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Perversa Obsesion

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No confíes en nadie...

Lea escucha esas palabras en su cabeza desde que despertó en medio de un bosque, sin poder recordar algo sobre ella, su vida, su familia o el lugar en donde se encuentra. No sabe cómo llegó ahí o como se hirió la pierna,pero al verse herida debe ignorar la voz en su cabeza y buscar ayuda.

El único que se la otorga es un joven extranjero que oportunamente resulta ser su esposo, pero...

¿Deberia confiar en él? porque después de todo esa voz en su cabeza le repite sin cesar:

" No confíes en nadie"

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Prefacio
No había nada más en aquella oscuridad, nada perturbaba ese extraño silencio, no había nada en ese espacio sombrío que pudiera dañarme, nada. Repentinamente, sentí que algo helado cayó sobre mi, se deslizo por cada rincón hasta cubrir mi cuerpo en un manto frío, era como si la misma muerte hubiese soplado su aliento, un hielo gélido que poco a poco me arrastraba hacia el más profundo y puro dolor. Ese sufrimiento sólo me indicaba la crueldad de mi realidad, estaba viva. Un diminuto zumbido se hizo presente y no desapareció, de hecho, se hizo más intenso, hasta que finalmente se volvió un terrible estruendo que agito mis sentidos y pareció despertar mi cuerpo adormecido. Lenta y dolorosamente mis párpados se abrieron, vi cosas borrosas que descendían de un cielo turbulento, luego comprendí que se trataban de gotas. Intenté reincorporarme apoyando mis manos sobre el lodo debajo de mi, no obstante, tuve una pequeña visión, algo borroso y muy confuso, pero mientras los segundos pasaban comencé a creer que aquello no se trataba de una creación de mi imaginación, un sueño o una pesadilla, era algo real. En aquel momento, mis sentidos comenzaron a fallarme, la cabeza comenzó a darme vueltas y mi cuerpo se sintió demasiado pesado, casi como si no se tratara de mi propio cuerpo, sino uno ajeno. Mientras los segundos pasaban percibí otra dolencia, una zona específica sobre mi pierna que no dejaba de punzarme, el dolor era agónico. Por instinto intente contemplar mi alrededor, pero tal y como lo había visto antes todo estaba oscuro. Súbitamente un estruendo me sobresalto, me quede inmóvil unos segundos hasta que comprendí que aquel escándalo era debido a un trueno, en ese pequeño lapso de iluminación logre ver un par de hojas verdes siendo golpeadas con fuerza por densas gotas. Con esfuerzo logre sentarme, en aquella posición me sentí un poco más estable y menos endeble, sin embargo, ese incesante dolor sobre la pierna era insoportable. A pesar de estar empapada en agua fría sentí en aquella área una especie de ardor sofocante. Temerosa, mi mano comenzó a bajar lentamente, hallando que con cada milímetro que me aproximaba, mi piel se volvía más y más sensible al tacto. Cuando por fin mi mano encontró el motivo que me causaba tanto suplicio, deduje que algo andaba muy mal, estaba herida con lo que parecía ser un pedazo de cristal roto que se había incrustado de alguna manera sobre mi pierna derecha, pero...¿Cómo? Súbitamente el zumbido en los oídos volvió en compañía de un terrible dolor de cabeza. Me lleve la mano a la frente tratando de recomponerme de aquel inesperado dolor y al mismo tiempo tratar de entender porque me encontraba en aquel lugar o como había llegado ahí. Era extraño, pero de lo único que tenía conocimiento era que estaba herida y que tal vez estaba perdida. Los truenos y relámpagos advertían que la lluvia no sería clemente conmigo, por lo que trate de ponerme de pie teniendo cuidado de no lastimarme en el intento, pero mi pierna no fue lo suficientemente fuerte como para soportar el peso de mi propio cuerpo, me derribe irremediablemente hacia el suelo cayendo sobre mis rodillas, grité al sentir que mi herida palpitaba desgarradoramente debido al golpe, pero mi grito fue ahogado en el estruendo de un trueno. Sabía que no podía quedarme ahí, mojándome bajo la lluvia y mucho menos estando herida. Debía reunir la fuerza suficiente como para levantarme y buscar ayuda, pero estaba comenzando a ser presa del miedo y de la frustración, no sólo por estar en esa situación sino porque no sabia cómo me había herido. «¿Cómo llegue a este lugar?» pensé. Cerré los ojos tratando de hacer memoria, pero inesperadamente mi cuerpo se estremeció, un turbulento escalofrío recorrió todo mi ser, aquella sensación era más fría que la misma lluvia que aún continuaba empapándome. Era insólito y en cierto modo escalofriante, pero no lograba recordar nada. Suspire, de mi aliento salio vapor que me indico que debía buscar refugio, hacia demasiado frio, mi cuerpo temblaba, pero