Capítulo SEIS

1511 Words
— Por favor, no lo volveré a hacer, por favor. Imploro, pero mis suplicas son ignoradas. Mientras me lleva sobre su hombro como si fuese un saco de papas que no pesa nada, mis lagrimas abandonan mis ojos al ver que baja las escaleras hasta la sala, pero no se detiene ahí, sigue caminando hasta una puerta que lleva a otras escaleras, donde la luz natural no llega, mi corazón sube a mi garganta al sentir la humedad en el aire y chillo de dolor cuando soy arrojada al suelo sin ninguna pisca de piedad. — Has acabado con mi paciencia — dice agachándose junto a mí y tomando mi mandíbula con fuerza — he intentado ser amable, juro que sí, pero las niñas mimadas como tu solo sacan mi lado… bestial — el brillo de sus ojos me asusta, incluso puedo jurar que el tono de su voz ha cambiado y lloro en silencio. — Por favor… — Cuando se me pase el malhumor, quizás envié a Eda a que te traiga algún abrigo y algo de comer —. ignora mis suplicas y se pone de pie para subir las escalera, cuando va a medio camino, se detiene, voltea y dice — espero no le tengas miedo a las ratas y a las arañas. — termina de subir y sale por la puerta cerrándola, o bien, azotándola. El cuerpo me tiembla y no sé bien si es porque dijo la verdad o porque mi mente me juega una mala pasada, pero los ruidos no se hacen esperar y el pánico de que aparezca una rata me hace encoger en el lugar. Una hora… dos horas… tres y cuatro. El tiempo pasa, mis pulmones duelen al intentar respirar con normalidad, pero el olor a humedad me lo impide; mis parpados pesan, pero me niego a dormir en este lugar. Con la oscuridad rodeándome, me pongo de pie y camina tanteando con mis manos para no golpearme con nada, cosa que no ocurre, ya que tropiezo y caigo golpeándome con la escalera, sonrío en medio del dolor, mientras subo despacio, escalón por escalón, hasta que llego a la puerta, pero antes de poder siquiera encontrar la manija, esta se abre dejándome ver al ojiverde que tanto me irrita. — Te encanta meterte en problemas ¿verdad? — se burla de mi mientras me observa con una socarrona sonrisa y sus brazos cruzados. — Po…por fa… favor. — suspira apretando sus labios, quiere reírse, el muy hijo de puta quiere reírse. — Luego no te enamores de mi por salvarte siempre — se ríe y tomándome del brazo con algo de brusquedad, me arrastra hasta la habitación que he ocupado desde que llegue. Cuando mis manos tocan la estúpida alfombra peludita, comienzo a llorar sin poder detenerme. Esto no se termina más. Me exalto cuando la puerta se abre de golpe y Elías ingresa hecho una furia, me pone de pie a la fuerza y me tira a la cama. — ¿Q.que… que haces? — el miedo aumenta cuando se acerca y apoya ambas manos a los costados de mis piernas. — No te ilusiones, eres demasiado fea e insulsa como para que mi cuerpo siquiera reaccione a ti. — sus ojos están rojos y eso me da aún más miedo — escúchame bien porque es la última vez que lo repito. Vuelves a contestarme, a levantarme la voz, vuelves siquiera a hablar en mi presencia y te enviare con tu padre en pedazos. — trago seco y asiento despacio para ver cómo se aleja de mí y sale nuevamente azotando la puerta. Me acurruco en la cama y rezo para que esta pesadilla acabe. No sé en qué momento me quedo dormida, pero por un par de horas, siento paz, siento tranquilidad. Por un par de horas no siento nada y desearía quedarme así, para siempre. … Despierto desorientada. Otra vez. Pero a medida que voy despabilando, recuerdo la situación en la que me encuentro y solo me quedo ahí, abrazándome a mis piernas, intentando no derramar más lagrimas para no deshidratarme No sé cuántas horas paso en esa posición, pensando y pensando para encontrar la manera de salir de acá y de todas las ideas que cruzaron por mi cabeza, una sola se me hizo aceptable. Tengo que ganarme la confianza del idiota irritante, hasta ahora es el único que me ha ayudado en todas las situación que creo yo, estuve en peligro a causa de su hermano