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A boy from another Planet

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Blurb

No queriendo vivir bajo las órdenes de su clan; Ross'Vent, príncipe de Legania, decide escapar de su planeta. Su huida causó que dos planetas entraran en conflicto, pero para cuando aquello sucedió, Ross'Vent ya se encontraba muy lejos de su hogar. Ahora, en un nuevo planeta, él encontraría la libertad y porque no... el amor.

Sin buscarlo, Ryan en su rutina matutina por las mañanas, él se topa con un muy ruidoso chico de ojos grandes y de iris azulados, muy azulado, y podía decir que era como ver dos galaxias. No iba a negarlo, algo en él le llamo la atención.

Dos seres de distintos planetas poco a poco se encontrarían sintiendo algo más que una inesperada amistad, pero... ¿Qué pasará cuando Ross sea encontrado por su familia?... ¿O cuando Ryan se enterase de lo que en realidad era Ross?...

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Capítulo 1
Legania se caracterizaba por ser unos los planetas con mayor poder, ya que en él habitaban comandantes de alto rango, los guerreros más fuertes y hasta los mismos reyes que combatieron en las más importantes guerras de hace miles de años atrás; Trayendo la victoria, la libertad y la paz a su casi vencido planeta. También sobresalía por sus avances tecnológicos, iban más allá de otros; Aun aun les quedaba universo para recorrer. Definitivamente no había ser o r**a que no quisiera permanecer el Legania por el resto de su vida, ya que también la pobreza se había extinto ahí. Eran una población conforme y con una vida a gusto. Pero lamentablemente, o no, no todos se parecían o compartían los mismos pensamientos. Este era el caso de Ross'Vent, príncipe de Legania, hijo de los poderosísimos guerreros actualmente reyes del planeta; Dailays'Vent (Madre) y Orionius'Vent (Padre). El príncipe Ross'Vent no quería permanecer al Clan Familiar, no de la manera en que se le fue anunciado... —Ross'Vent, tu prometido ya fue seleccionado; Será el príncipe, futuro rey, Valdus del planeta Hurus— Le escuchó decir a su madre. —La ceremonia de unión se celebrará aquí en el palacio, cuando los soles de nuestro planeta permanezcan unidos. Y las puertas estarán abiertas para nuestra población, sus ofrendas serán bien recibidas. Nuestra tradición así lo manda— Era momento de hacer algo, él no quería un prometido, mucho menos una atadura hasta el fin de sus días. Aun siendo su destino, su razón para existir... No iba a aceptarlo, no quería esta vida y no la tendría. Sus sueños eran distintos, tal vez otros querían estar en su lugar, pero él no. No quería vivir una vida donde se basaba en obedecer órdenes o seguir el legado familiar, y mucho menos sin haber hecho ninguna elección propia. Él no había soñado con esta vida, con este futuro... eso no era vivir, por lo que entonces era su hora de actuar para cambiarlo. Pues sabía que si no hacía nada al respecto por su propia cuenta, su futuro se vería dirigido por órdenes y leyes absurdas. Quería mirar el mundo, recorrerlo todo, conocer cada una de las galaxias, estrellas, soles y planetas... Quería ver lo que se encontraba más allá de su alrededor. A su joven edad conocía muy poco, pero se le podía decir que era un extraordinario ser. Cada planeta que visitaba, era una enseñanza nueva, ya que se dedicaba a aprenderlo todo; Sus costumbres, rasgos, orígenes, su historia, y sobre todo, su vocabulario, su cerebro alojaba más de cien idiomas (a elección propia, es decir; Como su tecnología era muy avanzada solo era cuestión de una auto implantación cerebral de un multi-idiomas) y miles de historias. Era muy poco para él. —No pertenezco a Legania— La mirada y el tono de voz del príncipe Ross'Vent era sombría, apagada, y triste sobretodo. Su decisión había sido tomada, él se iría y dejaría atrás a su familia, a su Clan. Con ojos tristes observaba el pronto crepúsculo. —Uriel, ayúdame a escapar del planeta— Pidió casi es suplica, pero la melancolía era lo primero que emanaba su cuerpo. Uriel'Grïnl, familia de los seres de luz, una antigua r**a que había sobrevivido al no permanecer a un solo lugar. Pero en la actualidad ellos provenían del planeta Eris. Él, Uriel'Grïnl, era y es un buen amigo y compañero —Ross, ¿de qué estás hablando?