sospeche que no era por el mal clima o de mi pierna herida. Una vez más hice un esfuerzo tratando de hacer memoria, no obstante, mi mente era igual que un pozo sin fondo, oscuro y tenebroso que se negaba a proporcionarme información, impotente deje escapar un llanto deplorable. Permanecí en esa posición incómoda y dolorosa, con miedo de lo que fuera a ser de mi si no lograba moverme. Levanté la vista, un relámpago ilumino lo único que había a mi alrededor, árboles, grandes e imponentes, desgraciadamente los únicos seres vivos que se dignaban ayudarme, por supuesto, no tenían opción. Gateé hacia el más cercano a mi, cada movimiento era un tormento, pero soporte lo más que pude. Finalmente y después de mucho tiempo llegue tan cerca como para sentir una de las raíces que sobresalía del suelo, era gruesa, áspera y confirmaba lo resistente que era aquel árbol. Al llegar al tronco me aferré lo más que pude, suspire y tome una gran bocanada de aire, lo que estaba por hacer me dolería como para dejarme caer una segunda vez hacia el suelo, pero confiaba en que podría sostenerme lo suficientemente fuerte como para evitar eso. Primero alce mi pierna izquierda y apoye mi pie, eso fue relativamente fácil, pero sabia que lo siguiente no lo seria. Abrace el árbol lo más fuerte que pude, luego inhale y exhale aire tratando de darme valor, sin embargo, mi movimiento fue torpe y lento debido al dolor y a la poca fuerza que tenía, alcé mi pierna derecha para luego apoyarme sobre el pie, volví a gritar. El dolor era demasiado para poder soportarlo por mucho más tiempo. Una vez que el dolor comenzó a disminuir comprendí que era tiempo de seguir, no podía quedarme ahí ya que ni siquiera tenía idea de que tipo de peligros abundaban por la zona y no quería averiguarlo una vez que el agua dejará de caer. Me solté poco a poco, para luego dar un primer paso con el pie izquierdo en el cual cayó todo mi peso, sólo así podía sostenerme sin volver a caer, pero al dar el paso con el derecho era tortuoso, no obstante no había de otra. Continúe sin dejar de apoyarme de los árboles, bien o mal ya estaba caminando. Era difícil enfocar exactamente en qué árbol debía apoyarme, los relámpagos dejaron de verse por un buen rato y eso me dificultó aún más las cosas. Me resbale varias veces en mi trayecto, por suerte no me caí aunque estaba descalza y el suelo no era del todo firme gracias a la lluvia. Camine sin un rumbo fijo, pero algo en mi cabeza me decía que debía ir en línea recta, algo así como un presentimiento o sentido común de que si seguía esa estrategia tarde o temprano encontraría indicios de algún poblado en donde pudieran ayudarme. En mi camino lloré varias veces porque lo único que podía recordar era el momento en que había despertado y lo mal que lo había pasado desde entonces, estaba desesperada por no saber nada y con eso me refería a que ni siquiera conocía quien era yo. «¿Cual era mi nombre?»pensé cuestionándome a mi misma, esperando que tal vez con un poco de paciencia mi cabeza respondería a todas las preguntas que comenzaban a rondarme. Era patética. ¿Qué clase de persona olvida su propio nombre? ¿Su propia vida o su propia historia? No tenía noción de las horas así que no supe por cuanto tiempo camine o si realmente camine lo que yo creía, fuera lo que fuera necesitaba un descanso. Me detuve apoyando mi espalda contra un árbol, estaba agotada, tal vez sólo podría dar un par de pasos y eso sería todo, pero incluso aunque durmiera un poco seria extremadamente peligroso porque había la gran posibilidad de que mi cansancio se debiera al sangrado de mi pierna. Me pregunte por cuanto tiempo ese vidrio había permanecido incrustado en mi carne y por supuesto cuanta sangre había perdido mientras estaba inconsciente porque era evidente que la debilidad que sentía era por causa de la herida. Comprender aquello era alentador a pesar de todo, al menos no había perdido el razonamiento y por como pensaba, supuse no era una persona que pudiera llegar aquí por accidente ni mucho menos por voluntad, supuse que al menos era un poco inteligente, aunque si estaba ahí en ese estado quizás no lo era tanto como para perderme en un bosque. Volví a caminar nuevamente, esta vez con menos fuerza que antes. Realmente estaba a punto de desmayarme, cada vez me sentí débil, temía que fuera mi fin. Moriría sin saber nada de mí. ¿Quien fui? ¿Qué quería hacer? ¿Cuales eran mis metas y aspiraciones? ¿Tenía familia? ¿Alguien lloraría por mi? Tal vez las respuestas a todas mis preguntas serían contestadas al morir, pero yo no quería eso, quería una oportunidad de continuar con vida. Me tambalee al ya no poder sentir mi pierna derecha del todo, sólo percibía un cosquilleo, volví a apoyarme sobre