3823 Words
Elena En cuanto salgo del baño después de una ducha, hay dos botones en la habitación de Blaze y los dos traen mucha ropa, puedo ver la marca y la calidad, Blaze solo me señala que tome lo que quiera y lo hago. En menos de una hora se supone que Lucca Rossi pasará por mí para enseñarme los modelos de los nuevos autos… estoy nerviosa, pero emocionada. Es que… si lo pienso un momento, cosa que no debería hacer porque me pondría más nerviosa, pero han pasado muchas cosas en una sola jodida semana, apenas entre este martes y en tan solo cuatro días ya estoy en Italia conociendo a Gabriel Rossi quien ensambla y se encarga de que sus autos sean perfectos y su hermano Lucca que es el diseñador automotriz. Es demasiado. Pero… es justo lo que quería. Tomó un par de trajes Chanel, Louis Vuitton y Gucci, algo de ropa casual, zapatos que… curiosamente son de mi talla. Pongo todo sobre la cama y los botones se retiran, Blaze me mira y se acerca a mí. — Los Rossi son conocidos por estar rodeados de jovencitas como tú, no quiero que caigas en sus redes y cabe aclarar y recalcar que eres mía, ¿entendido? – dice tomando mi mentón. Asiento con la cabeza hipnotizada. – Bien Elena, nos veremos pronto. Se va de la habitación y… ¿qué esperaba? ¿Un beso de buenos días? ¿Un beso de buena suerte? Ilusa. Solo estamos juntos por un acuerdo de confidencialidad. Me pongo una de las playeras negras de tirantes con escote qué realza bien pechos, una falda azul qué me llega a media pierna y zapatillas negras, salgo de la habitación de Blaze me voy a la mía, cuando subo al ascensor contesto los mensajes de mi padre y de Teresa diciendo que estoy bien y les cuento en nuestro grupo familiar que estoy por estudiar los diseños de los Rossi. Teresa está feliz por mí, Patrick también, pero no le gusta que esté lejos de él. Llegó a mi habitación y entró para arreglarme y tomar mis cosas, cuando mi teléfono comienza a sonar y cuando veo quien es sonrió y respondo. — El primer m*****o de la familia que va a Italia sin que sea porque la policía lo busque, felicidades enana. — ¿Acaso el tío Greg está feliz por mí? – le hago burla y escucho un resoplido. — Solo me hace feliz que seas la primera que obtendrá poder sin tener que estar en prisión, ya sabes como tu padre. — Y cómo tú, te recuerdo que pasaste un año fingiendo tu muerte para estar con Wilson. — Pero no conseguí poder… en fin, traeme un buen vino de Italia, Leni y llévate un buen italiano a la cama. Sonrió cuando pienso en los Rossi. — ¿Cuándo te he decepcionado tío Geg? — No me hagas entrar en detalles de tus romances pasajeros enana, no le digas a tu padre que hablamos. — Lo sé, Greg. — Y recuerda, máscara de hielo, espalda recta, mentón en alto y no dejes qué nadie te subestime Leni, cuídate. Corta la llamada antes de que pueda despedirme. Él siempre ha sido así, recordándome el lema familiar de los Regan. Puedo llevarme un buen italiano a la cama, pero según Blaze no puedo… aunque bueno, en público solo es mi jefe ¿porque no coquetear con alguno de ellos? Estoy en la recepción con mi tablet, cuando veo dos hombres de traje en la entrada, parecen seguridad privada y enseguida veo un Maserati de lujo, color n***o, la puerta se abre y veo que sale Gabriel Rossi… Tiene una playera color blanca y unos pantalones formales negros, hablando de italianos guapo. Gabriel Rossi es uno de ellos, ambos hermanos Rossi tienen un encanto que te hace caer pero quien captó mi atención había sido Gabriel, los hombres que estaban en la entrada del hotel ahora se ponen detrás de Gabriel y caminan tres pasos detrás de él hasta que llega conmigo. — Buen día Elena – me sonríe. – Lucca no pudo venir, vengo en su lugar – estrecha mi mano y me da dos besos en cada mejilla. — Buen día señor Rossi – saludo. — Dejemos las formalidades – se quita sus lentes y baja la mirada a mis labios antes de volver a verme a los ojos, tragó saliva y le sostengo la mirada. – Soy