— Gracias por el trabajo — escuchó que Manuel le susurraba a su lado una vez que Javier los había dejado solos.
— No voy a decir que no me impresionó verte aquí y saber que eras el dueño, Julián jamás me dijo el nombre de ustedes. Si lo hubiese sabido no sé si habría aceptado — dijo ella seriamente mirándolo con esos hermosos ojos celestes. Manuel no lo sabía pero eso era una fachada que ella trataba de mantener, estaba tan alterada y nerviosa que sentía su estómago revolverse, pero no sabía qué hacer aún con toda esa situación, por hoy solo se dedicaría a trabajar.
— Entiendo — respondió él para girarse y volver al interior del lugar que ya estaba lleno de clientes.
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Manuel estaba apoyado en la barra bebiendo un poco de champagna que habían traído del bar que se ubicaba en un local muy cerca de allí. Su mirada reflejaba melancolía y el girar la copa de un lado al otro sin beber nada demostraba que no estaba en su mejor momento. Sintió que alguien arrastraba una silla y se colocaba a su lado.
— Felicitaciones, esto explota de gente — Abril lo miraba con sus dulces ojos y una enorme sonrisa. Desde su ingreso al café Manuel había sentido un cálido amor fraternal por esa pequeña mujer. Por alguna razón sentía que podía abrirse con ella al igual que lo hacía con sus hermanos.
— Gracias — dijo él devolviendo la mirada.
— Asique… la fotógrafa… — dijo divertida sin mirarlo, él abrió grande los ojos y luego rió.
— ¿Tanto se nota?
— No lo sé. Seguro que el idiota de tu hermano se daría cuenta si no estuviera tratando de llevarse a la cama a Luz, y el resto de tus conocidos no sé quiénes son asique no podría hablar por ellos, solo hablo por mí— Abril era una muy buena observadora y llevaba buena parte del evento notando cómo uno de sus jefes desviaba la mirada cada tanto a la bonita chica que sostenía la cámara.
— ¿Con Luz? — preguntó tratando de desviar el tema.
— Oooooh… no, sé lo que haces — entrecerró los ojos mientras lo miraba de frente.
— Bien, bien — se resignó. — Sí, ella — La miró fugazmente a los lejos mientras apuntaba la cámara hacia Jeremías y Marcos.
— ¿Y cuál es la historia? Si puedo saber, claro.
— Ese es el problema. Nunca hubo una historia si quiera, por lo menos no una historia directamente con ella. Siento que la cagué sin haber hecho nada — la miró con ojos tristes que conmovieron a la mujer.
— Oh, complicado veo — reflexionó Abril mirando el suelo. — Pero, ¿quién dice? Tal vez si lo intentas por fin haya una historia — le sonrió amplio.
— No quiere ni hablar conmigo, ¿cómo lo haría? — preguntó y dejó que una sonrisa de resignación se abriera paso en su rostro.
Había perdido toda comunicación con Mar, jamás tuvo el número de la morocha entre sus contactos y sabía que agregarla a sus r************* sería un gran problema para ambos. Él siempre había querido volver a verla para pedirle perdón y tratar de reparar su error, pero ella simplemente se había esfumado. Le sorprendió saber que trabajaba para su hermana, aunque ahora eso era una buena noticia.
— Puedo ser su amiga, eso se me da bien, y de allí en algún momento te hablará — le propuso Abril.
— Está bien — dijo él riendo suave —, voy a ver qué se me ocurre y si no usamos tu plan —afirmó mientras la miraba de frente con mucho cariño. — ¿Y tú? ¿Cómo ha estado todo?
— Cansado — respondió dejándose caer sobre la barra.
— ¿Y nadie te vendrá a ver para luego llevarte a casa y descansar?
— Señor Manuel, no puede coquetear conmigo si quiere conquistar a mi futura amiga — dijo con diversión. — Además no, no hay nadie y creo que será así mucho tiempo.
— ¿Y cuál es la historia? — preguntó usando las mismas palabras que ella.
— Inteligente — respondió ella tocando con su dedo índice la cabeza del morocho. — Hace como, un año y medio, más o menos — el hombre se mostraba repentinamente interesado, necesitaba despejar su mente cuanto antes — mi prometido me dejó una semana antes de la boda — la sorpresa se reflejaba claramente en la expresión del muchacho —. Lo peor de todo es que se marchó con quien, se supone, era mi mejor amiga. Cosas de la vida — dijo ella forzando una sonrisa.
Manuel contemplaba a la chica a su lado, siempre se mostraba con tanta energía, con tanta fuerza, pero en realidad tenía dolor en su pecho, lo podía saber por el tono de su voz, por cómo su mirada se apagaba, por cómo trataba de sonreír. Admiró la fortaleza que trataba de demostrar y odio a aquel hombre aunque ni siquiera supiese quién es.
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El evento se siguió desarrollando y llegaron los amigos de Camila, Julián y Azul. Detestaba a Julián, en realidad le producía una contradicción de emociones, porque el hombre le caía bien, lo conocía poco pero sabía que era un buen sujeto, aunque ahora lo detestaba porque Mar le hablaba con tanta cercanía que él sentía cómo la rabia aumentaba en su pecho. Apretó aún más su copa al ver a Julián levantar a la morocha por los aires, riendo ambos por vaya a saber uno qué cosa, y luego le depositó un tierno beso en sus mejillas. Sí, en este momento definitivamente odiaba a Julián.
— Manu, vamos a sacarnos unas fotos con los clientes — dijo Javier colocándose a su lado. Manuel asintió bastante serio, por lo menos Julián sacaría las manos de la morocha ya que ella debía trabajar.
En el camino se encontraron a Jeremías que se unió a ellos para la foto. Se pararon los tres con enormes sonrisas delante de la entrada al café. Mar miraba a través de su lente a los tres atractivos hombres, aunque admitía que el tercer hombre, el que no conocía, era el más atractivo.
— Creo que ahora comenzará un juego sobre quién se lleva a la cama a Jeremías — exclamó Javier repentinamente e hizo reír a los tres con una enorme carcajada que quedó grabada para la eternidad en una bella y fraternal foto —. Gracias Mar — exclamó el morocho levantando la mano y ella sonrió sinceramente.
Manuel se quedó unos instantes observando a la morocha que sonreía despreocupada frente a él. Ella había hablado varias veces con Javier sobre algunas fotos específicas que su gemelo quería, mientras que a él lo ignoraba a toda costa. Se sentía un adolescente idiota que no sabía que hacer.
— Oh, Dios. ¿Qué pasa con la morocha? — su hermano le susurraba al oído levemente sorprendido.
— Nada, no importa. Después te cuento — le dijo terminando allí la conversación. Debía concentrarse en el evento y luego pensaría qué hacer.