A pocas horas de la boda

1656 Words
Había llegado el día de la boda de Katrina y Samuel, Miranda aun guardaba el secreto sobre su embarazo. Tenía miedo de contarle la verdad a Samuel, porque no sabía de lo que era capaz de hacer, y no se podía arriesgar a causarle un dolor tan grande a su hija que destruyera lo que para ella era el día más importante de su vida. — Madre pero aun no te has vestido, falta muy poco para la boda, mi suegra me pidió que estuviéramos una hora antes en su casa. También necesito que me ayudes a ponerme el vestido. ¿Pero se puede saber qué te está pasando? Te estoy hablando y estás en otro mundo. — Sí, ya te escuché Katrina, pero no me siento bien, tengo una fuerte jaqueca y tengo muchas náuseas, — Sí no fueras una vieja, pensaría que estás embarazada, jejejee pero a tu edad, eso es imposible, estoy segura que debe ser la menopausia. — ¡Ya basta Katrina! No te voy a permitir que me faltes el respeto de esa forma, además soy todavía una mujer joven a pesar de lo que pienses. — Bueno, solo estaba bromeando, no fue mi intención ofenderte, además hoy es el día más feliz de mi vida, por lo tanto no quiero que nada ni nadie lo empañen. Anda madre levántate y comienza a vestirte, que mientras tanto yo, le pediré a Sandra que me ayude con mi vestido, porque ya ayudó a vestir a papá. — ¿Cómo has dicho? ¿Tu piensas llevar a tu padre a la boda en el estado qué se encuentra? ¿Pero acaso te has vuelto loca? Katrina la miró sintiéndose muy ofendida con su comentario, ya que para ella era muy importante que su padre estuviera presente en su boda a pesar de que no podía entregarla a Samuel. Pero Miranda no soportaba la sola presencia de Carlos, a tal punto que solo lo veía cuando era estrictamente necesario, es por esa razón que había contratado a Sandra para que se encargara de él, sin embargo, no se imaginaba que ella había sido su amante durante muchos años. — Solo quiero que mi padre esté presente en este momento tan importante para mi, eso es todo, al menos por hoy te pido que finjas que nada ha pasado entre ustedes, además ¿En que te puede afectar si mi padre ni siquiera puede moverse de su silla? — Mira Katrina, la verdad es que no quiero discutir, yo también me siento cansada de tantos problemas, y ya tengo suficiente con lo que me está pasando. — ¿Y se puede saber qué es lo que te pasa? ¡Ah ya se! Estás molesta porque no puedes llevar a tu amante a mi boda, ¿No es verdad? — ¡Cállate Katrina, nunca te pasaría por la mente lo que en verdad me está sucediendo así que por tu bien, déjame tranquila. — Sí, tienes razón, no sé quien es ese hombre con el que tienes una relación, pero lo único que se, es que papá no se merece que tengas un amante después de que por tu culpa se encuentra en una silla de ruedas. Katrina salió de la habitación y cerró la puerta de un portazo, Miranda apretó los ojos y una lágrima corrió por su mejilla, rápidamente se levantó y se metió al baño para darse una ducha, no le quedaba otra alternativa que prepararse para estar presente en la boda de su hija y seguir fingiendo que nada sucedía entre ella y Samuel. Faltaban pocas horas para la boda, Katrina se estaba poniendo el vestido, pero no le quedó otra alternativa que pedir ayuda a Sandra, que muy gustosa aceptó, como amaba tanto a Carlos, también le tenía gran estima a Katrina, además de darle mucho pesar por la forma que la trataba su madre a la cual odiaba con toda su alma. Miranda estaba en su habitación, había salido del baño, pero para su sorpresa se encontró al mismo Samuel en persona dentro de la habitación. Ella enseguida se tapó con la toalla, mientras le decía asustada: —¿Pero se puede saber qué haces aquí y por dónde entraste? ¿Acaso te has vuelto loco? — Sí, estoy loco por ti, ya te lo he dicho un montón de veces, tú eres la mujer de la que estoy enamorado y no voy a renunciar a ti. — Dime ¿Cómo entraste? ¿Quién te abrió? ¿Alguien sabe que estás aquí. — Abrí con la llave que me dio Katrina, ahora que vamos a ser familia, me dijo que ya era hora de que yo tuviera una llave de la casa, así que la llamé y me aseguré de que estuviera en su habitación, abrí la puerta y entré, te juro que me aseguré de que nadie me viera. — Esto se está saliendo de control, no podemos continuar con esto, además deberías estar en tu casa arreglándote, la boda es dentro de unas horas. Miranda cerró la