Gabriel para ti, ahora vamos, hay mucho que recorrer. Camino a lado de Gabriel, pero algo lo hace detenerse, uno de los hombres se acerca a él y le dice algo al oído, el hombre se retira al interior del hotel y me deja entrar al auto a mí primero, antes de que Gabriel se suba puedo ver que el mismo hombre de Gabriel detiene a Freddy y trato de ocultar la sonrisa. Oh tío Greg, sí supieras cuanto me desean aquí, me dirias que no me fuera de Italia. — Entonces Elena, ¿qué clase de relación tienes con Blaze? La pregunta que esperaba. Killian Blaze y Gabriel Rossi son hombres de poder, cuando algo es de su interés deben preguntar que tienen con dicha persona para saber qué tanto puedo tener. — En público soy su novata con buenas calificaciones, en privado creo que soy con quien se acuesta. — Supongo que te hizo firmar un acuerdo de confidencialidad – asiento con la cabeza. – ¿Sientes algo por Blaze? Solo lo que mi cabeza se monta, porque bien sé que nada podría pasar con él. Así que siendo un poco sinceros… solo es lujuria. No amor. Nunca será amor. — Digamos que solo es lujuria de tener un hombre mayor conmigo – le sonrió y parece que esperaba esa respuesta. No es bueno hacer comparaciones, pero… Killian Blaze tiene 47 años y Gabriel Rossi tiene apenas 34 años. Uno me lleva poco más de 20 años y el otro poco más de 10 años. — Blaze supo bien a quien elegir, sé cuales son tus calificaciones y los buenos diseños que has hecho, tiene fallas obviamente, eres una novata pero estás aquí para aprender. — Tengo que decir que estoy emocionada, en mi sexto semestre hice un trabajo basado en tu trabajo, el Maserati Mirafiori fue el trabajo que seguí y casi obligo a mi padre a que me llevara a Italia para verlo de cerca, pero hubo una expo del Maserati en Nueva York y fui a verlo más de cerca. — Es un buen auto, ahora estamos con un Maserati Grgliasco, podrás observar todo de cerca – me sonríe. En menos de veinte minutos ya estamos en las grandes empresas Rossi, al entrar nos obligan a ponernos un casco de seguridad y veo como estan ensamblando autos, sigo a Gabriel y me lleva hasta la segunda planta, entramos en una gran sala y puedo ver los diseños de interiores, exteriores, cada pieza de ensamblaje. Gabriel deja de lado su modo coqueto y seductor y comienza a enseñarme los diseños como fue cada paso, yo tomó nota de eso y voy dando ciertas sugerencias que parecen gustarle y asombrarle un poco. Pasamos casi dos horas estudiando los diseños tanto en papel como al verlo en el auto y ver cómo ensamblan algunas piezas, al regresar de nuevo a la segunda planta, quita todos sus diseños y me pone una hoja en blanco y un lápiz, me pide hacer un mejor diseño que el suyo. — Es imposible que te supere Gabriel – digo sentándome. — Sorpréndeme – me sonríe y se sienta a mi lado. De quien he tenido ayuda y consejos han sido de Freddy quien ha estado conmigo con ciertas tareas que me han puesto para la empresa, pero tener a Gabriel Rossi mirando cada detalle que hago me pone nerviosa, pero me gusta que él no diga casi nada, solo me da consejos de como hacer más liegro cada trazo. Alguien llega con comida y mi apetito se abre, no he comida nada más que un café. Gabriel extiende una taza de café y me dice que pare un momento para comer algo. — ¿Me dirás en qué voy mal? – digo cuando tomo una tostada con mermelada. — En nada, Elena no me sorprende que por algo fueras la mejor en tu clase y que estes en la empresa de Blaze, tienes talento – sonríe de lado. – Me gustaría seducirte para que tomes la mitad de tu pasantía aquí. — ¿Cómo? – sigo sin creerlo. — Sí, por obligación debes estar seis meses con Blaze, pero puedo converse de que te vengas a Italia seis meses – se cruza de piernas y me mira fijamente. – ¿Qué te parece? — Me encantaría, digo, claramente debo consultarlo con mi padre pero me encantaría. — Perfecto – se muerde el labio y me es imposible no pasar por alto ese gesto que me hace