Al descubierto

1754 Words
Miranda ya estaba lista para asistir a la boda de su hija, a pesar de todo el dolor que sentía al saber que ya no iba a volver a estar más con Samuel y el tener que ocultarle que esperaba un hijo de él, no se podía negar que se veía realmente hermosa. A pesar de ser una mujer madura en edad aún se conservaba muy joven y no cabía la menor duda de que no aparentaba la edad que realmente tenía. En cierto modo esa era la razón por la cual Samuel se había enamorado perdidamente de ella. Se vistió con un traje muy elegante que le hacía resaltar su figura, sin embargo, al mirarse al espejo notó que su vientre se veía algo abultado a pesar de que no se notaba todavía su embarazo. Ella últimamente había notado algunos cambios en su cuerpo, pero todo lo atribuyó al desorden que tenía en su alimentación y a la posible menopausia. Y fue por esa razón que al principio había creído que se trataba solo de unos kilos de más, sin embargo el médico se encargó de corroborarle lo de su embarazo, cosa que aún no podía terminar de asimilar. Miranda se miraba en el espejo mientras acariciaba su vientre, a pesar de no estar segura de querer tener a ese hijo en vista de las condiciones en las que había sido concebido, pensaba en el amor que sentía hacia Samuel, sin darse cuenta por fin admitía que estaba completamente enamorada de él. De pronto sintió que alguien llamó a su puerta, lo que la hizo salir rápidamente de sus pensamientos. — ¿Quién es? — Señora Miranda, soy Sandra. Miranda no soportaba la presencia de Sandra en su casa, no porque le hubiera hecho algo malo, ya que al fin y al cabo solo era la enfermera de su marido, sino que veía algo en ella que no terminaba de gustarle y que además para su gusto, los cuidados hacia su esposo iban mucho más allá de una relación enfermera paciente. De no estar tan segura de que Carlos estaba completamente incapacitado, hubiera pensado que tal vez entre ellos hubiera podido existir algo más. — ¿Qué quieres Sandra? — ¿Señora puedo pasar? Miranda hizo un gesto con los ojos mientras miraba hacia el techo poniendo una expresión de desagrado, se dirigió hacia la puerta la cual estaba esta vez cerrada con seguro, y le abrió. Sandra al ver a Miranda tan elegante y aunque le costara aceptarlo muy hermosa, no pudo evitar echarle una mirada de arriba a abajo mientras con una sonrisa fingida se dirigió a ella diciéndole: — Caramba, se ve usted muy bien. — Gracias Sandra, pero me imagino que no has venido hasta mi habitación para decirme lo bien que me veo. ¿Qué es lo que pasa? Sandra tratando de disimular su disgusto y especialmente el desagrado que sentía hacia Miranda por obvias razones, le dijo tratando de forzar una sonrisa: — Vine a decirle que ya la señorita Katrina está lista y solo estamos esperando por usted. — ¿Cómo es eso de que estamos? ¿Acaso tú piensas ir también a la boda de mi hija? — Disculpe señora Miranda, sé que no he sido invitada, pero en vista de que la señorita Katrina decidió que su padre estuviera presente en la boda, yo como su enfermera debo acompañarle. ¿O acaso usted se va a hacer cargo de él? — ¡Por supuesto que no! Solo que no recordaba que Carlos iba a ir a la boda, aunque sinceramente no entiendo qué papel va a desempeñar allí, cuando ni siquiera puede hablar ni moverse. Pero en fin, no pienso arruinarle este día a mi hija y si ella decidió que quiere que su padre esté presente, pues muy bien que sea ella la que lo aguante. — No es necesario que la señorita Katrina tenga que estar pendiente de su padre en un día tan importante como este. Creo que su atención debería estar más bien en su futuro esposo, la verdad es que hacen una pareja muy hermosa y él se ve que está muy enamorado de ella. ¿No le parece señora Miranda? — Creo que eso no te compete, recuerda que tú estás aquí para atender única y exclusivamente a mi marido, que no se te olvide. ¿Algo más que quieras decirme? — No, nada más que decir. Bueno con su permiso la esperamos abajo. Sandra dio la media vuelta para marcharse, sin embargo, antes de avanzar unos pasos más se detuvo mientras volteó a ver a Miranda y le dijo para sorpresa de ella: — ¡Ah! Recordé que tenía que decirle algo más. — ¿Se puede saber que se te olvidó decirme? — Es que hace una hora aproximadamente cuando estaba ayudando a la señorita Katrina con su vestido de novia, me dio la impresión de ver salir de su habitación al joven Samuel. Para Miranda fue una verdadera sorpresa que la hizo estremecer y no pudo evitar palidecer de la impresión, ya que en ese momento corroboró que sus sospechas habían sido ciertas cuando escuchó a alguien detrás de la puerta justo en el momento cuando ella hacía el amor con Samuel. — ¿Qué le pasa señora Miranda? Se ha puesto usted muy pálida, ¿Se siente usted bien? Miranda se llevó la mano a la cabeza tratando de secarse el sudor de su frente ya que inesperadamente estaba sudando frío y sentía las orejas muy calientes, era la presión que le estaba subiendo de repente en vista del inesperado comentario por parte de Sandra. Sandra alarmada al ver que Miranda estaba a punto de desmayarse, la tomó por la cintura y la ayudó a caminar hasta su cama para que pudiera sentarse, no cabía duda que su comentario le había causado un estrago muy grande al punto del colapso. — Señora Miranda por favor siéntese aquí sobre la cama no vaya a ser que caiga tendida al piso, no entiendo por qué se ha puesto así tan mal. ¿Acaso dije algo malo? — preguntó con sarcasmo sin que Miranda se diera cuenta de que lo hacía con toda la mala intención. — No pasa nada, ya estoy bien, solo fue un pequeño mareo. — Tenga, tome un poco de agua, estoy segura que eso le hará bien. Miranda tomó un sorbo de agua y luego respiró profundo tratando de controlar el estado de nervios que le había causado Sandra con su comentario. — ¿Ya se encuentra bien? — Sí, gracias ya estoy bien. ¿De donde sacaste que viste a Samuel salir de mi habitación? — Yo misma lo vi salir de su habitación y bajar corriendo las escaleras como si estuviera temeroso de que alguien lo viera. No sé, pero me pareció muy extraño porque al principio pensé que había venido a ver a la señorita Katrina, sin embargo, yo acababa de dejarla en su habitación así que no era ella a quien venía a ver. Miranda no sabía cuáles eran las intenciones reales de Sandra con ese comentario, sin embargo, ella debía ser muy cuidadosa con lo que pudiera decir, ya que no había evidencia de que estuviera enterada de lo que estaba pasando entre Samuel y ella. Así que trató de responderle de la forma más natural posible inventando por supuesto una excusa perfecta que encajara muy bien y que fuera creíble para justificar la presencia de Samuel en su casa. — Bien, ya veo que descubriste que Samuel estuvo aquí, pero hay una razón de peso por la cual eso sucedió y es por eso que te pido completa discreción, especialmente con mi hija Katrina la cual no debe enterarse nunca de que Samuel estuvo hoy en esta casa. — No tiene que pedirme discreción señora Miranda, soy incapaz de hacer un comentario inapropiado, solo le dije lo que había visto por qué me extrañó mucho la forma tan misteriosa como actuó el joven Samuel. — Samuel vino a verme porque le tiene un regalo de bodas a mi hija, y como es una sorpresa no quiere que ella se entere hasta tanto él no se la dé. — ¡Ah! Entonces se trata de una sorpresa. Qué considerado el joven Samuel, eso corrobora lo que le dije hace un momento de que definitivamente está muy enamorado de la señorita Katrina. Espero que la sorpresa se trate de algo que la haga muy feliz. Y debe ser algo muy grande de luego se atrevió a venir a verla a usted a pocas horas de su boda. — Bueno Sandra, ya me siento bien y como comprenderás no pienso decirte cuál es el regalo que le tiene mi yerno a mi hija, porque entonces dejaría de ser sorpresa. Ve a la sala y dile a Katrina que en cinco minutos estoy con ella, voy a retocarme el maquillaje. — Claro señora Miranda, con todo gusto así lo haré. Con su permiso. Sandra dio la espalda a Miranda, llevaba una sonrisa malévola sintiendo una gran satisfacción al ver la angustia que había provocado en ella. Por su parte Miranda cerró la puerta fuertemente y fue corriendo a su tocador mientras se miraba al espejo, estaba realmente atormentada y asustada ya que Sandra estuvo a punto de descubrirla. Se quitó el sudor de la cara y se retocó el maquillaje, respiró profundo y salió de su habitación, había llegado la hora de enfrentar la cruda realidad que le esperaba. Bajó las escaleras y al llegar a la sala se encontró a Katrina con su vestido de novia y al lado de su padre. Tenía sentimientos encontrados, por un lado era ver a su hija hermosa y radiante de felicidad, cosa que la llenaba de emoción porque siempre había soñado con el día en que su hija llegara a casarse. Pero al mismo tiempo era el dolor y la rabia, de ver que ella era también su rival, la mujer que le iba a quitar al amor de su vida y al futuro padre de su hijo. — ¿Qué te parece mamá? ¿Crees que Samuel le va a gustar como me veo con el vestido de novia de su madre? Miranda tratando de aguantar las ganas de llorar, se acercó a su hija y la tomó de las manos mientras le decía: — Estás hermosa hija, realmente eres la novia más linda que he visto en mi vida. (…)
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