Serás mía

2266 Words
Retiro mi mano del agarre de ese hombre, sus orbes oscuros aún se encuentran mirándome fijamente, pero no me inmuto. Por el contrario, hago lo mismo que él y ambos nos vemos a los ojos sin desviar la mirada. —Un placer señor Brown— Digo al fin y le lanzo una mirada despectiva junto a una sonrisa falsa, después me vuelvo hacia mi padre. —Ya tengo que irme— Aviso y con un asentimiento me despido del hombre que no me ha quitado la mirada de encima. Comienzo a caminar hacia la salida y un escalofrío me recorre el cuerpo al sentir la mirada penetrante de ese hombre en mi espalda, no me detengo y salgo a dónde se encuentra la limusina. El chófer está de pie frente a ella y al percatarse de mi presencia mientras camino en su dirección abre la puerta, subo a la limusina y le doy las indicaciones de aquel club en dónde me encontraré con mis amigas. La limusina avanza recorriendo la ciudad con grandes edificios, luces brillantes y gente que deambula aún por las avenidas, recargo mi cabeza en el respaldo del asiento y cuando me llevo la mano al cabello para peinarlo con los dedos, descubro el aroma de la colonia de ese hombre, inhalo su olor en mi mano. «Es delicioso» pienso y cierro los ojos, mientras siento el vehículo moverse hasta que al fin se detiene frente al club nocturno; antes de bajar de la limusina saco un pequeño espejo de mi bolso y arreglo mi maquillaje, tomo el labial y comienzo a retocar mis labios, cuando siento que estoy lista bajo de ella y al instante en que lo hago froto mis brazos ante la brisa helada que me golpea con fuerza. Trato de no perder la compostura y entonces subo los escalones que me guían hasta el sujeto en la entrada. —Camil Stewart— mencionó al tiempo que muestro mi identificación, el hombre revisa su lista, este lugar es muy concurrido y uno de los más populares, por lo tanto, para ingresar tienes que hacer una reservación, algo que jamás es un problema cuando perteneces a una de las familias más poderosas de Manhattan. —Adelante señorita— Habla el sujeto con seriedad y retira aquella cadena para que pueda ingresar. Elevo un poco mi barbilla buscando a las amigas con que voy a reunirme, el lugar está completamente lleno, la pista de baile está llena de gente meciendo sus cuerpos debajo de aquellos reflectores, las personas mueven sus cuerpos al ritmo de la canción de moda que está sonando, las mesas están rodeadas por sillones de cuero n***o que son ocupados por las personas que no tienen intenciones de bailar y simplemente se encuentran bebiendo y algunos fumando. Entrecierro mis ojos como si eso ayudara a enfocar mi mirada buscando a las mujeres que me han hecho venir hasta aquí y de inmediato me encuentro con una bochornosa escena, tres de esas mesas redondas se encuentran juntas, los sillones de cuero son ocupados con varias personas, hijos de empresarios a los que, si bien no considero mis amigos, si conozco pues la mayoría han asistido a los eventos a los que yo asisto acompañando a mi padre. Estos llevan globos y una botella de champagne en mano que destapan en cuanto me miran mojando con la espuma todo a su alrededor. Agrando una sonrisa por el bochornoso momento y me acerco hasta Beca y Kendra. —¡Camil! — exclaman mi nombre al unísono en completa sincronía y me reciben con un abrazo —Yo sé que prometimos que sería solo entre las tres, pero es tu cumpleaños veinticinco y eso amerita un gran festejo— Se excusa Kendra y seguido de sus palabras recibo una felicitación incómoda de parte de los presentes y pronto me entregan una copa de champagne. La música está a un volumen muy alto, jamás disfrute demasiado de este tipo de ambiente y aun así hoy me encuentro aquí. ¿Como es que puedo ser amiga de estas dos? Me cuestiono mientras sonrío al mirarlas gritando y bailando como si hoy fuera el ultimo día de su vida. Termino de beber mi copa cuando de pronto alguien se acerca a mí, es Jason Roberts. —¡No sabía que vendrías aquí! — Exclama con un gesto de sorpresa. —De haber sabido que era tu cumpleaños te habría comprado un regalo— esta vez se acerca más a mi al decir esas palabras, lo cual me hace sentir incomoda y doy dos pasos atrás. —Gracias, pero no es necesario— Espeto volteando a ver a Kendra al escuchar su voz hablándome, aun que mejor dicho esta gritando pues la música no nos permite escuchar bien. —¿Te tomas una copa conmigo? Para bridar por tu cumpleaños— Acepto hacerlo solo porque es el abogado de mi padre y es solo cinco años mayor que yo. Jason llama a uno de los empleados del club y pide que traigan dos bebidas y este no demora en hacerlo. —Salud— menciona con una sonrisa y chocando su copa con la mía, bebo el contenido de prisa esperando volver pronto con mis amigas y también esperando que la noche termine pronto, me despido una vez mas de Jason y regreso con las chicas, continuamos bailando y también bebiendo, las luces se sitúan sobre mí y parpadean haciendo que pierda un poco la visibilidad, un surco se forma entre mi cejas al sentir la ceguera repentina que me lleva a un trance del que trato de salir de inmediato. —¿Estas bien? — Menciona Beca en mi oído para que pueda escucharla y cuando asiento con la cabeza comienza a llenar mi copa, no pretendo embriagarme, así que cuando ellas no se dan cuenta tiro el contenido de la copa. —Bailemos— pide Kendra y tira de mi brazo para que vaya con ella a la pista de baile, lo hago y pronto comienzo a mover mi cuerpo al ritmo de la canción, para este momento me siento más relajada y he dejado de preocuparme por la hora, solo cierro mis ojos y dejo que el tiempo avance, que la noche fluya y trato de disfrutar, aunque sepa bien que la mayoría de las personas que han venido a “festejarme” no son sinceras y solo lo hacen por el peso de mi apellido. Miro a Beca sonreír y mientras sigo bailando comienzo a sentir que alguien me observa y cuando dirijo mi mirada hacia la entrada del club lo veo a él. «Jesse Brown» con su traje ceñido al cuerpo, prepotente, arrogante. Es curioso, jamás había visto a ese hombre en mi vida y hoy ya es la segunda vez que lo veo, me está viendo, sus orbes oscuros están fijos en los míos y yo tampoco despego mi mirada de sus ojos, Kendra toma mi mano y me doy el lujo de contornear mi cuerpo deleitándolo con mi baile, aquel hombre coloca su mano en su mandíbula y esboza una sonrisa altiva, le gusta lo que ve, entonces me doy vuelta y elevo mi cabello descubriendo mi nuca. Uno de los hombres que acompañan a Beca la comienza a besar, muevo mi cabeza hacia ambos lados al ver esa escena, Beca tiene novio, el hijo de otro de los socios de mi padre y, aun así, el sujeto que la acompaña tiene la lengua en su garganta. —deberías de conseguir a alguien para celebrar— menciona Kendra y de inmediato me niego, no vine aquí a eso y en definitiva no estoy buscando sexo de una noche. —En seguida vuelvo— Hablo en voz alta a Kendra y ella asiente con la cabeza mientras bebe el licor de su copa tomando hasta la última gota en el interior del cristal, me doy vuelta y camino al baño, cuando entro tomo mi celular y revisó mis mensajes. «Feliz noche mi niña» Dice el mensaje que ha enviado mi padre y esbozo un suspiro al leerlo por segunda vez y sonrío amargamente porque en el fondo aun con los obsequios que recibí ayer de su parte y esta celebración, siempre siento la ausencia de mi madre. Guardo mi móvil pensando que no debo afligirme por estas cosas —soy hermosa y siempre obtengo lo que quiero— me repito cuando estoy de pie frente al espejo del tocador y comienzo a arreglar mi cabello. Poco después salgo del baño con la intención de regresar a mi mesa, de pronto siento que me estoy mareando, jamás me había pasado, no he bebido tanto y aun así de pronto siento que todo se mueve, camino con pesadez, soy consciente de que algo extraño me está sucediendo, trato de enfocarme, de regresar a dónde se encuentran ellas, necesito decirle a Kendra que no me siento bien y largarme a mi casa, doy pasos más cortos esperando que el mareo pase y antes de recorrer todo el pasillo que me lleva de vuelta