apretar mis labios. – Quiero que vengas a comer conmigo hoy Elena, mi hermano estará presente y me gustaría hablar contigo sin secuaces de Blaze cerca. — Me parece bien. Estoy jugando con fuego, me estoy metiendo en un terreno misterioso del cual no tengo conocimiento. Una cosa es ligar con profesores, con mis compañeros, con los oficiales de la comisaría, pero esto es otra cosa muy diferente. Pero de algo estoy segura, no puedo involucrarme sentimentalmente con ninguno de ellos, son poderosos, les gusta tenerlo todo solo porque pueden y quieren y te botan como basura cuando ya encontraron algo mejor. No conmigo, vengo de una familia donde manipular viene en la sangre, mi padre manipulaba a las personas haciéndose pasar como psíquico, mi tío manipula a todo el mundo para obtener lo que quiere. Y yo… no es mi primer rodeo con mayores, pero sí será el primer rodeo con hombres de poder. Sí quiero obtener lo qué quiero, tengo qué hacerlo bien y como una vez dijo mi tío Greg, yo soy mujer y tengo más a mi favor para hacer caer a los hombres a mis pies. Al terminar todo, nos vamos a un almacén que está retirado, casi está en medio de la nada. Teresa siempre ha dicho que los hombres de poder no obtienen nada por jugar limpio, siempre hay algo que los vuelve letales. Gabriel me ha dicho que permanezca de su lado y eso hago, mientras veo como llegan tres camionetas, bajaron varios hombres que claramente van armados y veo a Blaze, Freddy y el resto con los que iba en el avión. Todos parecen personas diferentes. De la ficción a la realidad solo hay un salto y justo ahora estoy en ello. Una reunión entre mafias. No me muevo de mi lugar ni aunque Blaze y el resto pase frente a mí sin mirarme, me mantengo a la distancia y es cuando veo los diseños nuevos de Blaze, autos ensamblados que son perfectos. Freddy se acerca a mí y me hace seguirlo. — Tu acuerdo de confidencialidad que Blaze te dio a firmar, dice que no dirás nada de lo que veas – dice Freddy y me hace creer que firmé dos acuerdos de confidencialidad. – Este es el otro lado de la moneda Elena. Gabriel da la orden de que abran los autos, quitan vestiduras y todos los interiores y abro los ojos, agradezco que tengo los lentes para que no se note, están llenos de droga. Todo tiene sentido ahora. Tener conocimiento por parte de la policía me hace ver las cosas de un modo diferente. Hombres de poder. Mafiosos con máscara de magnates poderosos. — Veamos que buen producto tienes para nosotros – dice Lucca probando la droga. Mira a su hermano y después mira al resto, siento su mirada por breves segundos antes de volver a ver a su hermano. – Es pura. — Yo hago producto puro – dice Blaze. – Tienes tu mercancía Rossi. — Perfecto – sonríe Gabriel. Lo lleva a una mesa y quita la tela negra que lo cubría, hay mucho dinero, armas y diamantes. – Todo lo qué pediste. Veo que Blaze tomá un collar de la mesa y se lo guarda en el bolsillo, ordena a sus hombres de que se lleven todo a la camioneta. — No pareces sorprendida – dijo Freddy. – ¿Lo sabías? — Freddy te recuerdo que mi madre es policía, conozco como son los hombres de poder – lo miró. – No sospechaba de Blaze, pero era lógico, tiene al fiscal comprado, a la prensa, porque vaya yo fui compañera de su hijo y nada salía en la prensa – le sonrió. – Conozco mi acuerdo de confidencialidad, mi boca está sellada, yo solo vengo a aprender y estar con el mejor. — ¿Y el mejor quien es? – escucho la voz de Blaze detrás de mí. — Aún no lo sé – le sonrió. — Perfecto, pues nos veremos está noche en la cena antes del gran baile – dijo Lucca con una sonrisa. Blaze y Freddy no dejaban de mirarme, veía como Lucca se ponía detrás de mí. — Elena podemos irnos, tenemos mucho de qué hablar – dijo Lucca. — Claro – le sonreí. — Espera ¿a dónde la llevas? – dijo Blaze mirándolo. – La cría es mía. Oh tío Greg, tengo a dos mafiosos peleando por mí ¿qué más le puedo pedir a la vida? Seré la Regan en conseguir