En la ruina

1867 Words
Las palabras de ese hombre retumban en mi mente, no logro comprender porque ha dicho que seré suya. Su rostro es frio y muestra una seguridad increíble que logra enfurecerme. Los orbes negros de Jesse Brown que parecen oscurecerse cada vez más conforme afila su mirada en mi dirección se clavan sobre mi cuerpo y ante aquella mirada sombría y su temple de hielo siento que comienzo a quemarme, ese hombre está rodeado de maldito misterio y aunque ante él no quiera reconocerlo, por dentro tiemblo, pero no de miedo, es una sensación extraña, hay algo en su forma de mirarme que logra estremecerme. —¿De qué hablas? — pregunto ante el eminente mutismo que se ha instalado en la habitación, luego de que insinuara que yo seré suya, como si se tratase una nueva adquisicion, un silencio que él parece disfrutar, ayer por primera vez conocí el rostro de este hombre, sin embargo, él parece conocerme bien y acaba de soltar sin más que yo seré suya. Jesse se acerca nuevamente a mí al escuchar aquella pregunta, eleva su mano diestra y con ella sujeta mi mentón, lo hace con delicadeza y eleva mi rostro hacia él para que lo mire a los ojos, luego baja su otra mano y comienza a recorrer mi brazo desnudo, mi piel se eriza ante su toque, su tacto me quema tanto como esos orbes oscuros que parecen devorarme y me pregunto porque mi cuerpo reacciona así ante su toque. —¿Por qué me trajiste aquí? — cuestiono aún sin obtener una respuesta a mi primera pregunta, aun no comprendo que fue lo que ocurrió ayer, ni tampoco sé porque desperté en esta habitación que supongo pertenece a su casa. —Lo sabrás muy pronto— responde al fin, pero no estoy conforme con aquella respuesta, pues solo ha logrado sembrar más dudas en mi cabeza. Aunque bajo la mirada aun puedo sentir la suya apuntando hacia mi rostro y otra vez, aquel maldito escalofrío que eriza mi piel. —He enviado a alguien a comprarte ropa, en un momento vendrán a entregártela, puedes ducharte si lo deseas, te esperaré abajo y cuando estes lista mi chofer te llevará a tu casa— No sé cómo reaccionar ante su aparente amabilidad. Aunque de verdad agradezco poder ducharme y cambiarme de ropa antes de regresar a casa, por lo que solo asiento y lo observo girar el pomo de la puerta para abrirla y luego marcharse. Una vez que me he quedado sola, me levanto de la cama, estiro mis brazos y mi cuello hacia ambos lados y comienzo a recorrer la habitación. Esta es grande, las paredes son blancas y los muebles que son de color beige, contrastan con el piso oscuro, es muy hermosa, el tamaño puede compararse con mi recamara, camino hasta el ventanal y abro la puerta de cristal que dirige a un balcón muy grande, me me asomo y observo el pasto verde del jardín de la casa, en donde hay muchos rosales y una gran fuente, es un hermoso jardín frontal. Jesse Brown es un tipo misterioso pero acepto que su casa es hermosa, puedo saberlo únicamente con lo poco que he podido observar. Camino hacia el baño, abro el cancel de la regadera y cuando el agua caliente moja mi mano dejo caer el vestido y también mis bragas y entro a darme una ducha; mientras me baño trato de recordar que fue lo que ocurrió ayer sin tener éxito, por más que me esfuerzo lo último que viene a mi mente es aquella conversación extraña con Jesse Brown y después de eso... nada. Cuando salgo de la ducha tomo una toalla y una vez envuelta en ella, regreso a la habitación. —¿Quién es? —Cuestiono al escuchar algunos golpeteos en la puerta. Mi cabello aún se encuentra mojado, pequeñas gotas de agua comienzan a caer al suelo pues no tuve tiempo de secarlo. —Soy Laura, el señor me pidió que le entregara unas cosas— menciona una mujer y le indico que entre a la habitación y de inmediato me entrega algunas bolsas de diversos colores y tamaños, todas con las mejores marcas de diseñadores plasmadas sobre ellas. Voy hasta la cama y deposito sobre ella las bolsas que me ha entregado. En ellas encuentro ropa interior y algunos vestidos como también calzado y unos leggins, opto por colocarme los leggins y elijo unos zapatos altos con una blusa de mangas largas completamente negra. La mujer regresa casi de inmediato, está vez trae una charola con comida y me muevo a un lado para que la deposite sobre una mesa que se encuentra en un rincón en la habitación. —El señor ordenó que le trajera el desayuno— menciona agachando la cabeza y sale de la habitación. No quisiera comer nada en esta casa, pero en realidad estoy muriendo de hambre, así que termino todo lo que hay en esa charola. —¿Estás lista? — Cuestiona su voz gruesa a mis espaldas y ladeando mi cabeza y mirándolo por encima del hombro asiento. —Vamos— Menciona y me levanto de la silla comenzando a caminar en su dirección. Cuando lo hago siento la intensidad de su mirada sobre mi cuerpo y trato de ignorarlo y de hacerle ver qué su cercanía no me incómoda. Bajamos las escaleras, observo todo el lugar y es tal como pensé hace un momento, su casa es hermosa e incluso la siento acogedora. Salimos de la casa y cruzó aún lado de la fuente que observé por el ventanal, mis ojos se dirigen a la camioneta negra aparcada en el gran patio, afuera de ella hay dos hombres, ambos lucen rudos y son casi tan altos como él. —Llévala a su casa— avisa y de inmediato al chofer de la camioneta, Jesse abre la puerta para mí y me regala una sonrisa ladeada antes de tomar mi mano y depositar un beso sobre mis nudillos. —Gracias— expreso antes de subir a la camioneta observando aquella sonrisa y reclino mi cabeza en el asiento esperando que lleven a casa. Tocó mi mano en en trayecto y después la llevó a mi rostro, todo esto es muy extraño. Saco mi móvil de mi bolso que amablemente me entregó la mujer llamada Laura y comienzo a revisar mis mensajes. Encuentro unos de Kendra y otros de Beca. Ambas me preguntan en qué momento me fui y también me reprochan por abandonarlas. No respondo a ninguno, por qué no yo conozco esa respuesta. Cuando llegó a casa subo a mi habitación, pues igual que siempre, está casa enorme está sola, mi padre debe estar en su despacho, pues aunque sea fin de semana el siempre está revisando asuntos de trabajo. Salgo al centro comercial para despejarme, me tomo el tiempo de sentarme en una banca de madera y como si fuese una niña pequeña comenzó a comer un helado. No sé cuánto tiempo ha pasado pues me había hundido en mis pensamientos, subo a mi auto y regreso a casa, cuando entro depósito mis llaves sobre la mesilla en la entrada y camino hasta las escaleras para ir a mi habitación. Cuando escucho la voz de mi padre hablarme. —Ven aquí Camil— Un surco se forma en mi entrecejo, mi padre está en el comedor sentado en la silla principal con sus codos apoyados sobre la mesa y sus dedos entrelazados. —No sabía que estabas en casa— confieso, pensé que estaba sola. —Hay algo importante de lo que quiero hablarte— Me acerco al marco que divide el comedor del salón principal y mí sorpresa es grande cuando veo a ese hombre en el otro extremo de la mesa. Jesse Brown se encuentra sentado frente a mi padre y esos dos hombres que ví en su casa se encuentran de pie atrás de el, uno de cada lado. —¿Ocurre algo?— cuestionó confundida omitiendo el formalismo de darle las buenas noches a ese hombre. Ahora me interesa más saber que sucede. —Por favor toma asiento— pide mi padre con un gesto que jamás le había visto, está preocupado. Veo que frente a él hay una carpeta negra Me extiende la carpeta y pide que la vea. —¿Que esto?— cuestionó luego de revisar los documentos y observar que en ellos se muestran balances e informes que detallan números alarmantes sobre el manejo del hotel de mi padre. —Creo que sabes que es— menciona sin cambiar su gesto y sin dirigirme la mirada. Se lo que es, ese balance muestra que el hotel está al borde de la ruina, un documento más muestra un gran adeudo con los bancos, mis manos tiemblan, aquella pregunta la hice esperando que mi padre soltara cualquier cosa que justificara lo que mis ojos estaban viendo, sin embargo no lo hace. —Francisco me robó— Brama él, el ambiente se siente cada vez más tenso. Francisco ha sido su asesor financiero y el segundo al mando frente al "Diamante" —Maquilló los balances de cada mes, mientras el bastardo llenaba sus bolsillos con mi dinero, a mi me mostró unas cifras alteradas y poco a poco llevo mi hotel a la ruina— Puedo notar los ojos azules de mi padre inyectados de rabia al mencionar cada palabra, no lo creo, esto no puede estar pasando. —Eso no es todo, no solo hay una gran deuda con el banco en mi nombre, también hay una gran deuda con Jesse Brown— Expone y Jesse se levanta de su silla, abotona su saco y camina hacia la silla frente a mi. —¿Que deuda?— cuestiono, pero no responde mi padre, en cambio lo hace ese hombre. —Una muy grande, Francisco me vendió la mitad del "Diamante" — suelta con seriedad, mi corazón late descontrolado, Francisco tenía poder legal para hacerlo, pues en la ausencia de mi padre, era él quien se encargaba de autorizar los pagos y quién cubría los gastos. —Lo que significa que tú padre me debe todo lo que ese hombre robó— —Esto no puede ser, en todo caso Francisco debería ir a cárcel, hazlo pagar por todo— Espetó negandome a lo que estoy escuchando —Francisco tenía el poder para actuar en mi nombre, en dado caso todo es legal, todo lo que ha hecho ha sido autorizado por mi,no solo es la ruina, iré a la carcel— Sentencia y una lágrima se hace presente sobre mi rostro. —Hay una forma para que se cubra todo el adeudo, para que tú padre no vaya a prisión y también para que sigas conservando el estilo de vida al que estás acostumbrada— Expone Jesse con una sonrisa que no me causa una buena vibra. —¿Cuál es?— cuestiono con nerviosismo, segura de que lo que sea que va a decir no es algo bueno. —Que aceptes casarte con él— Brama mi padre y me quedo helada al escuchar sus palabras. Esto debe ser una maldita broma.
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