Isabella había tenido una mejor idea que la de Josué para que conociera bien a la prometida del rey.
— Si me permite la intromisión, su majestad, creo que tengo una mejor idea para ello
— Me gustaría escucharla, su majestad — intercedió Josué
— Escuchamos — contestó el rey
— La señorita Alondra, espera que usted comience los preparativos de la boda pronto, creo que si usted presenta al señor Josué como el organizador de bodas a ella no le parecerá extraño que él se siente a cenar en su misma mesa y así podrá pasar el tiempo suficiente con ella
— ¡Esa es una estupenda idea!
— Me agrada, también — expresó el rey. — Entonces, hazme un favor y avísales a los demás que Josué se hará pasar por el organizador de bodas
— Pueden llamarme... Abraham
— Enseguida
— Y, por favor, Isabella, en cuanto llegue mi prometida me lo hacen saber
— Por supuesto
Isabella buscó a Alaisa y a Esperanza para darles las novedades, mientras ellas se encargaban de preparar la cena en ausencia de Miguelina, Isabella esperaba en la entrada para evitar que Miguelina cometiera alguna equivocación en cuanto a Josué, o mejor dicho, Abraham. — Señorita Alondra, la estaba esperando. — Alondra la miraba de oies a cabeza con un gesto odioso — Su majestad me pidió que le preguntara si desea algún platillo especial para la cena de esta noche
— Sí, ya Miguelina se encargará, ¿él ya terminó sus deberes?
— Sigue en el despacho
— Lleva horas con el consejero — replicó Alondra
— El consejero ya se fue hace rato, ahora está con el señor Abraham
Respondió Isabella en voz alta para que Miguelina escuchara
— Bien, subiré a arreglarme para la cena, bajaré pronto
Isabella acudió al despacho para informarle al rey que su prometida ya había llegado.
— ¿Y Miguelina ya está al tanto de todo? — cuestionó el rey
— Enseguida le explico
— Bien, iremos al comedor en unos minutos
— Sí, señor
Isabella, Alaisa y Esperanza le explicaban a Miguelina mientras le ayudaban a preparar el platillo de Alondra.
— Así, el rey se dará cuenta de lo malvada que es esa mujer — comentaba Esperanza
— Al fin — respondía Alaisa
Las murmuraciones continuaron hasta terminar la cena, cuando estuvo lista pasaron a servir en el comedor, donde el rey y Abraham ya esperaban. Al poco tiempo bajó Alondra percatándose del invitado. Las muchachas comenzaron a servir los platillos mientras Vladimir le presentaba al señor.
— Querida, quiero disculparme contigo porque con tantas reuniones de parlamento que he tenido, eso y mis nulo talento para organizar eventos, no había podido ver lo referente a nuestra boda, comprenderás que una boda debe ser algo especial y muy bien preparado, por eso hice venir al señor Abraham, el organizador de bodas.
— Querido, no sabes lo feliz que me haces con esta visita — expresó Alondra
— Mi prometida es la duquesa oscura, Alondra — presentó el rey
— Un placer señorita, estoy a sus órdenes
— Pero creo que deberíamos cenar, primero — aclaró el rey
— Pierda cuidado, las bodas siempre son algo muy emocionante sobre todo para las novias, por lo que siempre tengo mi pluma y mi libreta a la mano para anotar todo detalle — explicó Abraham mostrándose muy atento
— Le agradezco mucho, señor Abraham, estoy segura que nos vamos a entender muy bien
Comenzaron a cenar y mientras mantenían una conversación, Alondra quería saber cuántas bodas había organizado antes y él obviamente, tuvo que mentir.
— ... pero ya estoy viejo para seguir haciendo eso, por lo que pienso retirarme pronto
— ¿En serio?
— Sí, luego de llevar a cabo las dos bodas las importantes de mi vida
— ¿Perdón? — injirió Alondra
— Desde luego que la de ustedes es la más importante, pero la última boda que deseo organizar es la de mi hijo, usted comprenderá que para es muy importante
— Desde luego que sí — asintió el rey
— ¿Y su hijo es joven? — cuestionó Alondra
— Tiene 20 años
— Debe estar muy enamorado para estar pensando en boda — injirió Alondra
— En realidad no ha encontrado a la chica ideal, pero creo que yo sí encontré a la mujer indicada para él — dijo mientras miraba a Isabella
El rey se daba cuenta de las intenciones de Abraham, aunque no recordara que tuviera un hijo, se sentía celoso.
— ... claro, si Dios y su majestad, lo permiten — continuó Abraham
— Sólo si Isabella está de acuerdo — respondió el rey
Ésto tomaba por sorpresa a Isabella, quien no se había dado cuenta de las indirectas hacia ella y haciendo que se pusiera tan nerviosa que terminó chocando la pequesa mesa que tenía a un lado tirando y quebrando el florero que se situaba en ella.
— ¡Perdón su majestad! Pero yo...
— ¡Eres un estúpida! — exclamó Alondra a punto de golpearla
— ¡Isabella! — exclamó el rey para llamar la atención de todos y así evitar que Alondra le tocara un pelo a la mujer que amaba — ¡En cuanto termine la cena te veré en mi despacho a solas!
— Sí, señor — respondió Isabella avergonzada
Abraham se disculpaba por haber ocasionado tal situación, pero Alondra sólo quería hacerla quedar mal frente a todos.
— No se disculpe, Abraham, usted es el invitado, es Isabella la que siempre ésta causando problemas.
— Pero por favor, olvidemos el suceso para continuar con nuestra cena, ya en cuanto terminemos me encargaré de reprenderla como se debe, cariño
Alondra disfrutaba enormemente el saber que esa mujercita sería castigada por su novio, ella realmente lo disfrutaba.
Abraham se sentía avergonzado por lo ocasionado, pero debía mantenerse en su papel para descubrir todos los alcances de Alondra, aunque ya tenía una idea de su verdadera forma de ser, tan desagradable y prepotente, y podía esperar aún más.