— Su sorpresa dibujó sus expresiones. —Estás pensando en- —Si, tú lo sabes, sabes que no soy feliz con esta vida, y ahora mi compromiso con un desconocido ha sido anunciado. No quiero atarme al tal Valdus— Se alejó de la alta ventana dorada, dejando de observar a los pacíficos habitantes de Legania. —Me iré a este planeta— Estaba decidido. Ondulando su mano para luego dejar su palma hacia arriba, una imagen de color azulada se formó y mostró. —Te hable de este planeta, lo llaman Tierra. Me gustaría conocerlo y ahora es una muy buena oportunidad— Realmente no le hubiera gustado hacer tan esperado viaje en tal situación, pero no le dieron opción. —Entonces... ¿te iras y me dejarás?— Uriel había sido su amigo desde tiempo inmemorables, o al menos ellos lo veían así ya que sus clanes y habitantes se habían unido ya hace millones de años. —Y no- empezó a negar antes de que su amigo dijera sus próximas obvias palabras —No puedo ir contigo, Ross— Una ola fría pasó por su cuerpo. El Príncipe Ross desapareció las imágenes de azul brillante, y tomó ambas manos de su amigo, trasmitiéndole el dolor que sentía al irse sin él. Uriel, no tenía las mismas habilidades mentales, pero en su rostro se podía ver el sentimiento del abandono. —No soy feliz, Uriel— Por mucho que repitiera aquellas palabras, la culpa aun lo atacaba con viveza. No era culpa de nadie el que no lograra ser feliz, era suya, únicamente suya, él era el que tenía impensables pensamientos y expectativas diferentes a los demás. Estaba muy al tanto que con su ida de Legania, él decepcionaría a muchos, sobretodo a sus padres y hermanos. —¿Y cómo sabes que serás feliz en el planeta Tierra? Tú, nosotros, aún no sabemos muchos de sus habitantes, pueden ser malvados e herirte, como casi sucedió en Cogrót— Se miraron, una sonrisa ondulo por sus labios, recordando aquel peligroso momento. Ellos por poco habían sido devorados por distintas aves gigantes del planeta. Si, no todos los planetas, o galaxias tenían habitantes buenos y honrados, o eran razas avanzadas como ellos, siempre había un poco de todo. —Sabré defenderme— Respondió escuetamente, no muy seguro de ello, pero aún así muy decidido —Si me encuentro en graves problemas, tal vez vuelva...— —Tal vez...— Uriel no lucharía, no retendría a su amigo, tal vez no estaba de acuerdo de la manera en que Ross resolvía las cosas, pero sí sabía que su amigo no estaba siendo feliz y por ello debería darle una oportunidad. Su Clan no perdía el tiempo, y su familia tampoco, ellos simplemente no paraban de presionarlo y él estaba mucho más cerca del precipicio galáctico. —Esto, no es una buena idea, pero si es tu decisión... te ayudaré— Quiso tan ir con Ross, pero él no tenía una carga en su espalda, su vida en Legania era buena y cómoda... Al menos era lo que él se decía a sí mismo. —Gracias, Uriel— Ambas palmas reposaron en el rostro contrario, luego sus frente se unieron. Sentimientos. Ellos se extrañarían mucho. Al separarse, Uriel indagó —Ahora dime, como te puedo ayudar— Ross no había perdido el tiempo, él ya tenía todo planeado y trazado. Ambas palmas miraron hacia arriba, nuevamente una imagen difusa empezó a tomar forma y el tono era el mismo, líneas azuladas. —Tenemos que llegar hacia el punto más alto del palacio, ahí está- —El Puente a otros planetas y galaxias— Asintió luego de un largo suspiro —Lo imaginaba, después de todo no hay otra manera de teletransportarse de planeta a planeta, o de galaxia en galaxia— La teletransportación era muy conocida en distintos planetas, era tecnología sumamente avanzada y muy costosa, se decía que la energía obtenida para cada uso era tomada de una estrella, la cual luego dejaba de existir. Por ello, los viajes por medio de la teletransportación eran vigilados con mucho rigor. Pero aun así, existía otra manera de viajar años luz sin necesidad de un teletransportador... —La hay— Ross se mostró un tanto serio, pero sobretodo deprimido. —La conexión que adquieres con tu pareja es única e inigualable, permitiéndote ir hacia donde se encuentre tu unión, y no importa lo lejos que se encontrara, solo lograras percibirlo sin dificultad e irás hacia sus brazos— Recitó de manera resumida lo enseñado desde su niñez. Pero tal unión mágica y poderosa no se había visto en millones de años, dejándola como una simple creencia antigua, casi falsa. Uriel asintió, compartiendo y entendiendo el sentimiento anhelado; Él esperaba pronto encontrar su profunda unión real. —También decían que si ellos eran separados, morirán al mismo tiempo— murmuró. Dedicándole minutos de conversación a aquel tema, ellos terminaron nuevamente frente a la gran y larga ventana del cuarto de Ross. Pensamientos perdidos, sentimientos melancólicos y mirada de anhelación. —Dejemos esto para otro momen- Uriel acalló, siendo nuevamente consciente de que tal vez no tuviera otro momento futuro junto a su amigo, —Solo empecemos a planear tu escape, o mejor dicho, el cómo haremos para poder pasar la custodia— —¿Se te olvida que tu mejor amigo es el príncipe de Legania?