más poder sí se utilizar bien mis habilidades. — Es Italia, por ende es nuestra – dijo Gabriel. – Además la invite a comer, ya que pasamos mucho tiempo ocupados – lo miró con una sonrisa, el tono en el que lo dijo, sé que no fue nada amable, quiere hacerlo enojar. – No pudimos ni comer bien y tengo hambre. Sonrió al ver como no solo es Blaze quien está a la defensiva, sino Freddy también. Me muevo y empujó ligeramente a Lucca, él entiende mi gesto y nos alejamos un poco. — Los veré en el baile – digo sin mirarlos. — Sube al auto antes de que el loco de Blaze saque el arma – apresuró Lucca y subimos al auto. — Sí nosotros estamos locos, tú lo estás más – dijo Gabriel riendo. – A casa – dijo al chofer. – Te dije que la principessa era la caja de pandora. — Ya lo estoy viendo – me sonríe Lucca. Sé que me estoy metiendo en muchos problemas por esto. Pero maldición, no quiero estar como una niña mimada cerca de Blaze todo el tiempo además… se supone que es un secreto y este es mi secreto con los Rossi. Una de las casas de los Rossi estaba situada cerca de la playa y, según ellos, era la más humilde. Era una puta mansión, cinco pisos, 16 habitaciones, un salón para 50 personas, un jardín de dos hectareas, joder yo quiero ser humilde así… — Blaze nunca había traído a una chica – dice Lucca mientras se quita los zapatos, se sienta sobre el gran sofá y extiende los pies sobre su mesa de centro. – No se le había visto con nadie desde que su esposa murió. — De hecho tiene tan controlada a la prensa que ni un solo rumor se había escuchado de él sobre algún pareja o algo – dice Gabriel sentándose a mi lado. – Bueno tú mejor que nadie lo sabe, Blaze se mantuvo en el anonimato desde que su esposa murió, su hijo es el protagonista de la familia Blaze. — Un puto desastre – Lucca me mira. – Debes tener la edad de Matias ¿no? Gabriel me mira expectante y yo solo sonrió. Me quito los tacones y estiro mis pies. — Era su compañero de clase – digo sonriendo. — No jodas – dijo Gabriel. – ¿Matias era tu compañero de clase? – asiento con la cabeza. – Con razón te tiene tan oculto, eres de la edad de su propio hijo. — Esto está siendo más entretenido que una novela turca – dijo Lucca. – ¿Qué harás cuando Matias llegue a la empresa? Es decir, quiera o no va a ir a trabajar con su padre. — Deja eso – dijo Gabriel. – ¿Qué hará cuando se entere que te follas a su padre? Elena con el cariño que te estoy tomando, toma este sabio consejo, alejate de Blaze. — No es un pan de Dios ese hombre – Lucca miró a su hermano. – Te diremos un secreto que solo la mafia conoce. Otro secreto… siento que con cada secreto una cadena gruesa se sujeta a mi cuello. — Será nuestro secreto – dije mirándolos. — Blaze asesinó a su esposa, todo eso de su enfermedad y cada mierda de esas es solo una pinta para la prensa, Julia Blaze había engañado a Killian por mucho tiempo y cuando lo descubrió, mató a ambos – dijo Gabriel mirándome. — Sea lo que sea que tengas con él, es mejor que sea solo sexo y nada más, porque involucrarse con él, es como meterse con el diablo, no hay salida. “Has sido marcado por el diablo” esas fueron sus palabras cuando me invitó a desayunar. — Mira Elena, tú eres una chica que atrapa a la primera, eres sexy, simpática, con buen humor y todo eso te hace atractiva en nuestro mundo – dijo Gabriel. – Cuando conozcas a Nick Hunter, no dudaría que él caería en tus redes como nosotros. — La comida está lista – dijo Lucca. – Vamos a comer, hay qué conocernos mejor y después dejamos que vengan a arreglarnos para el baile de está noche – me mira. – Y sí, esto es un juego mental para que veas que nosotros somos mejores y deberías quedarte aquí. — No te faltara nada aquí – Gabriel me da un guiño y yo les sonrió. Me está gustando esto más de lo que debería… Durante la comida, conocí un poco mejor a los hermanos Rossi, sé bien que Gabriel es el menor pero por su forma de actuar y su toma de decisiones es él