El hombre no podía creer que esa pequeña chica tuviera tanta fuerza y que supiera como sujetarlo de esa manera. Mely le tenía el brazo y su mano doblada atrás de su espalda, por lo que el hombre había quedado paralizado y también algo adolorido por la manera en que la rubia sujetaba su mano. Así que, suplicando algo de piedad por parte de Mely le dijo:
—¡Oye, oye, si me partes la mano te voy a denunciar!
A lo que Mely le respondió:
—Pues no me importa, soy buena corriendo, me pateaste duro y por eso te voy a romper la mano —comenzó a doblársela con mucha fuerza.
El apuesto hombre comenzó a gritar del dolor y como ya no resistía más le dijo:
—¡Oye, oye suéltame. No le hagas daño a mi mano que con esa toco la guitarra. Haré lo que me pidas ¿sí?!
Mely sujetándole el brazo y la mano del caballero con su otra mano le respondió:
—¿Lo que te pida dijiste?
El hombre cerrando los ojos con cara de dolor le contestó:
—¡Si, si, lo que me pidas!
Mely sujetándolo de manera muy brusca del brazo y de su mano mirando las pizzas que estaban en el suelo le dice:
—Ok, entonces… dame doscientos dólares, tienes un buen auto así que debes tener harto efectivo.
El hombre con cara de dolor, suelta una risilla burlona y le responde:
—¿Harto dinero? hablas horrible, se nota que eres del barrio —gritó del dolor, porque Mely dobló más su muñeca —¡Auch, está bien, está bien! —Puso su otra mano en su bolsillo y sacó varios billetes de cien dólares.
El total de billetes que le había dado el hombre a Mely eran: quinientos dólares. La chica enseguida se los arrebató de sus manos, puso el dinero en su bolsillo y tomó distancia con aquel hombre, quien se veía que era un chico rebelde pero de mucho dinero. Entonces, el pelinegro viéndola con mucho enojo sobándose la muñeca le exclamó:
—¡Eres una ladrona, prácticamente me robaste!
A lo que Mely alzando la motocicleta le dijo:
—Y tu un cobarde, hace rato cuando te tenia agarrado no me decías que era ladrona ¿verdad?
El hombre quien era de clase alta, no podía negar que le asustaba un poco aquella chica, a pesar de que se veía más joven y que era de más baja estatura que él, por lo que decidió no acercársele mucho para no terminar más golpeado por alguien de clase baja. Entonces, él mirándola un poco alejado de ella le respondió:
—¡Si te llego a ver otro día, me las vas a pagar. Mira que le hiciste una gran abolladura a mi auto de doscientos mil dólares!
A lo que Mely levantando aquella moto un tanto destruida le responde:
—Já, no creo que nos volvamos a ver. Esta ciudad es muy grande como para vernos de nuevo. De paso, se te nota que eres una persona de dinero, y no creo que nos encontremos en los sitios costosos que debes frecuentar.
» Y con relación a tu auto de doscientos mil dólares, pues… ¡Que tu seguro lo pague! porque yo no tengo ni un centavo. Además, mi motocicleta también se vio afectada en este choque, así que, tu no fuiste el único afectado —comenzó a recoger sus pertenencias del suelo.
El hombre mirándola con desagrado le respondió:
—Bueno, ya estás advertida. De que me las pagas algún día me las pagas. Yo soy muy rencoroso y no olvido a nada ni nadie.
Mely estaba agachada, recogiendo sus cosas personales que se salieron de su cartera, entonces, mirando al hombre con desinterés le contestó:
—No me interesa lo que digas, no te veré más—Se levantó y desafiándolo con la mirada continuó diciendo —. Si quieres cobrártelas, entonces enfrentémonos ahora de nuevo.
El hombre soltó una risilla sarcástica y mirándola con desagrado le respondió:
—No me voy a rebajar más contigo barriotera ¡Pero estás advertida!
Sacó un cigarrillo de su bolsillo, se lo metió a la boca y lentamente caminó hasta su auto. Al estar ahí adentro, el hombre observó que había un charco de agua, así que puso el auto en reversa y luego al acelerarlo para retirarse del lugar, logró mojar a Mely quien aun estaba agachada recogiendo todas sus cosas. El agua sucia que aquel sujeto levantó, le cayó a la pobre rubia en toda la cara ensuciando todo su uniforme. Por lo tanto, Mely secándose el agua sucia del rostro maldijo al sujeto quien por el espejo retrovisor veía como la chica le gritaba.
—¡Eres un idiota, poco hombre! —vociferaba Mely cerrando los puños con mucha ira.
El hombre dentro del auto burlándose de la chica decía:
—¡Estúpida, eso te lo mereces por haberle hecho una abolladura a mi auto, y encima por haberme quitado dinero. Si te llego a ver otro día va hacer peor. Nadie se burla de mí! —Y siguió su camino hacia su destino.
Asimismo, la pobre chica terminó de recoger todas sus miles de cosas, toda mal oliente por esa agua sucia que le había caído encima, y con la moto un tanto averiada en el caucho delantero, se fue arrastrándola hasta la pizzería.
—Vaya día el de hoy, por lo menos le quité dinero a ese imbécil cobarde. De ese dinero tal vez me queden cien dólares y con eso podremos comprar algo de comida mi madre y yo mientras estemos en el negocio de Esteban. —dio un suspiro.
Por otro lado, Irina quien iba caminando hasta la estación de autobuses, recibió una llamada de un numero desconocido, y al contestarla, se dio cuenta que era la señora del club de bailarinas exóticas.
—Hola chica, no pude negar que me disté algo de lástima. Tuve en tu misma situación de no tener empleo ni casa así que te entiendo. Mira, te voy a dar el empleo, pero no en este lugar si no en otro. Puedes venir mañana para que hablemos. —comentó la señora en la llamada.
Irina muy alegre por la llamada de la mujer le respondió:
—¡Esta bien señora, mañana temprano iré hasta allá! Muchas gracias por la oportunidad.
La mujer colgó la llamada, e Irina algo nerviosa por toda la situación dio un suspiro, y pensó que no le quedaba más remedio que ir mañana a ver que le ofrecería aquella mujer.