y es el único que desafía a la bestia y este no le hace nada, incluso lo escucha. — Si me gano su confianza, quizás logre que me ayude a escapar y yo le ayudare a conseguir lo que está buscando. Solo no debo encontrarme con la bestia, frente a él no puedo disimular. Salgo de mis cavilaciones cuando la puerta se abre y Eda ingresa con una bandeja con comida, mi estomago gruñe y no hago ningún tipo escándalo o berrinche, solo como en silencio y le agradezco a la mujer que me mira desconfiada, le regalo una sonrisa que le cuesta devolverme, pero finalmente lo hace y se va. Cuando me quedo en la soledad de la habitación, saco el cuaderno que tengo bajo el colchón y comienzo a leer las notas que escribí y anoto otras nuevas. NOTA: cinco hombres al frente. Tres hombres atrás. NOTA: cambio de turno. 06 am / 14 pm / 9 pm NOTA: llave puerta de servicio. Memorizo los horarios, memorizo el recorrido, memorizo a los hombres. he notado que en los cambios de turno hay diez minutos en los que no hay nadie, ese lapso sería el que debo de aprovechar para salir. También observe que la llave de la puerta de ingreso de servicio la posee la abuela de Eda, la mujer es algo arizca, pero si logro ganármela, quizá, solo quizá logre robarla. Aun así, soy consciente de que esto me llevara demasiado tiempo. Repaso una vez más el recorrido que debería de aprenderme de memoria y guardo el cuaderno en su lugar justo a tiempo, ya que Eda ingresa a la habitación y me sonrie al ver que cene todo y no deje nada. — ¿Necesita algo más, señorita? — ¿Puedo bajar por un vaso con leche? — sus ojos me miran con desconfianza — está bien, si no se puede entiendo, no quiero meterte en problemas. — me acomodo en la cama y la escucho suspirar. — Toma el vaso con leche y sube enseguida — asiento efusivamente y me pongo de pie, aprovecho para observar todo más detalladamente, ya que las pocas veces que logre salir de la habitación, iba haciendo berrinches. Llegamos a la cocina y suspiro al ver a la abuela de Eda, quien me mira desconfiada y luego le regala una sonrisa a su nieta, quien me entrega el vaso. — ¿Cómo harás para pagarme haberte salvado el culo más de una vez? — intento no hacer ningún tipo de gesto, solo sonrío. — Por el momento, solo puedo agradecerte — sonrío a lo que él me mira con extrañeza. — ¿Quién eres y que hiciste con la ratita malcriada que siempre me insulta? — suelto una risa por su comentario, pues es verdad, siempre algo tengo para decirle. — Estuve pensando mucho y llegue a la conclusión de que, si estaré aquí por un largo periodo, podríamos llevarnos bien ¿no crees? Su cara de incredulidad me divierte, al parecer lo deje sin palabras, pero la molestia me invade cuando su risa ponzoñosa se escucha por toda la cocina, cuando termina se agarra el estómago, se limpia una lagrima imaginaria y me mira. — No — responde sin más y se marcha. Dejo caer mi cabeza sobre la isla y maldigo en susurros pensando que, si no logro caerle bien al irritante ojiverde, mi plan de huida se ira al carajo. — Eda, necesito que… — mi cuerpo se pone rígido al escuchar la voz de Elías detrás de mí, sobre todo porque se percató de mi presencia y se quedó en silencio. — ¿Qué haces aquí? — pregunta con su característico tono áspero. — Y.yo… so.solo vine por… por leche. Ya me voy — de un salto, me pongo de pie y prácticamente huyo de la cocina, o eso intento, ya que, al pasar por su lado, me sostiene del brazo. — ¿Quién te dio permiso de salir de la habitación? — trago en seco cuando pienso en que se la agarrara con Eda, pues por mi culpa la regañaran y no sé de qué es capaz este tipo — Lo siento señor, fui yo — habla la mujer cuando ve que no respondo. — Yo le pedí que me dejara salir, no te la agarres con ella. — mi voz sale más dura de lo que esperaba y sus ojos me fulminan. — Llévala nuevamente y regresa, tengo que hablar contigo. — Eda asiente y me toma del brazo para guiarme nuevamente a mi celda.
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD