Si algo sabía Solange es que luego de aquel encuentro en la oficina de Luka, la tensión s****l subiría en ellos. No podía negar que empezaba a verlo con otros ojos. Si esposo era el tipo de hombre que cualquier mujer le encantaría tener en su cama. Su altura de más de uno ochenta, su espalda ancha y esos ojos profundos que matarían a cualquier mujer, le estaban comenzando a atraer de una manera que ni ella misma lograba comprender. Estar ahí mismo, en su habitación medio desnuda, era un momento en el que el calor de su cuerpo reaccionaba haciendo despertar su entrepierna. Luka no dejaba de observar su cuerpo casi desnudo con esa lencería tan provocativa. Sus pantalones se ajustaron en su entrepierna y su mente comenzó a jugar con él, bombardeándolo de pensamientos donde sus manos toca