«No confíes en nadie»
Volví a escuchar esa voz en mi mente, sonaba aterrada y desesperada. Me asusto, no entendía porque esa voz insistía tanto en advertirme ¿Porque no debía confiar en nadie, cuando estaba sola y sin memoria?
La voz volvió a insistir, esta vez en tono grave, repitiendo una y otra vez la misma frase:
«No confíes en nadie»
Desee que se detuviera, que se callara, pero no lo hizo. Sonó aún más fuerte dentro de mi cabeza, me lastimaba los oídos, logre ver cosas a las cuales no le encontré ninguna lógica. La voz gritaba una y otra vez y entonces, desperté.
Abrí los ojos e inhale una gran bocanada de aire, busque con rapidez la figura de Markus sobre la cama y al no encontrarlo, mire en dirección hacia el sofá del otro lado de la habitación. Él ya no estaba.
Había sido una pesadilla lo que me había obligado a despertar, soñé una serie de imágenes sin sentido que no lograba comprender, pero me resultaban atemorizantes y como una niña pequeña, busque la única figura protectora que se me había presentado.
Inhale y exhale varias veces mirando a mi alrededor, buscando algo con que olvidar mi extraña pesadilla. Noté una cegadora luz que provenía de la ventana, con ella la habitación se apreciaba más alegre y cálida.
Con un poco de esfuerzo, me senté al borde de la cama apartando las cobijas que me cubrían, miré nuevamente el vendaje que estaba envuelto en mi pierna, entonces volví la mirada hacia la ventana, de ella emanaba una pequeña nube de polvo que parecía estar suspendido en el aire.
Atraída por la luz del nuevo día, me incliné hacia adelante con ayuda de mis manos, impulsándome para ponerme de pie. Di un paso, la herida palpitó y enseguida mi cuerpo grito clemencia, traté de ignorar aquella sensación, ahora debía aprender a soportarlo y acostumbrarme al menos hasta que la herida sanara.
Continúe caminando con lentitud, paso por paso, hasta llegar a la ventana, pero incluso antes de ver a través de ella, algo mucho más fascinante y aterrador a la vez, llamo mi atención.
Distingui la figura de una joven mujer de complexión delgada y de baja estatura. Su piel era apiñonada, casi morena. Sus ojos eran de un tono café oscuro y el cabello era castaño con ondulaciones. Su rostro se notaba demacrado, tenía ojeras oscuras debajo de los ojos y varios rasguños sobre las mejillas, la barbilla y el cuello. Fue extraño contemplar aquella imagen gracias al reflejo de un espejo, pues era mi propio rostro y mi cuerpo el que observaba, me intrigaba y perturbaba.
Un sentimiento de ahogo invadió mi mente y mi corazón, porque aquella imagen que estaba frente a mi, era el reflejo de una chica que era una completa desconocida para mi.
—Buenos días—dijo Markus al otro lado de la puerta. Su voz interrumpió el trance de contemplación en el que me encontraba— ¿Estas despierta?
Mi voz se negó a salir de mis labios y entonces al no contestar él se permitió el paso a la habitación. Entro sigilosamente, llevaba una bandeja con varios platos de comida y una singular flor en un pequeño frasco de vidrio.
Su vista pasó de la cama, hacia el lugar en donde yo me encontraba, se alteró inmediatamente al ver mi presencia tan cerca de la ventana.
—No deberías forzar tu pierna, la sutura puede abrirse.
Colocó la bandeja sobre una mesita cercana a la cama, después se aproximó hacia mí. Sin pedir permiso, me tomo entre sus brazos llevando mi delgado cuerpo devuelta a la cama. Mantuvo silencio tensando la mandíbula, su reacción me mantuvo entretenida hasta que se dio cuenta que lo observaba.
Apartó sus manos de mi cuerpo y desvío la mirada hacia la comida, pronto sus facciones se tornaron más suaves mientras acercaba un plato caldoso hacia mí.
—Abre la boca—dijo llevando hacia mis labios una cucharada de caldo.
—No—dije con la boca seca—no es necesario que hagas esto.
Mi cuerpo se encogió al percatarme que él me observaba fijamente, su mirada reflejaba comprensión pero no me resultaba tan reconfortante como antes. Sentí vergüenza, a pesar de los buenos tratos y de la forma tan sutil en cómo trataba de ser conmigo. Mi lógica apuntaba a que no debía permitir esto, después de todo seguía siendo un extraño para mi, pero por otro lado, él era mi esposo, o al menos eso fue lo que dijo, naturalmente deseaba protegerme.
