La hora de la verdad

1762 Words
Miranda se había levantado muy temprano para irse antes de que Samuel y Katrina salieran de la habitación. Había pasado una noche realmente perturbadora en donde no había podido conciliar el sueño. La sirvienta que se había dado cuenta de la presencia de Miranda a punto de salir de la casa, enseguida se acercó a ella mientras le decía con mucha amabilidad: — Buenos días señora Miranda, ¿Se va a ir sin tomar el desayuno? — Sí, la verdad es que quiero llegar a casa para poder descansar en mi cama porque no he podido dormir nada en toda la noche. — ¿Pero quiere un café o un té antes de irse? — No gracias, prefiero tomarlo cuando esté en casa. Cuando estaba a punto de salir por la puerta enseguida escuchó la voz de su hija la cual venía bajando las escaleras con una sonrisa en el rostro: — ¿Madre a dónde vas? — Voy a casa. — Pensé que ibas a desayunar con nosotros y después acompañarnos al hospital para ver a mi suegro. — La verdad es que no he descansado nada y prefiero llegar a casa. — ¿No me digas que Samuel y yo no te dejamos dormir con tanto ruido? Es que me hizo pasar una noche estupenda, estoy más feliz que nunca. Te lo juro que jamás pensé que Samuel y yo nos íbamos a compenetrar también. — No necesito que me des detalles de tu vida íntima Katrina, ya he tenido suficiente con haberlos escuchado durante toda la noche. Me marcho, creo que ya ha sido suficiente. — ¡Pero madre espera! Por favor no te vayas así. Miranda hizo caso omiso al llamado de Katrina y se subió en su auto a toda prisa antes de que apareciera también Samuel. Iba totalmente desconcertada, se sentía cansada tanto física como emocionalmente. Mientras que en ese momento Samuel venía bajando de la habitación y no pudo evitar preguntar: — ¿Y tu madre dónde está? — Si hubieras bajado unos minutos antes la hubieras encontrado, se fue molesta porque no durmió en toda la noche, al parecer nos escuchó haciendo el amor y eso la puso furiosa, sabes que ella en el fondo no quería que yo me casara tan pronto contigo y le ha sido muy difícil el poder asimilar nuestro matrimonio. Samuel se quedó pensativo porque sabía perfectamente que la molestia no era solamente por la boda, sino porque estaba celosa y despechada al saber que Samuel había hecho el amor con su hija. Aquella mañana para Samuel había sido algo diferente el haber despertado al lado de Katrina por primera vez. Además la noche de pasión que habían tenido había sido totalmente diferente a los encuentros íntimos que había tenido con Miranda. A pesar de no poder sacarse de la mente todo lo que había vivido con ella durante los últimos meses, con Katrina sintió algo totalmente diferente, había hecho el amor esta vez con algo de ternura y deseo al mismo tiempo, se había dado cuenta del amor puro que su esposa sentía hacia él y fue una sensación que de alguna manera lo tenía algo confundido, ya que con Miranda era el deseo de la carne que de alguna manera le habían hecho creer en todo este tiempo que estaba enamorado de ella. Pero en el fondo él no sabía lo que era realmente, puesto que se había obsesionado a tal punto de que tenía una fijación en ella que no lo dejaba vivir en paz. Y con Katrina, había experimentado la otra parte del amor que era totalmente diferente, era un amor benévolo, puro y al mismo tiempo excitante, porque ella le había demostrado esa noche que era toda una mujer en el mejor sentido de la palabra. — ¿Mi amor vas a desayunar conmigo? Mi amor te estoy hablando, ¿Por qué estás tan pensativo? — le dijo Katrina mientras se acercaba a él dándole un tierno beso en los labios. — No me pasa nada cariño, solo que estoy preocupado por mi padre, necesito estar en la clínica lo más pronto posible para saber cómo pasó la noche y sí por fin salió del coma. Quiero estar presente si llega a despertar. — ¡Claro cariño! Discúlpame, entiendo cómo debe sentirte. Lo que pasa es que me has hecho la mujer más feliz del mundo y anoche fue tan especial, que por un momento me olvidé de todo lo que pasó ayer con tu padre. Pero no te preocupes, vamos a desayunar algo y luego nos preparamos para irnos al hospital. ¿Te parece? — Sí cariño, está bien me parece buena idea. La relación entre Miranda y Samuel había sido más que todo basada en el sexo, sin embargo era Samuel quien estaba más interesado en ella desde un principio mientras que Miranda solo lo trataba como un objeto que buscaba cuando tenía antojos de estar con él. Siempre lo trató de una forma frívola y nunca le demostró amor, es por esa razón que Samuel comenzó a descubrir en Katrina algo totalmente diferente a lo que había vivido, y a pesar de que se había casado con ella solo por el interés de poder recibir su tan anhelada herencia, estaba despertando en él un sentimiento que ni él mismo se podía