un árbol. Me senté sobre una de las raíces y aunque deseaba llorar no podía, en plena agonía decidí que era mejor no hacerlo porque llorar sólo me provocaría dolor de cabeza y ya no deseaba sufrir más. Miré hacia el frente esperando mi final, en calma porque era lo único que podía hacer, pero a lo lejos observe algo insólito, quizás, producto de una alucinación, un delirio por perdida de sangre. A muy poca distancia había una luz hermosa, brillante y acogedora. ¿Seria realmente una ilusión? Esperaba que sí, porque no podría soportar morir sabiendo que estuve tan cerca de encontrar ayuda. Insegura de lo que divisaba, volví a reincorporarme. Estaba débil, pero al menos con la última fuerza que me quedaba llegaría a esa pequeña luz de esperanza y aunque cayera y muriera antes de llegar, al menos moriría sabiendo que lo intenté. Mis pasos eran pesados, incapaces de ir más rápido. Mi respiración era agitada y acelerada al mismo tiempo. Me quedaba poco antes de un colapso inminente, cuando pensaba que mis esperanzas eran nulas y que lo que veía era sólo un espejismo creado por mi cerebro desequilibrado y poco oxigenado, encontré lo que parecía ser una cabaña la cual tenía todas las luces de sus habitaciones encendidas, algo extraño. No obstante, algo no estaba bien con ese lugar. Había una gran ventana, estaba rota y había vidrios por todos lados. Continué mi camino y me aproxime un poco, enseguida observé varias manchas de sangre que habían ensuciado los pedazos de vidrio que aún se encontraban firmes sobre su marco, mi cuerpo se estremeció. Con la luz pude ver con más detalle mi propio cuerpo, vi el vidrio que permanecía dentro de mi carne, no era tan grande como había sospechado, pero quizás se había incrustado con mucha profundidad por la sangre que escurría por mi pierna hacia el suelo, no era de extrañarse el porque estaba a punto de desmayarme. Noté que había más heridas en mis piernas y en mis brazos, no eran profundas y tampoco me dolían mucho, quizás por adrenalina que corría por mis venas. Un relámpago seguido de un trueno me sobresalto, se había escuchado de repente y tan cerca. Gire hacia el bosque y en medio de un par de árboles note una figura oscura, alta, qué parecía correr rápidamente hacia mi, sostenía una luz, quizás un vela dentro de algo parecido a una botella, no estaba segura. La figura oscura se fue convirtiendo en el cuerpo de una persona, mi cuerpo instintivamente sintió la necesidad de huir de ahí, pero mi cuerpo ya no me respondió, se quedo inmóvil. Conforme aquella figura se acercaba comprendí que se trataba de un hombre, pero de repente a escasos pasos de mi se detuvo. Lo único que pude contemplar fueron unos ojos azules, jamás había visto un color de ojos así, era inusual, pero más que eso hipnóticos. Su mirada reflejaba tristeza absoluta aunque lo que me sorprendió de aquel encuentro fue el hecho de que no pudo mover un solo músculo para acercarse a mi y ayudarme. Mi cuerpo finalmente sucumbió ante la debilidad, estuve a escasos pasos de conseguir ayuda y tal vez una respuesta a lo que me había ocurrido, pero mi vida parecía terminar afuera en la lluvia fría, entre escombros de vidrios rotos; en un extraño lugar que no conocía y que nunca había visto en mi vida, frente a un hombre que al parecer no tenía las agallas para ayudarme. Mis ojos se cerraron automáticamente, pero no estaba del todo inconsciente, espere a que mi vida se esfumará y que finalmente llegará la calma. Dejé de sentir miedo y angustia, quizás eso es lo primero que dejas de sentir antes de morir, sólo hay un solo destino y todos llegaremos ahí y esa noche me tocaba a mí. El sonido de la lluvia se volvió como un eco que iba disminuyendo poco a poco, hasta sólo escuchar el palpitar de mi propio corazón. Era lento y muy bajo, pero aún estaba viva, sólo tenía que esperar un poco más y terminaría mi sufrimiento, al menos dejaría de sentir dolor. Incluso en un instante dejé de sentir la lluvia, era algo extraño, pero fascinante al mismo tiempo. Mi cuerpo se sentía ligero como si flotara en el aire, en aquel momento de mi transición de la vida hacia la muerte, escuche una voz. Comencé a imaginar que ya era tiempo de irme y que lo que escuchaba eran mis recuerdos. Oí claramente una voz masculina que me decía: «No te vayas, no me dejes solo» la voz lo repetía una y otra vez. «No quiero estar solo de nuevo» Al final de todo no pude recordar nada y no volví a escuchar esa voz. ¿Ya estaba muerta? No, creo que aún no. Tal vez sólo dormía, no lo sabía con exactitud, pero había vuelto a mi pequeña oscuridad, cómoda y tranquila, aunque en ese instante escuche una extraña voz femenina que me decía: "No confíes en nadie"

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