Capítulo 5

2347 Words
—¿Ryan?— La voz fue de una mujer, una muy sorprendido y confundida mujer. Dos pares de ojos la observaron, —¿Así que es por esta razón que rechazaste a Liz?— No esperó respuesta, aunque Ryan estaba un tanto confuso también. —Ya veo, no sabia que ahora tú, uh, preferías ya sabes, a los hombres, sobretodo a los bonitos— No había que malinterpretar, ella para nada sonaba molesta, aunque su amiga haya sido rechazada. Ryan, su amigo y compañero de trabajo en la cafetería, no tenía porque dar explicaciones a nadie, era su vida despues de todo y si él quería hablar de ella o no era asunto suyo. Fue entonces cuando Ryan siguió la actual línea de mirada de su amiga Samantha, actual compañera de trabajo en la cafetería, que se percató a lo que estaba haciendo referencia. Y no, no, no era para nada lo ella estaba pensando. —Nosotros no, yo no- De un rudo tirón su mano fue devuelta a la libertad —No es lo que parece— ¡j***r! —Claro, hey, esta bien— Samantha se encogió de hombros —No le diré a nadie si tu no quieres— Uno de los perros que paseaba Ryan se acerco sus piernas, por lo que se acuclilló para acariciarlo. —Hola muchacho, ¿cómo has estado?, ¿este tonto cuida bien de ti?— Acarició ahora la expuesta panza del can peludo. Ryan se acuclilló frente a ella, también rascando la panza rosada del perro, —Ni siquiera lo conozco del todo, no te hagas ideas equivocadas, Sam— —¿Entonces de dónde lo conoces, y por qué rechazaste a mi amiga?—  Ryan suspiró —Es largo de explicar, digamos que yo y mi abuela lo entramos abandonado en la plaza, justo en ese banco— Indicó con un movimiento de cabeza, Samantha se giró a ver. —Por supuesto, muy lógico y razonable— —No estoy mintiendo— Una tercera persona se unió, Ross también ya se encontraba acariciando al peludo can —Hola— Saludó a la chica, pues era de mala educación no hacerlo, también se presentó por mismo:—Mi nombre en Ross, y desde ayer a la noche soy amigo de Ryan, y vivo con él— Sonrió en grande —Dormimos en el mismo sofá— Él quería demostrar que si eran amigos. Samantha llevó su mirada a Ryan, —Durmieron en el mismo sofá...—, Volvió al agradable chico Ross, —Mi nombre es Samantha, pero puedes decirme Sam. Y yo también soy amiga y compañera de trabajo de este chico— Palmeó el hombro de Ryan, y ella ya se encontraba sonriendo de una muy malvada, pero divertida manera; Preguntó a Ross. —Así que, ¿te gusta mucho mi amigo?— ¿Gustar?, ¿así como que le agradaba mucho? Porque si es así, —Me gusta por completo— Después de todo estaba dándole un lugar donde vivir, y también de daba de comer alimentos deliciosos. —Ya veo— Ella volvió a dirigir su mirada a Ryan —No se lo diré a nadie, seré una tumba, lo juro—  Ryan ya estaba más que enterado que aquel chico era raro, por lo que no se alarmó, tal vez su gustar era diferente del que hablaba Samantha. —Ella no se refiere a eso— Le dijo —Ella se refiere al gustar de amar— ¿Realmente estaba explicando esto a un chico que parecía ser casi de su misma edad? Ross ahora lo entendió, y él rápidamente negó con todas sus fuerzas —No, a mi no me gusta de esa manera, nunca podría gustarme de esa manera— Vamos, ¿un Legariano emparejado, unido, con un terrestre? Eso simplemente era imposible, ¿verdad? —No es lo que yo buscaría— Aunque él realmente no había buscado y no iba a buscar alguna unión. No estaba en sus planes aun. Ryan no pudo evitar sentirse un poco ofendido, —Si, bien, creo que se entendió— Una mueca molesta se mostró en su rostro. —Solo somos amigos y compañeros de piso, mi abuela decidió que viviera conmigo— Samantha fue la primera en erguirse, estirando luego un poco sus piernas, estar en cuclillas por mucho tiempo era doloroso, y mucho más si es que no eras una persona deportiva. —¿Y Liz?— Preguntó nuevamente. —Solo la veo como una amiga, ella no me atrae— Pero había más, Ryan no quería involucrarse con nadie de manera romántica, no hace mucho que había salido de una relación de dos años. No hace mucho que su corazón había sido partido en mil pedazos. Aun necesitaba mucho tiempo para recuperarse, aun la quería. —Entiendo, pero ya sabes, si quieres intentarlo— Samantha se encogió de hombros, guiñándole el ojo. —De verdad, no estoy interesado— Ryan volvió a repetir. Rebuscó en uno de sus bolsillos, encontrando su celular para luego ver la hora. No era del tipo que llevaba consigo reloj de muñeca, demasiado molesto a su parecer. —Esta bien, dejaré de insistir— Dio unos cuantos pasos hacia atrás, bebió de su botella de agua y se despidió mientras comenzaba nuevamente a trotar, gritando:—¡Nos vemos en la cafetería Ryan, y lleva a Ross, parece perfecto para ser el nuevo mesero!