quien lleva la tutela de todo. Lucca es más, como diría Ernesto, “vale madre” a él no le importa casi nada, pero juega un rol importante en todo. No solo hemos hablado de que pase el final de mi pasantía aquí en Italia, sino que me han contado los secretos de la mafia. Los Rossi están en el mercado de las armas, pero también tienen mercado de mujeres que controlan con las drogas de Blaze, y ahora entiendo en dónde ejerce su carrera de bioquímico. Me han dejado un vestido Prada, muy elegante y me han dejado más vestidos de marcas carísimas, ellos simplemente lo ven como un vestido más. El antifaz que me han dado en de color vino que oculta casi todo mi rostro. La cena que se lleva a cabo es con más gente, más socios y yo me mezclo con Gabriel y Lucca quienes me presentan más personas y de un momento a otro estoy cenando en una mesa con chicas holandesas y tres franceses, hablando sobre moda. Acomodo mi antifaz y vamos directo a la fiesta, todos están ocultos y no se sabe quien es quien. Tomó una copa de champán antes de quedarme en una esquina… me gustan las fiestas, pero no este tipo de fiestas elegantes, sin gritos ni drogas de por medio. Qué aburrido. Extraño a mis amigos joder. — Baila conmigo – siento que alguien toma mi mano y cuando lo veo, sus ojos son casi negros. No le respondo cuando ya me llevo a la pista. – Pareces perdida – su rostro está completamente oculto, solo puedo ver sus ojos. — No estoy perdida, solo aburrida – dejó que guíe la pieza de baile porque no sé como mierda se baila esto. — Yo también lo estaba, pero te vi… — Y dejaste de estar aburrido – lo miró. – Amigo, varios han usado esa frase conmigo está noche. — Muy obvio parece – suspira. – Bueno, entonces te invito a irnos de aquí, el piso de arriba tiene una mejor vista del lugar. — Y tú tendrás una mejor vista desde el suelo – la voz de Blaze me estremece y la risa ronca del hombre me hace ver que se conocen. — No es tuya – dijo sin soltarme. — Lo es, suéltala. La voz de Blaze suena a amenaza, el hombre me mira y me suelta, se va sin decir nada y parece que nadie se inmuto de esto. Blaze toma mi mano y me saca de la pista para llevarme al jardín. — Odio está mierda – se quita el antifaz y me mira. – ¿Te estás divirtiendo? — La verdad no, esto es aburrido – me cruzo de brazos. — Cabróna, sabes bien lo que haces, te vas con los Rossi y… — Lo nuestro es un secreto tú lo dijiste. La risa de Blaze me hace dar un pasó atrás, me tomó del cuello y me pone contra pared, acerca su rostro al mío y siento su mirada calarme hasta los huesos. — No quieras jugar de ambos lados Elena, eres mía desde el día del club, tu vida me pertenece, así que compórtate o te esposare a mí. — No lo harías – sonrió mirándolo. Blaze levanta una ceja, no suelta su agarre, escucho el sonido de algo de metal y algo frío en mi muñeca, lo miró y él solo tiene una estúpida sonrisa. Antes de que pueda decir algo, me está besando y Dios… me tiene controlado, sus besos son la droga más adictiva. Besa mi cuello, y siento como su erección se pone dura. Estoy tan caliente. — ¿Blaze? – la voz de una mujer me descoloca un poco y Blaze pone su mano sobre mi boca. — Ahora voy Evans. — ¿Dónde coño estás? No te veo. — Dije que ahora voy. — Bien, pero ya están esperándote. Blaze me sonríe y me vuelve a besar cuando escuchamos que se fue. — Tengo un trato de armas en este momento – se aleja y veo nuestras muñecas esposadas. — Eres un hijo de puta. — Lo sé – me da un guiño. — Quítame esto. — No – tira de mi muñeca y me obliga a caminar. – Será mejor que te comportes, o te azotare que sentirás dolor hasta para respirar. Doy un respingo y veo como se pone de nuevo su antifaz antes de entrar, no toma mi mano, solo tira de las esposas. Me lleva por unas escaleras y entramos en una gran oficina, los Rossi no están aquí, solo veo más personas con el rostro cubierto. Está será una larga noche…
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