puerta de la habitación a toda prisa, sin embargo estaba tan nerviosa que olvidó pasarle el seguro, solo quería hacer lo posible para que Samuel se fuera de allí antes de que Katrina o alguien de la servidumbre pudieran entrar. Samuel se acercó a ella tomándola por la cintura, era inevitable para Miranda no sentir debilidad cada vez que él la tocaba. — Por favor Samuel suéltame, tienes que salir de aquí inmediatamente, hoy te casas con mi hija, no es justo que le sigamos haciendo esto, ella no se lo merece. — No puedo imaginar vivir sin ti, no sentir este cuerpo desnudo que me excita y me vuelve loco, y sé que tú tampoco quieres dejar de sentirme dentro de ti. Le arrancó la toalla de un solo jalón, la tumbó en la cama y se abrió la cremallera mientras se quitaba el pantalón, se lanzó encima de Miranda, devorándola a besos. No dejaba que Miranda pudiera zafarse de él, mientras más intentaba quitárselo de encima, más fuerte la besaba, hasta que ella lo abrazó por su espalda dejándose llevar nuevamente por ese deseo prohibido que sentía por su futuro yerno. — Te voy a besar toda hasta hacerte gemir de deseo, voy a bajar lentamente a tu paraíso y allí me voy a quedar saboreando el jugo de tu clímax. Quiero que me acabes en la boca y que no se te olvide nunca quien te hace sentir mujer de verdad. — Sí, hazlo mi amor, bésame toda, hazme acabar. Quiero sentirte dentro de mi aunque sea una vez más. Samuel la penetró con todas sus ganas, mientras Miranda gemía y movía su cuerpo al mismo ritmo que él lo hacía, hasta que él no pudo aguantar acabar dentro de ella, haciéndola sentir la humedad dentro de sus entrañas. Sin embargo lo que había sido un momento de locura y lujuria para ambos, a tan poco tiempo del matrimonio, de pronto se tornó una pesadilla cuando sintieron la presencia de alguien detrás de la puerta, pero cuando Miranda se levantó a toda prisa de la cama para revisar de quien se trataba, cuando abrió la puerta, no encontró a nadie, ya que la persona que había estado allí, había salido corriendo mucho antes de que ella pudiera verla. — Estoy segura que sentí a alguien detrás de la puerta, ¿Te das cuenta qué pasaría si llegaron a vernos? — Tranquila cariño, solo son ideas tuyas porque estás demasiado nerviosa. — Esto no puede seguir pasando Samuel, hoy te casas con mi hija y acabamos de hacer el amor. Soy un moustro como madre. — Miranda, no te pongas así, yo también me siento mal, pero éste matrimonio es necesario para mi, se que suena horrible, pero yo necesito casarme con Kasandra para que mi padre me deje su herencia. — Ya vete Samuel, por favor termina de irte antes de que mi hija se de cuenta de que estas aquí. — Está bien, no te preocupes me iré de la misma forma que entré, sin que nadie se de cuenta. Cuando Samuel estaba a punto de salir de la habitación, Miranda sintió la necesidad de preguntarle algo que hace tiempo quería saber y no se atrevía. — ¡Samuel espera! — ¿Qué pasa? — ¿Haz hecho el amor con mi hija? Samuel la miró con ternura mientras se acercó de nuevo a ella, y mirándola a los ojos le dijo: — Sinceramente…. No, no he tocado a Katrina. Lo nuestro ha sido demasiado pronto, y solo nos comprometimos, pero jamás le hecho el amor. Miranda sintió una sensación de alivio a pesar de saber que tarde o temprano eso iba a pasar entre ambos, y ya había llegado el día de la boda y era lógico que tuvieran su primera noche juntos. — Gracias por decírmelo, pero hoy será la última vez que haces el amor conmigo, a partir de ahora Katrina será tu esposa, y lo nuestro tiene que terminar aquí en estas cuatro paredes que han sido testigo de esta última vez. Samuel salió de la habitación sin decir una sola palabra, bajó las escaleras a toda prisa y antes de salir de la casa miró a su alrededor percatándose de que no hubiera alguien cerca, abrió la puerta y se fue rumbo a su casa para prepararse para la boda. Sin embargo, a pesar de creer que nadie lo había visto salir de la habitación de Miranda, sí había alguien detrás de la puerta como ella lo sospechaba, y esa persona se quedó observando como Samuel salía de la casa como un vulgar ladrón. “Lo veo y no lo puedo creer, Miranda eres una zorra, eres la amate del prometido de tu hija” Dijo Sandra mientras observaba a través de la ventana como se marchaba Samuel a toda prisa. (…)
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