La gran tragedia

1378 Words
Miranda se sentía angustiada porque veía que todo estaba completamente perdido, ya que el padre de Samuel se encontraba indignado con lo que acababa de descubrir. — No voy a permitir este tipo de inmoralidades en mi propia casa, esta no es la educación que tu madre y yo te enseñamos, me has decepcionado por completo Samuel. Samuel estaba muy nervioso y preocupado por la salud de su padre, ya que el cáncer que tenía estaba muy avanzado y es por esa razón que él apresuró que Samuel se casara para poder morir tranquilo y así dejar toda su herencia en sus manos ya con una familia establecida. Pero en vista de esto que acababa de descubrir, estaba dispuesto a cambiar su testamento para sacarlo de su herencia, era evidente que Samuel no merecía un solo centavo de todo el dinero que a fuerza de trabajo había logrado construir. — Papá por favor, te lo pido al menos sentémonos a hablar y así puedo explicarte todo lo que pasó, no me creas un irresponsable, te aseguro que yo…. — ¡No me asegures nada! Aquí todo está muy claro, solo te casaste con esa pobre muchacha tan solo para recibir mi fortuna, y déjame decirte que no pienso dejarte un solo centavo después de lo que acabo de ver. ¿Que pretendías? ¿Que ibas a recibir la herencia para gastarla a manos llenas con esta zorra? — Por favor señor le agradezco que no me ofenda, las cosas no son como usted las piensa, no tiene idea de cuánto estoy sufriendo por estar enamorada de su hijo. Yo no sabía que Samuel era el prometido de mi hija y cuando me enteré, ya era demasiado tarde. — ¿Pero es que acaso no te has dado cuenta que Samuel puede ser tú hijo? ¡Eres una cínica! Eres una sinvergüenza, si al menos tuvieras un mínimo de decencia no estuvieras aquí acostándote con el esposo de tu hija. No voy a permitir que nadie me vea la cara de imbécil. Ahorita mismo voy a bajar a terminar con esta farsa y voy a quitarles la máscara delante de todos. — Por favor señor se lo suplico no lo haga, yo le juro que me voy a apartar de Samuel y no me verá nunca más, pero se lo ruego no quiero que mi hija se entere de lo que está pasando. No es necesario armar un escándalo, las cosas las podemos arreglar aquí entre nosotros. — Papá por favor no lo hagas, si quieres sácame del testamento, haz lo que quieras, pero no armes un escándalo en este momento, piensa en mamá ella no lo soportaría. — ¿Y tú pensaste en tu madre y en mí cuando decidiste acostarte con esta golfa? ¿Pensaste en todas las consecuencias que esto traería? Los dos me dan asco y a partir de ahora no tengo hijo, estás muerto para mí Samuel. Y en este instante voy a bajar a la fiesta para que todos sepan la clase de zorra que es usted, porque ni siquiera se merece que la llame señora. — ¡Padre por favor espera no lo hagas! ¡Papá por favor! El señor Gustavo salió de la habitación hecho una furia, la indignación y el asco que sentía hacia ambos, pero especialmente hacia Miranda, era indescriptible. Miranda se quedó hecha un manojo de nervios ya que no daba crédito a lo que estaba pasando. — ¿Te das cuenta lo que acaba de pasar por tu culpa? Te dije mil veces que esto debía terminar y tú seguías insistiendo en lo mismo. Tu padre está dispuesto a contarlo todo, ¿Y ahora que vamos a hacer? Mi hija no me lo va a perdonar y Carlos me va a dejar en la calle cuando sepa que le he sido infiel con un joven que puede ser mi hijo. No me quiero imaginar cuando lo sepan en la universidad, voy a perder mi trabajo, mi casa, mi dinero y todo mi prestigio solo por una calentura que encima me ha dejado un embarazo que no quiero. — ¿Qué has dicho? ¿Miranda acaso estás embarazada? ¿Escuché bien lo que acabas de decir? Miranda en medio de su desesperación se le salió decirle la verdad a Samuel sobre su embarazo, era algo que ella quería mantener en secreto ya que no estaba segura de traer al mundo a ese bebé. Todo se había salido de control, sentía que lo único que quería era poder desaparecer para no tener que enfrentar el dolor y la vergüenza cuando se enterara su hija. Por su parte Samuel estaba impactado con la noticia sobre el embarazo, al punto que por un instante se olvidó de que su padre iba rumbo a la fiesta para contarle a todo el mundo que él y Miranda eran amantes. — Miranda te hice una pregunta, ¿Estás esperando un hijo mío? Ella lo miró llorando inconsolablemente, sentía que ya había perdido la batalla y que decirle o no la verdad, ya no cambiaría nada. — Sí Samuel, estoy esperando un hijo tuyo. Samuel se le lanzó encima para abrazarla con fuerza, lejos de sentirse preocupado por lo que su padre estaba a punto de hacer, se había enfocado en esa noticia que le había cambiado la vida por completo en ese momento. — Mi amor me vas a dar un hijo, ¿Te das cuenta? Eso es una señal de que debemos luchar por lo nuestro por encima de todo. — ¡Suéltame! Estás completamente demente, ¿Pero acaso no te estás dando cuenta de lo que está a punto de suceder? Tu padre en este momento debe estarle contando a todos en la fiesta que tú y yo somos amantes y tú pretendes celebrar mi embarazo. Es que definitivamente no has madurado, eres muy bueno en la cama pero todavía te falta mucho para ser un hombre de verdad. — Me duele que me trates así porque te amo con toda mi alma. — Pero el amor no es suficiente Samuel, tú todo lo ves fácil porque eres un niño rico y caprichoso acostumbrado a tener todo a su antojo, pero las cosas no son tan sencillas como tú las ves, estamos en medio de un problema grave y aún no te estás dando cuenta. — Ya solo quiero estar contigo y más ahora que vas a tener un hijo mío, no me importa la fortuna de mi padre con tal de poder estar junto a ti y criar a nuestro hijo juntos. — ¿Y quién te dijo que yo quiero tener este hijo? Tengo cuarenta y cinco años de edad, una hija que tiene casi tu edad y que ahora es tu esposa, ¿Te das cuenta todo lo que está sucediendo? ¿Qué le vamos a decir a este hijo cuando crezca? ¿Qué es hermano de la esposa de su padre? O mejor aún, ¿Que su madre es la amante del esposo de su hermana? ¡No pienso tenerlo! Así que no te hagas ilusiones porque nada de lo que estás planificando va a suceder. — Tú no puedes ser tan cruel como para quitarle el derecho de nacer a mi hijo, porque te recuerdo que es mío también. — Samuel, eso no lo voy a discutir contigo en este momento, entiende que hay otro problema mayor que nos espera allá abajo y es enfrentarnos a todos cuando tu padre le diga la verdad a mi hija y a tu madre. Mientras Samuel y Miranda discutían, de pronto escucharon los gritos desgarradores de la madre de este, ambos se quedaron mirando aterrados imaginándose que ya todos se habían enterado de la verdad. — Esa voz es de mi madre, ya mi padre debe haberle contado que nos encontró haciendo el amor. — ¡Dios mío! No quiero verle la cara a Katrina, estoy segura que me va a odiar, ya todo está perdido. Sin embargo, los gritos de la madre de Samuel eran realmente aterradores y eso llamó la atención de ambos ya que en medio de la desesperación que se escuchaba en su voz ella gritaba entre sollozos: — ¡Se murió! ¡Se murió! (…)
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD