3447 Words
Killian Matias desapareció de la faz de la puta tierra. Lo único que sé es que tomó un avión a Londres y no más. El cabrón no responde nada, pero ya he cancelado sus tarjetas, lo deje sin dinero a ver cómo se las resuelve el cabrón. Yo tengo que ir a Italia está noche, ya tengo todo preparado y estoy esperando la respuesta de Elena sobre a qué hora pasaré por ella. Al menos tengo a esa cría que me mantiene tranquilo y lejos de mi puta realidad. No quiero pensar en nada respecto a mis hijos este fin de semana, cuando regrese a California voy a tener que ir a ver a Dany y hablar con ella. Pero ahora solo quiero relajarme, tres días en Italia y sobre todo con la sexy rubia que es exquisita en muchos aspectos. — Vi el acuerdo de confidencialidad que le hiciste firmar a Elena – dice Freddy entrando a mi despacho. – ¿Por qué? ¿Qué quieres con ella? — Es claro ¿no? Trabaja para mí y me gusta la forma en que lo hace, quiero su silencio, además de que su familia trabaja en la policía, quiero ver lealtad. — No habías hecho esto con ninguno de los novatos – se cruza de brazos. Claro que no lo hice, porque con ninguno me acosté… — ¿Qué quieres? – lo miró. — Te dije lo que quiero desde un inicio, pero parece que te has apañado para estar siempre con ella – me mira. – ¿Italia? ¿Acaso te estás acostando con ella? Lo he hecho diario desde aquella noche en el club. Diría qué conozco su cuerpo a la perfección, pero no, aún no. — Me conoces bien Romano, jamás me acostara con una maldita cría – me quito los lentes. – Deja de decir pendejadas, Regan no es más que una simple empleada más aquí ¿entendido? — Yo lo entiendo, pero ahora quiero que entiendas – se inclina un poco. – Te dije que la quería para mí y así la tendré, Elena Regan es mía y espero no te entrometas en esto. — ¿Me estás amenazando? No quieres que hablemos de María ¿verdad? – Freddy tenso la mandíbula. – Soy tu puto jefe y me vale una mierda que hagas con la maldita cría. Pero una cosa, si por tus pendejadas hormonales Regan se va, tú pagarás los platos rotos, porque sabemos bien cómo acaban tus parejas Freddy, yo realmente quiero a la cría en la empresa… Freddy se queda en silencio porque sabe que tengo razón. Sus parejas terminan en el hospital, en prisión, o incluso en la morgue. Soy la mejor opción para Elena y dejaré que lo intente, pero sé que Elena no le dará luz verde, ella ya es mía, estoy calado en sus huesos que no dejará entrar a nadie más. Soy el único. — Prepara tus cosas, nos vemos en el aeródromo a las 7 – le digo cuando salgo de mi despacho. Salgo del edificio y mi chofer ya espera, subo al auto y ya sabe a dónde nos dirigimos. Necesito un poco de paz, y solo cuento los minutos que faltan para volver a tener a Elena conmigo, entre mis sabanas gimiendo. Estaciona el auto frente a un hotel, voy directo al salón principal y veo a la mujer que quería ver. — ¿Tienes lo que pedí? — Siempre señor Blaze – me entrega un sobre. – Debo admitir que su chica tiene una familia curiosa, manipuladores expertos. — ¿Qué tanto? – la miró tras darle un vistazo a la información que me entregó. — A decir verdad, más que usted – se cruza de brazos. – Con respeto, usted es el hombre poderoso de aquí, pero la familia de Elena son personas simples que han conseguido muchas cosas con su manipulación y la chica es una manipuladora perfecta, cuidado y mire en qué terreno se está metiendo. — ¿Algo más? — Sí, Danielle está dandole todo a Matias en Londres, ya tiene un apartamento, seguridad de su parte y parece que está en un centro de rehabilitación – suspira. – Si me dejas puedo hacer todo, puedo ver que sucede y no tienes que ir a ver a tu hija. — Hazte cargo y manténte informado. — Claro que sí – le entregó un sobre con dinero. – Como siempre, un placer hacer negocios con usted señor Blaze. Vuelvo a mi auto y sacó lo que me dio mi contacto. Necesito saber con quién me estoy metiendo, sabiendo quien es su padre, quiero saber como es ella. Pero al ver lo que tengo en las manos tengo una cuna de víboras, manipuladores todo ellos. — ¿Qué tan manipuladora eres Elena? – sonrió para mí. Está chica será mi perdición por querer saber hasta dónde llegaría… Releo ese mensaje por quinta vez antes de llegar a su casa. No oculto nada, realmente iré por negocios a Italia y de pasó follar a Elena en Florencia, o tal vez Venecia… Llegamos a su casa, bajó de la camioneta y justo cuando voy a tocar el timbre, Patrick Regan abre la puerta. — Señor Blaze, jamás creí verlo en mi casa – dice tras verme de pies a cabeza. — Espero se vaya acostumbrando señor Regan, su hija es de interés para mí – sonrió mirándolo y veo cómo se enfurece pero lo oculta bien. — Por favor, pase, bienvenido. Entró a su gran casa, enorme para solo dos personas, pero quien soy para criticar quien tiene cinco casas y dos pent house aquí mismo… — ¿De qué trata este viaje? ¿Es necesario que vaya? — El trabajo de su hija es reconocido por algo, y quiero ponerlo a prueba en las empresas Rossi, quiero saber que tan buena será para seguir teniéndola en mi equipo. Y en mi cama… — Elena es buena en lo que hace, le apasiona todo esto – dijo Teresa cuando salió con una taza de té. – Su afición por los autos. — No atosiguen a mi jefe con tantas cosas – Elena aparece con jeans rotos, un top n***o dejando a relucir el tatuaje de rosas en su vientre, cargando una maleta y una mochila. – Buenas noches señor Blaze. — Señorita Regan – le sonrió, mirándola de pies a cabeza antes de volver la vista a sus padres que no han dejado de verme. – Su hija está en muy buenas manos, no tienen que preocuparse. — Dudo que esté en buenas manos – murmura Patrick, lo suficientemente fuerte para que lo escuche. — Solo nos aseguramos que nuestra hija vaya segura – dice Teresa queriendo callar a su pareja. – No ha salido mucho de la ciudad y menos del país. — Eso cambiará, porque estando conmigo viajará por el mundo – los miró. – Acostumbrense. — Solo es un año de pasantía – dijo Patrick. – No tiene porque acostumbrarse. — Puede que esté más tiempo. — Bien – dijo Teresa. – Es mejor que se vayan, no retrasen su vuelo. — Sí, es mejor irnos – dijo Elena. Está más que claro que no le agradó en nada a Patrick Regan y el sentimiento es mutuo, no porque me esté follando a su hija quiera ser un santo ante sus ojos. Salgo y espero en la camioneta mirando como Teresa y Patrick se despiden de su hija, nunca sabré qué es eso… Danielle siempre estuvo de país en país, pocas veces estuvo conmigo, y Matias era el único que si estaba conmigo y que siempre quise tener lejos. Elena sube al auto y me mira cuando nos alejamos de su casa. — Sé que mi padre no te agrada pero deberías ser un poco menos brusco. — No soy un santo con nadie, tu padre no es nada mío así que no tengo por qué caerle bien. Elena suspira y no dice nada, pongo mi mano sobre su pierna y tomó su mentón para que me mire. — Relajate un poco, vamos a Italia donde podré follarte en todos lados – le sonrió y la atraigo para besarla, muerdo y lamo sus labios. Me fascina está chica. – Compórtate como niña buena y te recompensare. ¿Entendido? — Sí papi – jadea sobre mis labios. La suelto y nos mantenemos en silencio hasta llegar al aeródromo, Elena baja del auto y yo me espero, saco mi arma y le apuntó a mi chofer en la cabeza. — Tú no viste nada de lo que pasó aquí ¿verdad? — No he visto nada señor Blaze, soy solo su chofer. — Bien – guardó el arma y bajó del auto. Elena me ve, puedo ver el brillo de la emoción en sus ojos, abrocho mi saco y dejo que suba primero, pero se queda quieto cuando entra, sigo detrás de él y veo que ya todos están ahí. Greco, Viktor, Alexander, Michelle, Freddy y Kyle, mi asistente. — Siéntate con Freddy – digo pasando por su lado, sentándome con Michelle. — Trajiste a tu chica, me pregunto si ¿para negocios o para follar? — Freddy es quien la quiere para eso, yo no me meto con crías. Elena me mira de reojo y se va a sentar con Freddy. — Gabriel ya está listo para todo, sabes como son los Rossi van a querer hacer una fiesta enorme. — Los italianos y sus locuras – suspiró. — Pero al menos vamos en sincronía con el vuelo de la mercancía, cuando aterricemos los nuevos modelos ya estarán llegando a sus instalaciones. — Perfecto, no quiero perder tanto el tiempo. Trato de ignorar a la cría, pero estoy atento a todo lo que dice y hace. Freddy está más que complacido de tenerla a su lado, no pasó por alto cómo se comporta Elena y parece que sí hace caso al acuerdo de confidencialidad, actuando como si nada. Quiero ver que tan manipuladora puede llegar a ser la cría de mierda. — Elena él es Greco, nuestro hombre internacional – dice Freddy. — Me hago cargo de ir a los países a ver cómo está todo – entrecierro los ojos cuando veo cómo Greco comienza a coquetearle. – Tal vez me acompañes tú a uno de mis viajes. — Eso me gustaría mucho, Greco – dice en tono juguetón y ahora siento la bilis quemarme. Y Greco no es el único, Volkov e Ivanov están como leones acechándola, listos para cazar su presa y lo que es peor, a Elena le gusta la atención de esos cabrones. Tengo que calmarme, me enfurece que se ponga así con ellos y que ellos estén listos para irse sobre ella. Llamó a la azafata de nuevo y le pido mi quinto whisky. — ¿No ha sido mucho? – dijo Michelle. — ¿Ahora me estás contando lo que hago? — Estás a mi puto lado Killian, no les quitado la mirada de encima a la chica y como todos parecen estar embelesados con ella, calma tus celos por favor. — ¿Celos? Estás loca, deberías ir con un psiquiatra. — Tú deberías, la chica tiene la edad de tu hijo no me puto jodas. — Que no me atrae esa cría de mierda y te lo voy a demostrar – me levantó y pasó entre todos ellos, me importa una mierda lo que digan aunque sí los escucho. — Parece que Killian ya va a sacar su estrés – dice Ivanov riendo. Cierro con las cortinas para que no vean nada, pero antes le lanzó una mirada a Elena qué está centrada en lo qué Freddy le dice. Me acercó a la azafata quien está mirándome con una sonrisa. — Ya sabes tu trabajo cielito – me acercó a ella y acaricio su cabello. – De rodillas. Casi la mayoría de las azafatas que trabajan para mí son esclavas sexuales de la mafia, de mis clubes privados, saben que deben estar disponibles para lo que sea cuando yo me pongo frente a ellas y está no es la excepción. Acaricio su cabello y la dejó hacer su trabajo, obligándola a que continúe aunque no pueda respirar hasta que terminó. Me subo la bragueta y la dejó hecha un desastre, salgo de ahí y casi nadie me mira porque saben bien lo que pasa cuando yo hago eso, solo tengo una mirada y es la de Elena a quien ignoró cuando pasó a su lado. Me siento con Michelle quien suspira y me mira. — Lo único que demostraste con esto es que eres un infantil inmaduro, hiciste un berrinche como cualquier niño, te quejas de Matias pero si es igual a ti – sonríe de lado y la tomó del cuello. — Mira bien con quién estás hablando, parece que tú y Freddy se pusieron juntos para retar a su jefe, cuida tus palabras o si no te enviaré a los calabozos y sabes bien que pasa ahí preciosa – siento como traga saliva. – No me retes. La suelto y ella comienza a toser, se levanta y se va de mi lado. Me quedo solo el resto del vuelo y es lo mejor, así nadie me jode con cosas infantiles. Cuando aterrizamos en Milán, fuimos al hotel que es cortesía de los Rossi, tengo la suite presidencial y Elena está justo un piso bajo el mío. Me doy una ducha y me preparo para ver a los Rossi, cuando llegó a la planta baja Elena es la única que está esperando. — ¿Estás perdido? – digo cuando me acercara ella. — Estoy esperando a Freddy. Ese cabrón no iba a perder la oportunidad… — Pues deja de esperarlo, te irás conmigo. — ¿Me iré contigo? Creí que seguirías ocupado con la azafata. — ¿Celosa? – sonrió mirándola. – Yo te vi tan bien atendida por todos los hombres. — ¿Celoso? – dice mirándome. Muerdo mi labio sin quitarle la vista de encima. — Celoso de lo que es mío solamente – me sonríe. – Vámonos, cenaremos con los Rossi. — Creí que los veríamos mañana, iba a cenar con Freddy. — Te dije que te vas a ir conmigo y punto final – tomó su brazo. – Sube al puto auto y cállate. Elena sube al auto sin decir nada más, yo subo a su lado y el chofer parte, puedo ver a Freddy que sale apenas del ascensor, idiota, no será su noche con Elena porque es mía. — Debí venir más formal Killian. — ¿Cómo me llamaste? – lo miró. — Señor Blaze – dice con las mejillas rojas. — No, dime por mi nombre de nuevo. Elena mira por la ventana y no dice nada. Y Michelle dice que el infantil soy yo. La tomó del cuello y la obligó a que me mire. — Te escucho, Elena. — Killian – susurra. – Te llame Killian. — Quiero que me llames por mi nombre cuando estamos a solas. — Creí que serías mi papi. — Soy tu papi, pero también seré Killian, soy tu jodido dueño Elena y puedo ordenarte lo que sea ¿entendiste? — Si Killian – sonríe juguetona. — Cabrona. — Imbécil. Le sonrió y la besó de nuevo. Está cría me tiene hambriento… la separó de mí para no llegar con una erección a la cena. Llegamos al gran restaurante de Gabriel, bajamos del auto y veo como sigue mirando su apariencia, si supiera que de los dos soy el único formal, porque sé como es Gabriel. No necesito ni decir con quien voy, un mesero llega diciendo que nos esperan, tomó de la cintura a Elena y la llevó hasta la mesa, Gabriel y Lucca Rossi, los dos italianos ya están bebiendo y posiblemente drogados. — Ciao bello – saluda Gabriel con una sonrisa. – Chi è la donna sexy che è con te? — È mio, quindi non pensare nemmeno a toccarlo. – digo mirándolo. — Paz amigo – sonríe y se levanta. – Gabriel Rossi – estrecha su mano Elena quien está mirándolo como una idiota. —Elena Regan – dice sin dejar de mirarlo. — Por favor tomen asiento. Elena está por sentarse a mi lado, pero la tomó de la cadera y la siento en mi regazo, sus mejillas se encienden y le sonrió. — Tu posesividad da miedo – dijo Lucca. – La chica es tuya, lo entendemos. — Tu hermano a veces no tiene claras las cosas – digo tomando una copa de vino. — Siempre las tengo claras – dice fumando un puro. – Pero no lo sé ahora – le da un guiño a Elena qué la sonroja aún más. — Vamos al punto Rossi. — Joder, que amargado eres – suspira. – La merca llegó, mañana vamos a revisarla juntos. Los modelos de los autos nuevos aún no los ha visto ni la prensa, serás el primero. — Perfecto, quiero que ella los estudie. — Principessa intelligente – sonríe Gabriel mirándola. — Sì, lo sono, ero il primo della mia classe – dijo Elena con una sonrisa coqueta. — Hablas italiano – dijo Gabriel emocionado. – Ahora me gustas aún más y claro, dejaré que veas todos los modelos que quieras. Me harta Gabriel a veces y ahora más, porque no importa que tenga a Elena en mi regazo actúa como si no estuviera y sigue coqueteandole. — Vamos a cenar, muero de hambre – dijo Lucca. Gabriel chasquea los dedos y los meseros llegan con la comida, Elena quiere bajarse de mi regazo pero se lo impido. — ¿Me tendrás como una cría en tus piernas toda la noche? — Sí – digo tomando otra copa de vino. Elena suspira pero no dice nada más. — ¿Dé dónde la sacaste? – dijo Gabriel. — No lo saque, ella llegó a mí – digo mirándolo. – Sabes bien que todo lo bueno llega a mí. — Sí que lo sé – me sonríe. – En fin, planes de mañana, los quiero a medio día en las instalaciones, veremos la mercancía nueva, pero si quieres que tu chica estudie los modelos nuevos, Lucca irá por ella en la mañana y será cuidadoso, lo prometo. Italiano de mierda… — No irá solo, Freddy estará con ella. — Bien, no tengo problema con ello – me sonríe. – En la noche hay un baile de máscaras y los quiero a todos ahí, porque nos vamos a ver con Nick Hunter. — El desgraciado de Hunter ya dará la cara ¿eh? — Nick Hunter – Elena me mira. – ¿El hombre que robó los diseños de tus modelos en el 2010? — Robo más que sus diseños – dijo Gabriel. – Espero no se haga una masacre, no quiero ensuciarme las manos. — No pasara nada – le aseguro. — Y nosotros tenemos que ir a los laboratorios – me mira a mí. – Te necesito. — Ahí estaré. — Bueno ese es el itinerario de estos días, ahora por favor disfrutemos la cena. Elena se remueve sobre mis piernas y entre más lo hace más duro me pongo. Ella lo siente y no se detiene, tengo que sujetar sus caderas y darle una mala mirada para que se detenga. Gabriel y Elena parece que se llevan bien, lo cual me castra más, porque Gabriel solo quiere una cosa y no se la daré. Elena es mía. De nadie más. Acabamos la cena y nos despedimos de los italianos. Subimos al auto y le digo al chofer que conduzca rápido. Elena tiene una boba sonrisa en la cara y se la voy a borrar en cuanto lleguemos al hotel. Son las 2 de la mañana en Italia, tomó a Elena a la fuerza y lo subo hasta mi suite, apenas se cierra la puerta ya le estoy arrancando la ropa con los dientes, lamiendo y probando su piel. Elena se pone a cuatro en la cama, ofreciéndome su culo, azotó sus nalgas hasta que se ponen rojas, ninguno dice nada solo disfruta el momento. Pasó mi polla por todo su coño húmedo, mojándolo con sus fluidos y entró en ella, sintiendo como me aprieta, tan delicioso y rico. Sujetándome de sus caderas arremete con fuerza en su interior, Elena no calla sus gemidos, ella grita y gime con fuerza sin importar que lo escuchen. La tengo de espaldas rebotando su culo sobre mí, dándome un espectáculo tan exquisito, que saboreo sus orgasmos antes de derramarme en su interior. Es mía. Es mía y de nadie más.
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