— Uriel negó —Eres el menor de tus hermanos, aun no tienes autorización para ir más allá— Le recordó. Ross zumbó desganado, era cierto, aun siendo un príncipe él no tenía permitido ir a lo más alto del palacio. Al parecer aún no tenía la edad suficiente para ello, tampoco sabía de que era tener responsabilidades. Entonces el típico y repetitivo discurso de sus padres atravesaron sus oídos. —¿Entonces qué haremos?— Dejó de lado su vista hacia el exterior a través de su ventana y caminó hacia la blanda superficie donde dormía, esta tenía una forma extraña, casi ondulada pero en cuanto él subió ahí, está pareció ajustarse, tomado una forma recta, aun con la superficie sumamente suave. Uriel le siguió, pero en su camino tomó un cuaderno y algo para escribir. Rápidamente se juntó con su amigo. Él comenzó a trazar líneas, —Este es el guardián, detrás suyo está la puerta del más duro acero— Dibujó malamente la puerta —Yo lo distraeré, para ese momento tu ya debes tener la gema de la puerta. Luego llevaré conmigo al guardia al piso de abajo— Más líneas se trazaron en la fina hoja —Tendrás que ser rápido, ¿entendido?— Ross asintió, de pronto los nervios le atracaron, él solo tenía una única oportunidad, no dos, sólo una. Y si era atrapado... podría haber grandes problemas sobre sus hombros, pero no solo él sería rigurosamente castigado; Uriel, su amigo podría correr con consecuencias mayores, pues el no era un príncipe o alguien de desentendió importante. —¿Estás seguro de querer ayudarme, Uriel?— El arrepentimiento lo golpeó. —Ross, se que tu harías lo mismo por mi, o tal vez algo mucho más alienado— El príncipe bufó —¿Ahí algo mucho más grave que huir de tu planeta y cancelar la unión elegida?— Uriel sonrió sin humor —No se me ocurre nada ahora, pero eso no es lo importante. Te ayudaré porque te quiero Ross, mi mejor amigo de siempre— —También te quiero amigo— Y solo un toque suyo cobre la mano contraria bastó para enviar el gran sentimiento. Luego de que el plan sea perfectamente planeado con mucha más precisión, ambos tomaron su último descanso juntos en medio de un abrazo incómodo. Pues eran piernas sobre piernas y manos por todas partes. Su amistad era fuerte y llena de sentimientos, de echo había habido uniones de bocas entre ellos, solo era parte de una antigua costumbre del planeta Yothun. Habían llegado ahí en su último viaje intergaláctico. ... Fue cuando el primer sol se vio en el horizonte, que el púrpura tiñó con diversas tonalidades las ciudades, y su brillo afloró en lo más alto del palacio. Para cuando el segundo sol se hizo ver, el movimiento en el planeta Legania ya había comenzado. Ya que si todos ahí vivían de buena manera era por el esfuerzos de los trabajos que realizaban con puntualidad y eficiencia. —Príncipe Ross'Vent, su Reyna Dailays'Vent llama por usted— Su guardia le había anunciado. Ross ya se encontraba despierto, y de hecho su amigo ya no se encontraba, él solía ayudar a su padre por las mañanas. —Enseguida iré con ella— Vio la reverencia de su guardia antes de salir. —Debo despedirme de todas formas...— No se tardó mucho en verse presentable, solo se vistió con una larga túnica de seda blanca con hilos dorados y un cinturón de oro que remarcaba su cintura; Luego había procedido a ponerse algunos accesorios de oro y diamantes. Suspiró y respiró hondo antes de ingresar a los aposentos de su madre, una máscara cubrió su tristeza. —¿Cómo te encuentras hoy madre?— —Toma asiento—. Ella nunca dejaba de ser recta, rigurosa y fría. Ross'Vent hizo lo ordenado, en silencio esperó a que su madre comenzara a hablar, supuso rápidamente el tema a tratar. Y lo confirmó al escuchar la palabra 'compromiso' salir de la boca de su madre, luego de un largo discurso de parte de ella, fue el turno de su rey, de su padre, hablarle. Él era igual de frío. Ambos emanaban superioridad y desdén. —Los veré en la hora de la comida— Ross caminó hacia la puerta y mostró su decaída expresión, pero se detuvo a mitad de camino, girando les miró nuevamente —Y-yo...- Negó y volvió a retomar sus pasos, susurrando un —Los quiero...— Las grandes puertas se cerraron detrás suyo. ... Nuevamente el crepúsculo se mostró magníficamente, las luces de los soles fueron cambiando gradualmente a diversos tipo de púrpura. Era el momento, era ahora o nunca, el plan fue llevado a cabo... Las alertas se hicieron eco, pero el cometido fue exitoso. Pero a penas llegando al planeta Tierra, Ross fue atacado...

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