—Hola bella. ¡Qué cara! — le dijo Julián antes de envolverla en un abrazo.
—Hola Juli. Gracias por el cumplido — le dijo intentando sonreír.
Le faltaba solo tres días para tener que dejar su apartamento y no había conseguido nada. La falta de dinero la limitaba y su ánimo estaba por el piso.
—¿Estás bien? — Ella se encogió de hombros —¿Quieres que hablemos...
—Mejor cuéntame para qué me llamas — pidió ella. Necesitaba distraerse, desconectar de la mierda de situación en la que se había visto obligada a estar.
—Bien. Te cuento y espero mejorarte el día —Ella se acomodó para escucharlo atentamente —. Con mis dos amigas, las que conociste el día de tu muestra, ¿las recuerdas? — La morocha asintió —. Bueno, empezamos una empresa, por ahora es muy pequeña, pero creceremos mucho, lo sé — Sonrió al ver la felicidad de su amigo —. Quería ofrecerte el puesto de jefe del departamento de fotografía — Los ojos celestes de la morocha se abrieron muy amplio —. En realidad por ahora tú serías la única en el departamento, pero en cuanto crezca te quedas con el puesto. ¿Te interesa?
—¿Acaso tú eres mi ángel guardián y yo no lo sabía? — le preguntó con una bella sonrisa en el rostro. El hombre se encogió de hombros —. ¡Claro que acepto! — gritó con los brazos abiertos.
—Genial. Mañana ven a la oficina así hablamos mejor de todo — le dijo calmado. Luego de conversar un poco más sobre temas laborales Julián decidió volver a insistir —. ¿Qué sucedió que llegaste con esa cara? — La morocha suspiró y comenzó a relatarle todo el asunto de su hermana, Manuel, Karen, su madre sacándola del departamento y ella sin opciones de dónde vivir —. Puedes venir conmigo hasta que consigas algo — le propuso.
—Oh no... Juli gracias pero...
—Nada. No hay problema, yo tengo espacio en casa y tú necesitas un lugar. Ven conmigo — le aseguró.
—Dios, siento que me aprovecho de ti — dijo ella avergonzada.
—Jamás. Eres una de las mejores personas que conozco, y, perdón que lo diga, pero tú familia es un mierda. Lo supe desde el cumpleaños de Zamira. No pienses tanto y ven conmigo — volvió a insistir.
Dos tardes después la morocha se instalaba en el amplio departamento de Julián.
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—Mañana debes ir a una cafetería nueva que abre aquí cerca. Es de los hermanos de Cami asique le daremos un trato especial — le indicaba Julián mientras reía a su chiste.
Mar estaba terminando de preparar la cena y escuchaba atentamente las indicaciones de su jefe y compañero de departamento. Llevaba un poco más de tres meses viviendo con él, en principio solo se quedaría unas semanas, pero el tiempo pasó y se sentían cómodos en compañía del otro, por lo que el plazo se extendió indefinidamente.
—Perfecto. ¿Fotos interiores, exteriores o ambas?
—Ambas — afirmó mientras sacaba cerveza de la heladera.
Al día siguiente Mar llegó a aquel lugar con su mochila cargada, sus jardineras de jean y una remera blanca que amaba. Miró el lugar repleto de personas y estudió un poco el edificio. El frente te invitaba a ingresar, mientras que los amplios ventanales permitían observar lo que ocurría dentro. De pronto una voz se escuchó hablando por encima del resto. Un hombre de cabello n***o y bella sonrisa hablaba. Su corazón se detuvo unos segundos ¿Ese era Manuel? No lo recordaba tan alto ni musculoso. Además hablaba diferente, con demasiada confianza. Algo no terminaba de encajar. Todo tomó sentido cuando el hombre señaló a alguien a su lado, alguien exactamente igual a él y ese sí era Manuel,con su hermosa y tímida sonrisa, un poco más pequeño que el otro sujeto y menos extrovertido. Ahora sí su respiración se cortó por completo. No había sabido nada de él luego de la escena en la sala, ni siquiera sabía si seguía junto a Zamira o no porque su familia le había retirado la palabra por completo. Trataba con todas su fuerzas de que aquella sensación en el estómago no apareciera, culpa de él se vió involucrada en una mierda que no tenía porqué soportar. Pero no podía, no podía evitar sentir lo que crecía en su pecho. Suspiró hondo y caminó directo a los idénticos para presentarse una vez que terminaron de dar el discurso de agradecimiento y cortar las cintas que inauguraron el lugar. Cómo opción rápida haría de cuenta que nada sucedía, luego idearía algún plan.
—Buenas tardes — dijo y ambos hermanos la miraron con expresiones muy distintas. Mientras Javier sonreía un tanto coqueto, Manuel la observaba sorprendido.
El morocho había terminado aquella relación con la castaña hace mucho tiempo. Zamira le había planteado que Mar siempre la envidiaba y por eso la mujer le había coqueteado. Él al principio no entendía aquella historia hasta que Karen decidió explicar todo, desde la mentira hasta cómo Mar había sido echada de su propia casa por su propia madre, quien ahora tenía el peor concepto de su hija. Se odiaba por lo que le había hecho a aquella mujer que era amable y tierna. Jamás se había quejado con él sobre Zamira y mucho menos le había exigido que explicara toda la situación a su familia. Ella simplemente desapareció de un día para el otro y ahora estaba de pie, frente a él, con una sonrisa hermosa en sus labios. La contempló unos segundos mientras Javier se hacía cargo de las indicaciones. Observaba sus hermosos ojos celestes, que si bien eran iguales a los de Zamira le transmitían cosas completamente distintas. Su suave piel blanca que mostraba algunos lunares en el rostro y la expresión amable mientras escuchaba a Javier hablar le hicieron sentir un pinchazo en el pecho. Él había sido una mierda con la mujer, pero ella no llegó reclamando y gritando, no, solo se presentó para trabajar con total profesionalismo. Se sintió encantado por la mujer y una mierda por él.