20 de octubre, 2020. Un día más que tacho en el calendario que me regalo Eda y ya van pasando dieciséis días desde que estoy aquí, dieciséis días que no sé nada de mis padres, ni de Francisco y mi plan va de mal en peor. El imbécil de Kerem no cae en mi trampa, cuando creo que comenzara a confiar en mí, el muy imbécil tira algún comentario y se va dejándome como una estúpida. — Buen día — Saluda Eda entrando a la habitación. — Buen día — respondo sin ganas. — ¿Hoy saldrás al jardín? — pregunta y puedo jurar que mis ojos brillan. — ¿Puedo? — pregunto con ilusión a lo que ella asiente — Entonces no hay necesidad de preguntar. Me adentro en el baño y me saco el pijama para ponerme un conjunto de masilla y una zapatillas, en menos de diez minutos estoy lista y salgo encontrá