— Las orejas de Ross se movieron —¿Un mesero? ¿De esos que sirven comida en lugares bonitos?— Ryan no estaba seguro si la cafetería donde trabajaba fuera 'bonita', pero no podía decir que estaba mal. —Ehm, podría decirse que si— Ross dio un par de brincos en su lugar, luego de unos pasos más él volvió a brincar pero en esta ocasión fue hacia delante. Ross fue atrapado con torpeza, y él solo envolvió sus piernas por debajo de las caderas de Ryan. —Siento haber pensado que eras un tonto— —¿Pensante que era un tonto? No, espera, suéltame— Su ceño ya se encontraba fruncido. —Ya no pienso así de ti, eres un terrestre muy bueno y amable— Se separó un poco, solo su rostro del hueco del cuello, pues aun sus piernas seguían envueltas en las caderas de Ryan. —Tan bondadoso y honrado, tú si deberias ser un rey— Ryan ahora no sabia por donde comenzar hablar, ¿él un rey?... ¿fue llamado terrestre?, ¿bondadoso y honrado?, esto último fue lo más normal. Y de alguna manera no le resulto el abrazo no se sentía del todo mal, Ross era algo suave y ligero.  Las miradas fueron fijas por un largo momento, por un momento solo eran ellos dos. Pero terminó abruptamente, ya que fueron chocados con un corredor descuidado y muy distraído. Ambos cayeron al verde pasto, quedando Ross debajo, y Ryan arriba en medio de las piernas abiertas. —Auch, eso dolió...— Ross había sido el que se había llevado todo el daño. Ryan se apresuró en ponerse de pie, llevando su mirada al corredor que dio una leve disculpas y luego salió corriendo como si no hubiera causado nada. —m*****o idiota— Su mirada nuevamente recayó en Ross, y como este aun se encontraba de espaldas en el pasto le ayudo ofreciendo una mano. —Ya es hora de volver— Nuevamente, el tacto se sintió extraño. Era... —Gracias, ¿volvemos al departamento?— Preguntó Ross, sacudiendo un poco sus pantalones. Ryan negó, aun mirándole a ceño levemente fruncido —Primero tenemos que regresar a los perros con sus dueños. Entonces él llamó por su nombre a los siete perros, el primero en correr hacia Ross fue Max. —Bien, ya nos podemos ir— Él volvió a llevar a cuatro de los perros, dejando a Ross los tres restantes. Nuevamente la caminata en compañía fue agradable, Ross no dejaba de preguntar por cada cosa que veía, era como un niño en una juguetería. A lo que Ryan seriamente pensó que Ross había hecho muy bien escapar de su hogar. El pobre no sabia de nada. —Muchas gracias, uh... ¿tu nombre?— —Ross— Este le sonrió a la mujer, —Amigo de Ryan— Ahora lo había dicho con mucho orgullo, demasiado para la vergüenza de Ryan. —Nos vemos Ross, nos vemos también Ryan— La joven mujer rubio se despidió. Ryan suspiró —Ese fue el último— La última grada fue bajada, y él fue seguido. —Ahora si volveremos al departamento, y volveremos a salir a las doce— Como hoy se trataba de un jueves, él solo se ocupaba de dos de sus trabajos.  Lunes, martes y jueves y en algunas ocasiones los fines de semana, Ryan se convertía en un paseador de perros por la mañana, y cerca del medio día hasta las seis y media de la tarde él era un mesero.  Entonces empezaba su turno nocturno como repartidor de pizzas, este ultimo era el que más le demandaba, pues comenzaba a las siete y terminaba a las once de la noche, y si tenia suerte se iba a las diez. Oh, y trabajaba de repartidor de pizza toda la semana, a excepción de los domingos. Pero no, ahí no terminaba su lista de trabajos, él tambien era el niñero personal de sus sobrinos, y si, su hermana le pagaba por cuidar de ellos. Emily, su hermana, solía aparecer los miércoles y viernes, sabiendo que tenía las tardes libres esos dos días. ¿Era un chico que se esforzaba? Totalmente, era esto o estudiar, y digamos que él aun a sus diecinueve años, pronto veinte, se encontraba muy indeciso a la hora de seleccionar una carrera adecuada. Aun no se vea siendo bueno en algo, ¿si qué eso le desanimaba en algunas ocasiones? Por supuesto, y sus padres solían recordárselo muy continuamente cuando le llamaban para preguntar como estaba, o aparecían en su departamento sin previo aviso. Tenía bastante suerte en tener una buena hermana mayor y a su amorosa abuela. Pero ahora... ahora él tenía a otra persona que tenía buenos pensamientos de su persona. Ese era Ross, un chico que no dejaba de presionar los botones del ascensor. Tal cual un niño, si no fuera porque no lo hacia por diversión, solo no sabia utilizar un ascensor. Luego de subir y bajar pisos, Ryan fue paciente y explicó la mecánica del ascensor, de como era su funcionamiento y lo que debería de hacer cada vez que lo usase. —Entiendo ahora— Ross lo entendió por completo, tan fácil como domar un Fultix -una gigantesca ave de plumaje muy colorido y brillante-  —Bien— Caminó hacia la puerta de su departamento, y fue observado muy meticulosamente. Ross quería aprenderlo todo, hasta el abrir de una puerta, y él podía, tenía la inteligencia y agilidad mental para lograrlo en un tiempo relativamente muy corto. —Puedes descansar un poco si quieres, tenemos un par de horas libres antes de volver a salir— Ryan se perdió en su habitación, sin percatarse de que aun estaba siendo perseguido. Por lo que sin problema alguno él comenzó a desvestirse, necesitaba cambiar su sudadera blanca, pues esta había sido manchada con lodo, las huyas de sus perros eran muy visibles.  —Lo olvidaste de nuevo Ryan, no uses ropa blanca cuando paseas a lo perros— Se dijo a sí mismo, regañándose. Escuchó una risita detrás suyo. —¡Ah!— Suerte y cayó sobre su cama. —¡m****a!— Ese había sido un gran susto. Ross rió mucho más fuerte, este humano era gracioso y tenía un buen cuerpo. Lo observó por completo. —Tú necesitas aprender sobre el espacio personal— Ryan por lo visto su era un hombre con mucha paciencia, aunque seguía dependiendo de la situación. —¿Qué quieres?— Y no supo porque, pero uso sus brazos y manos para cubrir su muy d*****o pecho. —Eres atractivo, tienes un buen cuerpo— Ross siempre había sido muy sincero a la hora de adjetivar o verbalizar a algo o a alguien, ya sea a un conocido o no. Siempre hablaba un poquito de más, aunque hasta ahora no había molestado a nadie. Él solía ser muy amable también. —En cambio yo no tengo ni un musculo— Expuso la piel de su abdomen, la zona se mostro plana. Y aun no sabia él porque, él solía moverse mucho, aunque últimamente se había encontrado muy deprimido. Ryan tuvo un pensamiento... ¿Esto se clasificaría como un momento homosexual? Negando decidió que no, ya que fácilmente esto podría pasar en cualquier grupo de amigos, solo eran palabras y ya. Pero hey, él no era un homofóbico o tenía algun tipo de odio hacia la comunidad l***q. La realidad es que él no le daba mucha importancia, simplemente no tenía una maldita mente cerrada y opinaba que el amor era amor sin importar el género. Después de todo, ¿quién era él para oponerse a ello? Vamos, no era un imbécil sin cerebro. —Gracias, supongo— Dejó su desnudez a la vista y tomó asiento en su cama, —Y.. si tal vez siguieras una rutina dura de ejercicios podrías tener algo de musculatura— Se puso de pie y caminó hacia su armario, buscando alguna playera. —Yo suelo hacer algo de flexiones y abdominales cuando tengo tiempo, oh, y tengo un saco de boxeo el cual también uso habitualmente— Él no llegaba a ser un fanático del deporte, por lo que hacia pequeñas cosas para mantenerse en forma, y la verdad es que había comenzado con ello por obligación, su abuela solo no quería que su joven y come chátara nieto se enfermara, o algo así. A Ross le gusto la idea, aun no sabia que era un saco de boxeo, pero algo le decía que era algo para golpear, y él era bueno golpeando, pues todo Legariano de la realeza era entrenado desde temprana edad. —¿Yo podría hacerlo contigo?— Ryan dejó a la vista su mirada muy asombrada, sus parpados muy abiertos —¿Hacerlo conmigo?— —Si, ¿podemos hacer ejercicio juntos? Flexiones y dar muchos golpes— Mostró sus puños. Diablos, ¿desde cuando sus pensamientos se salían de control? ¿era un idiota malpensado?. —Claro.. podemos— Puso los ojos en blanco y prosiguió a ponerse su playera gris, la cual usaba de vez en cuando para dormir. Luego de este momento, ellos solo permanecieron en el sofá viendo la televisión, y de vez en cuando Ryan se entretenía con su celular, él cual fue robado de sus manos repetidas veces. Por suerte uno de los gatos de su abuela se apreció en la ventana, maullando para que le dejasen pasar. Ross se encontró muy entretenido con el minino mimoso, pero entonces Ryan también; Dejando de lado su celular solo para mantener una agradable conversación con Ross en medio de ronroneos felices. El tiempo paso, ya eran las once y media, y a las doce Ryan comenzaba su jornada de mesero en la cafetería. Llevó con él a Ross...
Free reading for new users
Scan code to download app
Facebookexpand_more
  • author-avatar
    Writer
  • chap_listContents
  • likeADD