—Yo lo haré— murmuró empujando la cuchara hacia mí. Abrí la boca y trague fácilmente, el caldo tenía una temperatura agradable además de que tenía un rico sabor a pollo. Cuando el caldo se terminó, arrimó un platito redondo con un poco de fruta y un tenedor. Me apresuré para tomar la punta del utensilio antes de que él ofreciera su ayuda de nuevo, tome el plato y lo arrime hacia mí, en su interior había varias rabanadas de melón y sandía.
Mantuve la mirada sobre la fruta, si él me miró mientras comía, no lo vi, traté de ignorar la sensación de ser observada por él.
—¿Aun tienes más hambre?— cuestióno arrimando un plato más hacia mí, de un guisado con un pedazo de carne con papas.
—Estoy llena, gracias— le rechace con sutilidad sin afán de ofenderlo, pero él ya había fruncido el ceño de manera involuntaria.
—De acuerdo—dijo soltando un suspiro, regreso el plato sobre la bandeja y la tomó entre sus manos, se levantó dispuesto a marcharse por donde había venido, pero entonces se detuvo un segundo y me miró—No te levantes, enseguida regreso.
Sus pasos fueron largos en su trayecto hacia la puerta y enseguida volvió a dejarme sola. Me mantuve quieta sobre el mismo lugar donde me había colocado y entonces las dudas y las preguntas comenzaron de nuevo.
Me esforze lo más que pude, en verdad lo intente. Pensé y pensé, pero nada ocurrió, no podía recordar nada, eso me frustraba tanto, al punto de querer llorar, pero en cualquier momento Markus atravesaría la puerta y lo que menos deseaba, era que él apreciara mi desgracia. No tenía mucho sentido, como tan de repente había perdido las memorias de toda una vida, mi infancia, mis padres, todo.
Fue inevitable, aunque trate de contener las lágrimas, una a una se fueron derramando por mis mejillas. Las limpie rápidamente al escuchar pasos cercanos, pero cuando la puerta finalmente se abrió, él alcanzó a ver mis ojos lagrimosos.
—¿Te sientes mal?— se aproximó hacia mí con una clara expresión de preocupación en su rostro. Oculte mi cara de su rango de visión con las manos y luego ladee varias veces la cabeza, negándolo. Si hablaba seguramente mi voz se quebraría—¿Necesitas algo?
Volví a negar con la cabeza mientras mis lágrimas empapaban mis manos.
—¿Que puedo hacer para que te sientas mejor?—dijo en un intento de reconfortarme— Me duele verte de esa manera y no poder hacer nada por ti.
Al levantar la vista y ver su mirada, azul profunda, esas imágenes sin sentido, aterradoras de cierta manera volvieron a mi mente. Me invadió un sentimiento de ahogo, como si estuviera completamente sola en el mundo, una desesperación de la cual no podía escapar y de la cual estaba siendo presa en ese instante.Mi respiración se volvió acelerada, comenzaba a faltarme el aliento, mi cuerpo temblaba; estaba siendo presa del pánico.
Mi alrededor comenzó a dar vueltas sin parar, parpadee varias veces intentando que aquella sensación se desvaneciera, pero parecía imposible,lleve las manos hacia la cabeza y enseguida senti las manos de Markus sujetando mi rostro.
—Nece... necesito aire— logre decir tartamudeando casi sin aliento,sujetándome de su brazo— no... puedo...respi...
—¡Maldición!—le escuché decir. En ese momento mi cuerpo se percibió ligero, sin fuerzas. Todo daba vueltas y de repente lo que había a mi alrededor ya no era lo mismo. Creí ver unas escaleras y un pasillo, luego una habitación más grande y luego el oxígeno volvió a entrar a mis pulmones. Mi cuerpo, aferrado a la vida, daba respiraciones profundas y alargadas, el aire entraba por mis fosas nasales y por mi garganta. Nunca había sentido que el oxígeno raspara de esa manera al ingresar.
—¡Mirame!— grito sujetando mi rostro, obligándome a mirarlo fijamente— ¡Calmate, calmate respira hondo pero hazlo lento, te dolerá si no haces lo que te digo!
Imitó el acto, haciendo movimientos con su pecho. Contraia y expandía sus pulmones, mostrándome como debía hacerlo. Emule lo que decía, una y otra vez hasta que deje de sentirme mareada, hasta que finalmente el aire ya no me lastimaba por dentro.
Fue entonces cuando note la clara preocupación que Markus sentía por mí. Mi respiración se fue normalizando poco a poco, y durante ese tiempo él no se alejó de mí.