explicar. Aunque lo de su herencia estaba en duda si llegaba a despertar Gustavo del coma, ya que antes de que le diera el ataque al corazón le había advertido que lo iba a sacar de su herencia. (…) Miranda había llegado a su casa y enseguida se encerró en su habitación despojándose de su ropa para darse una ducha. Mientras caía el agua sobre su piel desnuda comenzó a llorar desconsoladamente, y desahogó todo el dolor y la impotencia que sentía al saber que había perdido a Samuel. “Dios mío no puedo creer que esto me esté pasando a mí, me di cuenta muy tarde de que estoy enamorada como una adolescente de Samuel. ¿Y ahora qué voy a hacer con este hijo que estoy esperando de él? “ Salió de la ducha y al estar en su habitación se quitó la bata de baño y se miró al espejo totalmente desnuda. Su vientre comenzaba a verse abultado, se miraba de arriba abajo mientras tocaba su rostro y sus pechos pensando en voz alta: “todavía soy joven y bella, siento que tengo un cuerpo hermoso y todavía puedo conquistar a cualquier hombre que me proponga” Mientras ella admiraba su cuerpo desnudo tratando de levantarse la autoestima en vista de ser una mujer muy mayor para Samuel cosa que de alguna forma la tenía algo acomplejada en vista de la juventud y belleza de su hija, no se había dado cuenta que Carlos estaba mirándola a través de la pequeña hendija de la puerta sentado en su silla de ruedas. Había subido por el elevador que tenía en la mansión y que casi no usaba, pero para sorpresa de Miranda ese día él había decidido subir hasta su habitación y abrió la puerta encontrándose a Miranda completamente desnuda ante el espejo. Tenía mucho tiempo que no la veía así y se quedó embelesado admirándola sin que ella se diera cuenta. Sin embargo, no pasó mucho tiempo para que Miranda lo viera a través del espejo y pegara un grito aterrador mientras tomaba la bata de baño y se la ponía encima abriendo la puerta rápidamente muy exaltada mientras le decía: — ¿Pero cómo llegaste hasta aquí? ¿Te trajo Sandra? Pero qué idiota soy, ¿Para qué te pregunto si no puedes hablar? ¡Sandra! ¡Sandra! Carlos estaba tratando de aguantar las ganas de decirle que ya podía hablar, solo la miraba lleno de impotencia en ver que la había perdido y que aún seguía enamorado de ella. Por más que Miranda llamaba a Sandra ella no aparecía por ningún lado ya que al parecer había salido de la casa por un momento y justamente por eso Carlos había aprovechado a usar el elevador para llegar a la habitación de Miranda. — Eres un morboso, estás enfermo sin poder moverte y sin embargo, no dejas de ser un pervertido. ¿Me estabas viendo? ¿Estabas viendo este cuerpo desnudo que ya nunca más vas a tener? Carlos la miraba fijamente a los ojos mientras apretaba sus puños tratando de contenerse ya que no quería descubrirse ante ella al menos no por los momentos, pero Miranda estaba tan furiosa y cada vez que tenía oportunidad de recordarle todo el daño que le había hecho, lo hacía. No le perdonaba todos los años de maltrato e infidelidad que le había hecho pasar. — ¿Estabas viendo la hermosa mujer que soy todavía mientras que tú eres un despojo humano tirado en esa silla de ruedas? Pues muy bien, ¿Quieres verme desnuda para que veas de lo que te estás perdiendo? ¡Pues mírame! Total ya no puedes hacer nada porque todo lo tienes paralizado jajaja. Miranda dejó caer al piso la bata de baño y se postró ante él totalmente desnuda mientras le decía con una expresión de malicia: — Mira de lo que te perdiste por imbécil, me fuiste infiel hasta el cansancio, me humillaste como jamás pensé que alguien lo podía hacer, y al final yo estoy todavía joven y bella, haciendo mi vida mientras que tú estás postrado en esa silla de ruedas, inmóvil y totalmente destruido. Mira bien este cuerpo que rechazaste muchas veces por irte detrás de otras mujeres, pues quiero que sepas que ahora es de otro. Carlos no soportó la presión que estaba ejerciendo Miranda en él, y más aún cuando en su cara le estaba confesando que tenía una amante. Sin más esperar se agarró de la silla con fuerza y se levantó con algo de dificultad y un poco tembloroso mientras gritaba con algo de dificultad pero entendiéndosele claramente lo que decía: — ¡Cállate! ¡Cállate! Miranda inmediatamente se tapó sus partes íntimas con las manos mientras lo miraba fijamente a los ojos llena de pánico, estaba totalmente en shock al ver que Carlos había podido levantarse de la silla y hablar. Enseguida llegó Sandra la cual también se quedó impactada en ver a Miranda desnuda parada enfrente de Carlos el cual se encontraba de pie mientras apoyaba sus manos en la silla. Solo preguntó totalmente incrédula de lo que estaba viendo: — ¿Pero se puede saber qué es lo que está pasando aquí?
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