al bullicio de la gente, veo de frente esos ojos que parecen perseguirme desde que los vi en la subasta. —Para celebrar tu cumpleaños no pareces divertirte— su voz es gruesa y su tono es divertido, como si riera de una broma que evidentemente yo no conozco. —Veo que mi padre le ha contado— respondo tratando de sonar natural, aunque no sé si lo he logrado, pues siento que todo se mueve en cámara lenta y sumado a eso, este tipo tiene un aura extraña y no me agrada el tono en el que me habla. —Eres preciosa Camil— menciona acercándose a mi rostro, eleva su mano y toma un mechón de mi cabello, no me ha tocado, sin embargo, mi corazón comienza a acelerarse, es extraño, de pronto siento que debería huir de este hombre. —Gracias— Inquiero elevando mi mentón. Trato de dar un paso para seguir mi camino, pero no me deja cruzar el pasillo y por el contrario se acerca aún más a mí, elevo mi rostro para preguntarle ¿qué es lo que quiere? ¿Porque parece estarme siguiendo? y cuando lo hago me encuentro con su rostro aún más cerca del mío. —Tu belleza es digna de llevar una corona— Brama dando un paso más hacia a mí y yo comienzo a retroceder tratando de mantener la compostura, nuevamente no me lo permite y poco a poco siento que trata de acorralarme, ladea su rostro y lo siento oler mi cabello ¿Qué le pasa? me cuestiono. —Lo siento señor Brown, pero ya debo irme— espeto elevando la voz sintiendo que cada vez más pesadez, avanzó algunos pasos, cuando de pronto siento sus labios muy cerca de mi cuello, una de sus manos está rodeando mi cintura y yo inútilmente trato de alejarme. —serás mía— escucho su voz, aunque ya no sé si estoy alucinando o de verdad esto está sucediendo, pero antes de que pueda reincorporarme al lugar en dónde se encuentran Beca y Kendra, todo comienza a tornarse negro... Abro mis ojos con pesadez y llevo mi mano a mi cabeza, mi visión es un tanto borrosa y cuando al fin creo que he logrado despabilarme comienza el verdadero calvario. —¿Dónde estoy? — Me cuestiono en voz alta y me siento descubriendo que una sábana blanca cubre mi cuerpo, miro debajo de ella temiendo haber pasado la noche con un extraño y no acordarme de ello, estoy vestida y eso me tranquiliza un poco. Intento recordar que ocurrió anoche, pero nada viene a mi mente, lo último que recuerdo es a ese sujeto de pie frente a mí en el pasillo del baño de aquel club. —Al fin despertaste— Gruñe aquella voz que me es familiar, me vuelvo de inmediato al otro extremo de la habitación y lo veo ahí sentado, en un pequeño sofá de cuero con un traje completamente n***o. Tan peligroso, lleno de misterio y tan imponente. —¿En dónde estoy? — cuestiono al darme cuenta de que no estoy en mi habitación, no sé qué lugar es este y no recuerdo nada, estoy preocupada mientras aquel hombre me observa con su gesto altivo. —¿Qué me hiciste? — le cuestionó temerosa de pensar que tal vez me drogo para luego intentar abusar de mí. —¿Crees que necesito drogarte para follarte? — Ríe con esa maldita expresión de soberbia y me sujeta por la nuca acercando sus labios a los míos, puedo sentir en mi rostro su respiración, su aliento y hago lo posible por contener el miedo que estoy comenzando a sentir. —Podría cogerte en este mismo instante, contigo consciente, para escuchar tus gemidos y deleitarme con tus luceros viéndome a los ojos cuando comiences a correrte llena de excitación e implores más— mi respiración está errática, no entiendo que sucede. Me siento indefensa, como si fuese una pequeño animal acorralado a punto de ser devorado por su predador. —¿Entonces dime qué demonios hago aquí? ¿Quién carajos eres? — grito furiosa y la vez llena de miedo. —Confórmate con saber que no te hice nada mientras estabas inconsciente— Me suelta y camina hasta el ventanal en la habitación. Lo miro con enojo y también con miedo recorriéndome. —Pero serás mía, de eso puedes estar segura— sentencia con una sonrisa altiva y lo miro consternada sin saber a qué se refiere.
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