—¿Te sientes mejor?—murmuró acariciando mi mejilla con su pulgar. Alce la mirada hacia arriba cuando escuche el sonido de los pajaritos alrededor, cómo las ramas de los árboles chocaban levemente con el aire y dejaban caer hojas hacia el suelo.
Markus, en un acto desesperado, me había sacado de la casa, tal vez una buena decisión. Di un gran suspiro, aliviada de sentirme mejor. Me aferré a su pecho apoyando mi cabeza para descansar unos segundos más y fue cuando percibí un aroma inusual. Finalmente dirigí la mirada a un lado de la cabaña, aprecie varias copas de grandes árboles que rodeaban el lugar, había una suave brisa en el aire húmedo del bosque. El olor de la tierra húmeda se mezclaba con el olor a encino y a pino. Era un aroma singular, agradable y deleitoso.
Eché la cabeza hacia atrás dejando que el sol calentara mis mejillas. Sus ojos se posaron en mí, fijos, sin mostrar expresión alguna y al verlo, mis ojos se aferraron a los suyos, hipnotizados por su atractivo pero incluso más que eso porque él me causa intriga, asombro y miedo.
—¿Que me ocurrió?— cuestione aún con dificultad en mi respiración.
—Creo que tuviste un ataque de pánico— respondió inmediatamente.—Ven te llevaré adentro.
Me tomo de nuevo en dirección hacia la cabaña y recosto mi cuerpo sobre un sofá gris que miraba directamente hacia la puerta corrediza por la que había entrado.
—Espera aquí, te traeré un vaso con agua.
Dio un par de pasos detrás de mí, al mirar por el rabillo del ojo me di cuenta que había una toda una cocina integral. Los muebles eran rusticos pero la estufa, el refrigerador y todos los utensilios electrónicos se notaban recién adquiridos. Abrió el grifo de la llave del agua y dejó caer el líquido transparente dentro de un vaso de vidrio. Cerro la llave y volvió a mi lado.
—Bebe un poco— expresó ofreciendome el vaso. Me detuve un momento para apreciar el movimiento que había en el interior, el agua aún giraba y creaba algunas burbujas de aire que reventaban al subir a la superficie.— no te preocupes, el agua esta completamente limpia. Además el dueño de la cabaña instalo un filtro antes de que llegáramos. El agua transparente es un raro tesoro que no encontrarás en la ciudad.
Tome el vaso con un poco de más confianza, ni siquiera estaba pensando en la calidad del agua, en realidad todo a mi alrededor me resultaba fascinante. Le di un sorbo, tal y como lo había prometido, el agua, aunque insabora, a mis papilas gustativas les agradaba la frescura que ocasionaba el agua.
—¿Como hay servicio de agua en medio del bosque? ¿Y electricidad?
Mostró una sonrisa y se sentó a un par de centímetros de mí.
—Hay un generador de energía a un par de kilómetros que conecta con esta cabaña y sobre el agua, también disponemos de un depósito de agua dulce. El dueño dice que el agua viene de los manantiales que hay en la montaña pero aún no lo he confirmado por mi mismo.
—¿Hay una montaña cerca de aquí?— pregunte impresionada. ¿Quien bebe agua directamente de un manantial?
—En realidad no es una montaña, es un volcán. Pero muchos se confunden, yo también lo creí cuando la vi. ¿Quieres verlo?
—Tal vez cuando mi pierna se recupere, aún no puedo caminar bien ¿Lo recuerdas?
—Oh, perdona. No me explique bien. No hace falta salir de la cabaña para apreciarla.
—¿Puedo verla desde aquí?
—Por supuesto.
Me ofreció volver a cargar mi cuerpo pero había recuperado un poco la fuerza en mi pierna como para dar un par de pasos dentro de la cabaña. Markus me tomo de los hombros para evitar que cayera por cualquier motivo. Me guío hacia la habitación que había visto antes, la que tenía la ventana rota con sangre por todos lados, sin embargo, al verla de nuevo los pedazos de vidrio ya no estaban y por supuesto la sangre había sido limpiada.
—Reemplazare el vidrio una vez que vaya al pueblo— explico como si leyera mis pensamientos sobre la necesidad que había de reparar la ventana.— Mira hacia allá.
Con su mano señaló hacia el horizonte donde se alzaba una enorme figura, en un tono azul. Habían cientos de árboles a su alrededor, como si fuera la vestidura del volcán. Era fascinante, la vista era más que cautivadora.
—Es totalmente bello.
—Cuando te recuperes, te llevaré a todos los lugares que planeamos visitar.