Isabella presentó a Enrique ante el rey, quien se portaba amable y complaciente con ambos, inesperadamente.
— Es un placer, Enrique, Isabella me ha hablado mucho de usted
— Su majestad, me siento realmente honrado de poder compartir este momento con usted
— Yo más, como usted sabe, Isabella es una joven respetable y no me gustaría que su reputación anduviera de boca en boca — expresó el rey
— Créame que no es mi intención
— ¿Entonces, para cuándo pretende realizar la boda? — cuestionó el rey
— En cuanto usted nos permita llevarla a cabo
— Me gustaría que fuera lo más pronto posible, ¿sabe? Pero, estoy en espera de la visita de mi prometida
— No sabía que usted estaba comprometido
— Por supuesto, desde antes de que mi padre falleciera me comprometí con la mujer que ha sido mi novia desde hace años — explica el rey — Isabella, ¿porqué no nos traes algo de beber?
— Desde luego, señor, ¿desean algo en especial?
— Uno de esos maravillosos cafés que sólo tú sabes cómo preparar
— Enseguida
— No me lo tome a mal, su majestad, — continúa Enrique — pero en todo el reino se hablan muchas cosas de usted y de las personas que viven en su hermoso palacio
— Lo sé y es una verdadera estupidez, Enrique, ¿usted cree que mi novia seguiría siendo mi novia de saber todas esas habladurías? Ella me escribe cada semana riéndose de todos esos chismes malintencionados, porque sabe que nada de eso es verdad, o dígame, ¿Isabella le ha dado entender que todo eso es cierto?
— No, su majestad, de ninguna manera
— Isabella llegó aquí desde muy pequeña, por lo que la considero como parte de mi familia, para ser sincero, creo que ella debió ser la reina al morir mi padre, ya que fue ella quien siempre lo acompañó hasta el último momento, pero no lleva la sangre real, así que no está permitido
— ¿Isabella reina?
— ¡Claro! Con su gentileza y sentido de responsabilidad haría un gran trabajo, lo sé, en cambio, yo sigo aprendiendo a ser el rey, a veces siento que sólo es un juego y otras veces me siento incompetente
— Debe ser muy difícil para usted, sobre todo partiendo de que para ser rey debe haber perdido a su padre
— Bastante, la verdad ni siquiera pasaba por mi mente el quedarme también sin él
— Yo perdí a mi padre hace unos años y también me hubiera gustado aprender el negocio de él, con él a mi lado, guiándome
— Es lo que nos tocó vivir, pero al menos usted tendrá a su madre, porque como todos saben, — suspira el rey — perdí a la mía cuando era niño
— Lo siento mucho, su majestad, no quise ser imprudente
— No lo sienta, he sido yo quien habló del tema
— Respondiendo a su pregunta, sólo tengo a mi madre y dos hermanas menores que yo
— Que dependen de usted, supongo
— Totalmente
— Con tres personas que dependen de usted ya es difícil, ¡imagínese con todo un reino!
— De verdad que comienzo a entenderlo
— No busco eso, en realidad, sólo quiero saber en qué manos estará Isabella, mi padre jamás me perdonaría dejarla casarse con un mal hombre
— Por eso puede estar tranquilo, yo amo a Isabella con toda mi alma
— ¿Aún sabiendo que todos esos rumores mal intencionados sí podrían ser verdad?
— Bueno, ella no ha sido deshonrada
— Tiene razón, ella conserva su valor, además de ser una chica encantadora
— Es una joven hermosa y virtuosa
— Y prepara un delicioso café, — comenta el rey al ver entrar a Isabella con sus bebidas — le decía a Enrique que mi prometida vendrá pronto, quizá podríamos cenar en parejas en su fiesta de bienvenida
— Como usted diga, su majestad — respondió Isabella
— A mi me encantaría, mi padre se sentirá muy feliz de vernos compartir esos momentos tan importantes, ¿no lo crees?
— Por supuesto, su padre, que en paz descanse, siempre quiso que ambos nos casáramos con buenas personas
— Entonces, no se diga más, Enrique, le haré llegar la invitación para que traiga a su madre y hermanas y allí podrá aprovechar para pedir la mano de Isabella, si usteds están de acuerdo
— Claro que sí, su majestad, me siento realmente honrado con su aprobación — expresa Enrique
— Por favor, Enrique, tutéame, seremos familia, así que no le veo caso hablarnos con tanta formalidad, siendo casi de la misma edad
— No podría...
— Es una orden de su rey
— Siendo así, Vladimir, por aquí nos vemos pronto
— ¡Muy pronto! Isabella, mi prometida avisó en su carta que llegará en tres días, así que debemos prepararnos, por favor, en un momento mandas a llamar a todo el servicio
— Sí, señor, aunque Miguelina no ha regresado
— Nos hará mucha falta, pero tendremos que hacerlo sin ella
— Si el rey lo desea, yo también podría ayudarte con los preparativos
— Te estaré muy agradecido de ser así. Entonces llama al personal de inmediato para ponernos de acuerdo
Mientras Isabella citaba a todos ante la presencia del rey, Enrique y Vladimir pensaban en ideas para el evento.
— A Alondra le fascinan las fiestas de disfraces
— ¿Alondra?
— Así se llama mi prometida, es hija de un duque, pero ya tendré oportunidad de presentarla formalmente
— Una temática de temporada
— ¿Algo como de flores y hadas acorde a la estación del año?
— ¿Y porqué no?
— Me gusta tu idea
Cuando el personal estuvo listo para las indicaciones del rey, Vladimir y Enrique acudieron a la sala donde estaban todos, Enrique se comprometió a surtir todo la concerniente a alimentos para el evento y el rey aceptó gustoso, aunque con intenciones ocultas, Isabella estaba feliz por la actitud del rey hacia su prometido, además, todo el servicio estaba contento por la gran fiesta.
En rey Vladimir II no confiaba en Enrique, solamente quería tenerlo cerca, muy cerca para descubrir sus verdaderas pretensiones.