esto en otro momento, he tenido un día demasiado difícil y no quiero terminar explotando contigo. — ¿Y qué vas a hacer conmigo? Porque Miranda ya no me quiere aquí, tú te has recuperado y yo sencillamente ya no tengo una excusa para seguir desempeñándome como tu enfermera. — Por ahora quédate tranquila y déjame pensar lo que voy a hacer, voy a subir a la habitación porque estoy demasiado agotado ha sido un día muy estresante para todos y quiero descansar. Mañana será otro día. — ¿Vas a subir a la habitación? ¡Perdón! Pero no comprendo, hasta donde yo sé tu habitación está en la parte de abajo de la casa. Carlos suspiró y miró al techo tratando de pensar cómo le iba a decir a Sandra lo que había decidido, sabía que eso la iba a poner peor de lo que ya se encontraba. — Sandra…a partir de hoy voy a dormir en la misma habitación de Miranda, espero puedas entender que….. — ¿Qué has dicho? ¡No, eso no puede ser! ¿Cómo es eso de que vas a dormir con esa víbora después de todo lo que sabes de ella? ¿Qué significa esto Carlos me puedes explicar? — Significa que es parte de mi venganza hacia Miranda y sé que aunque no lo entiendas en este momento, más adelante comprenderás el por qué lo hago. — ¡Pero eso no puedes hacérmelo! Sabes que yo te amo y que te cuidé y me dediqué a ti en todos estos años para que estuvieras sano para mí. Y ahora vas a dormir junto a esa mujer. ¡Eres un degenerado! Sandra en medio de su desesperación se le encimó a Carlos tratando de darle una bofetada, sin embargo, este a pesar de que aún se estaba recuperando tenía los reflejos muy activos y enseguida la agarró por la muñeca intentando detenerla mientras le decía: — No se te ocurra ponerme un dedo encima Sandra, no lo hagas, porque te juro que si te atreves a hacerlo vas a perder todo lo que te he ofrecido hasta los momentos. Así que te conviene mantenerte tranquilita y sin intentar darte las de lista. Me voy a dormir con mi esposa y punto, si no te gusta sabes perfectamente lo que tienes que hacer. Carlos subió al elevador dejando a Sandra totalmente destruida emocionalmente, todo lo que ella había planificado durante los últimos años él se había encargado de destruirlo. Sandra apretó los puños con toda sus fuerzas y pensó en voz alta mientras veía subir a Carlos en el elevador: “No te vas a salir con la tuya Carlos, de esta casa no me voy a ir hasta que me des mi lugar de señora y le des lo que le corresponde a tu hija.” (…) Mientras tanto en la habitación principal…. Miranda se encontraba dándose un baño en el jacuzzi tratando de relajarse y así poder pensar fríamente cómo iba a salirse del problema en el que se encontraba metida. Tenía los ojos cerrados, estaba escuchando una música suave y había colocado algunas velas aromáticas alrededor del jacuzzi. En ese momento vinieron a su mente todos los recuerdos de las veces que estuvo con Samuel íntimamente, lo deseaba a pesar de todo lo que estaba sucediendo. El deseo que sentía era tan fuerte que la hacía tener pensamientos lujuriosos en donde se imaginaba el volver a estar con él. Ella luchaba en contra de ese sentimiento porque sabía perfectamente que ahora era el esposo de su hija, sin embargo, lo que sentía era mucho más fuerte que su propia dignidad y en ese momento solo quería dejarse llevar por esos bajos instintos que tenía en su mente en donde nadie más podía entrar. Comenzó a acariciar todo su cuerpo húmedo dentro del jacuzzi, imaginando que eran las caricias que le daba Samuel, fue un momento tan profundo en el que se dejó llevar por su imaginación que comenzó a tocarse y a gemir mientras imaginaba que era él quién la penetraba. Carlos había entrado a la habitación y se dio cuenta de que Miranda se encontraba en el baño, así que se acercó y abrió la puerta lentamente sin hacer ruido, como Miranda tenía puesta la música y estaba extasiada en sus pensamientos imaginándose a Samuel, no se dio cuenta de que Carlos la estaba mirando. Él se quedó observándola sin hacer el menor ruido, aún la deseaba y quería volver a estar con ella, era una mujer muy sensual y siempre había estado enamorado de ella desde un principio, solo que antes de sufrir el accidente, siempre había sido un hombre mujeriego y no podía estar sin probar nuevas aventuras; fue por esa razón que no había funcionado su matrimonio, además de los maltratos tanto físicos como psicológicos a los que la sometía muchas veces en presencia de su hija. Sin embargo, Miranda era una mujer muy especial para él, la admiraba mucho por su fina educación e inteligencia. Se sentía muy orgulloso de que fuera su esposa, pero lamentablemente siempre la había mostrado ante los demás como un trofeo y nunca respetó que era primero que nada una mujer que también tenía sentimientos. La miraba con deseo, pero al mismo tiempo pensó: “Está imaginándose que está con Samuel, eso va a ser por muy poco tiempo porque voy a hacer todo lo posible porque eso se termine. Vas a volver a ser mía Miranda eso te lo juro. Voy a hacer que borres de tu mente a ese bueno para nada.” Carlos estaba tan emocionado y extasiado observando a Miranda mientras esta se acariciaba suavemente todo su cuerpo, que sin darse cuenta se le cayó el bastón cosa que produjo que ella se exaltara y volteara hacia la puerta sintiéndose avergonzada al ver que Carlos la había descubierto tocándose sus partes intimas. — ¿Pero qué haces aquí? (…)
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD