Una sustancia extraña

1585 Words
En vista de los gritos desesperados de Ambar, a Miranda y a Samuel, no les quedó otra alternativa que salir de la habitación y enfrentar la dura realidad que les esperaba. Cuando llegaron a las escaleras, se encontraron con una escena desgarradora, el padre de Samuel se encontraba tirado en el piso completamente inconsiente, mientras que Ámbar gritaba en medio del llanto y la desesperación: — ¡Samuel ayuda a tu padre! Llama una ambulancia, se ha puesto muy mal, no sé que le pasó. Cuando ambos escucharon a Ámbar decir que no sabía qué le había pasado, inmediatamente se dieron cuenta de que Gustavo, no habia alcanzado a decirle la verdad. Fue en ese momento que Miranda se atrevió a acercarse, estaba muy nerviosa y los gritos de Ámbar desataron la alarma de los invitados que también se acercaron a ver qué estaba sucediendo. Ámbar no paraba de llorar mientras decía desesperada: — ¡Se murió! ¡Se murió! — ¡No madre! No está muerto, aun respira, ya la ambulancia viene en camino. Ámbar se quedó con la mirada fija en Gustavo mientras acariciaba su pelo, pero Samuel estaba ansioso por tener la seguridad de saber si su padre había intentado contarle algo, porque de no ser así, no cabía duda de que Gustavo se encontraba en ese estado a consecuencia del impacto que le causó enterarse de su relación con Miranda. — Madre pero ¿Papá no llegó a decirte algo? — ¿Algo como qué? No te entiendo. — Bueno… es que pensé que tal vez pudo decirte que se sentía mal o que algo le había disgustado. — ¿Pero por qué me haces esa pregunta , no comprendo . ¿Acaso tu padre tenía que decirme algo? — ¡No! Es que pensé.. En fin olvídalo, es mejor que esperemos a que lo examine el médico. La celebración se había terminado, los invitados se marcharon de la mansión, mientras que Gustavo había sido trasladado a la clínica. Miranda al ver que Beatriz se encontraba en la sala con Carlos, se acercó a ambos mientras le decía: — Beatriz ve a casa con el chofer, no tiene sentido que se queden aquí y además Carlos debe descansar y tomar sus medicamentos. Carlos miraba a Miranda mientras apretaba los puños de sus manos, tenía ganas de gritarle que ya podía hablar aunque con un poco de dificultad, y que además también había logrado caminar, sin embargo, debía contenerse y ser paciente hasta que llegara el momento de su venganza. Beatriz estaba algo dudosa con todo lo que había pasado, ella sabía que Miranda se encontraba en el piso de arriba en la habitación de huéspedes acompañada por Samuel. Porque claramente escuchó cuando él se ofreció a llevarla, pero después de subir con ella, no volvió a bajar. Y posterior a eso, vio que el padre de Samuel también había subido, lo que la hizo imaginarse que tal vez el señor pudo haber visto algo que le causó mucha impresión. Y en vista de su condición siendo un paciente con cáncer, su corazón no soportó el impacto. — Está bien señora Miranda, ¿Pero y usted no viene con nosotros? — Por supuesto que no, yo debo permanecer acompañando a la familia en este duro momento, ademas no voy a dejar a mi hija Katrina en medio de este problema. — Sí claro, y también debe apoyar al joven Samuel, que ahora es como si fuera su hijo. — Ahorra tus comentarios Beatriz, como te lo he dicho infinidades de veces, tú solo estás contratada para atender a mi marido, así que tus opiniones están demás. Ahora por favor dile al chofer que los lleve a casa. — Como usted diga señora Miranda. Beatriz la miraba llena de coraje mientras forzaba una sonrisa, pero Carlos que se encontraba escuchando todo, no comprendía el por qué Miranda le hablaba con tanta hostilidad, hasta llegó a pensar que tal vez sospechaba de que Beatriz había sido su amante durante años. Sin embargo, no era él momento de averiguarlo, solo tenía que esperar a estar a solas con Beatriz, para que ella le contara qué estaba pasando entre ambas. (…) Momentos después en la clínica… Ya Gustavo se encontraba en manos de los mejores médicos, Miranda estaba sentada con su hija en la sala de visitantes, mientras Samuel estaba junto a su madre tratando de que esta se calmara. — Qué mala suerte mamá, venir a pasar esto en el día más importante de mi vida. Soñé tanto con vestirme de novia y casarme con Samuel, y tenía que suceder esta tragedia en plena celebración de nuestra boda. — Trata de calmarte Katrina, te puede hacer daño. — ¿Qué me calme mamá? ¿Cómo quieres que me sienta tranquila? Yo debería estar en mi noche de bodas entregándome por primera vez a Samuel, y mirame aquí, vestida de novia rodeada de enfermos. — ¡Cállate Katrina! No seas tan corriente. No tienes que darme detalles de lo que pensabas hacer en tu noche de bodas. — ¿Pero por qué te has puesto así? No creo que haya dicho nada malo, además es obvio que toda pareja de casados haga el amor en su noche de bodas. Y no te voy a negar que estoy deseosa de entregarme a mi marido, estoy ansiosa de sentirlo por primera vez dentro de mi. — ¡Te dije que te callaras! — gritó mientras que en un impulso llena de coraje y de celos, le dio una bofetada a Katrina ante la mirada de asombro de todos los que se encontraban a su alrededor. Samuel estaba demasiado nervioso ya que no sabía en qué momento podía descubrirse la relación que tenía con Miranda, y al ver esa escena de violencia por parte de ella, se imaginó que tal vez Katrina se había enterado de la verdad, así que decidió acercarse a ambas para saber qué estaba sucediendo. — ¿Pero qué está pasando? — Mi madre acaba de darme una bofetada sin ninguna razón. — Lo siento hija, no fue mi intención, lo que pasa es que me siento muy nerviosa, perdóname por favor. — ¡Suéltame! No tienes derecho a pegarme tan solo por querer hacer el amor con mi esposo, ya soy una mujer casada y no tienes derecho a seguirme tratando como si fuera una niña de pecho. ¡Se acabó mamá! ¿Me entendiste? Katrina enseguida abrazó a Samuel mientras Miranda los observaba llena de impotencia por no poder gritar a los cuatro vientos que Samuel era suyo, que él era el único hombre que la hacía sentir una mujer de verdad. — Solo quiero que mi suegro se recupere pronto, para que podamos irnos de viaje como lo tenemos planificado. Miranda al escuchar lo que Katrina había dicho, se timbró y enseguida miró a Samuel como tratando de preguntarle con la mirada a qué viaje se refería su hija. Pero él se puso muy nervioso y Miranda no pudo aguantar la curiosidad por saberlo todo. — ¿A qué viaje te refieres? No estaba enterada de que se irían de viaje. ¿A dónde pensaban irse? De pronto llegó el doctor a la sala, dejando a Miranda con las ganas de saber lo del viaje, y como Ámbar estaba ansiosa por saber de la salud de su marido, fue la primera en acercarse al doctor: — ¿Cómo está mi esposo doctor? ¡Dígame la verdad! — Lamento decirles que el señor Gustavo ha entrado en coma, le dio un ataque al corazón muy fuerte y en vista de lo avanzado de su enfermedad, su organismo se encuentra muy débil. — ¡Ay no! Mi esposo no puede morir, no quiero que eso pase, yo amo a Gustavo con toda mi alma. — Lo siento de verdad señora, pero además quiero decirle que hay algo muy extraño que nos tiene muy preocupados. — ¿Qué pasa doctor? — En los estudios de sangre que se le realizaron al señor Gustavo, encontramos residuos de una sustancia que suministrada en pocas cantidades, con el tiempo puede ser un veneno letal. Y tal vez eso pudo provocar el ataque al corazón o también cabe la posibilidad de que haya tenido un disgusto muy grande. Aun seguimos investigando. — Miranda y Samuel se miraron a los ojos extrañados, ya que entonces el infarto que había sufrido no había sido motivado en su totalidad por lo que había descubierto. — ¿Pero qué está diciendo? Mi esposo no ha consumido ninguna sustancia fuera de sus medicamentos para el Cáncer. — Pero los análisis de sangre dicen todo lo contrario, creo que vamos a realizar más estudios para estar completamente seguros de nuestro diagnostico. Por lo pronto el señor Gustavo va a estar en terapia intensiva hasta que veamos alguna evolución. Pero en su estado, es muy difícil que tenga alguna mejoría. Lamento la crudeza de mis palabras, pero necesito que estén preparados para lo peor. — ¿Puedo ver a mi esposo? — Por ahora tiene prohibida las visitas hasta nuevo aviso, les recomiendo que regresen a su casa y cualquier cosa les estaré informando. Ámbar se echó a llorar en uno de los sillones, mientras que Miranda respiraba aliviada, por su parte Samuel estaba contrariado ya que amaba a su padre y no quería que nada malo le pasara, sin embargo, no dejaba de sentirse aliviado al saber que no había podido decir la verdad. (..)
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