Cuando salimos de la oficina de Inuyasha nos encontramos con una escena que realmente no pensé que se podría presenciar en este lugar. La novia de Inuyasha, mejor conocida como Kikyo, está discutiendo con un empleado, o, mejor dicho, haciendo un escándalo en plena recepción. Es cierto lo que Sango la mujer realmente tiene una voz odiosa que me está dando dolores de cabeza, la mujer parece una cabra loca chillando sin parra lo que hace que haga una pequeña mueca con los labios. De la Kikyo de la fiesta no hay nada, la mujer que veo al frente es una sin la careta de niña buena, una que se cree una jodida diva o algo así.
—¡A mi usted no me hice que hacer!—chilla molesta—¿es que acaso no se ve?, igualado. Un pobretón como usted no me dice que hacer ni mucho menos me da órdenes. ¡Imbécil! Esta es la empresa de mi prometido por lo tanto puedo hacer lo que me plazca. Usted ni nadie aquí tiene el derecho, y mucho menos puede darme ordenes, soy la prometida de su jefe, je-fe, ¿entiende el concepto? El que le paga lo que come, con lo que viste, así que no me puedes decir que o no hacer—Inuyasha está en silencio con cara de vergüenza—será mejor que vaya a recoger los estropajos que seguramente tiene porque haré que lo despidan, igualado desubicado. Eso es para que aprenda lo que pasa a quienes quieran pasarme por encima a mí, nadie en este lugar puede hacerlo. Soy la prometida y pronto esposa del jefe—se pavorea como si realmente ella fuese alguien importante y no una loca que solo sabe chillar y dar dolores de cabeza con la horrible voz que tiene.
—Pero yo sí puedo mandarle u ordenarle—mi voz causa silencio entre todo el ruido, los ojos de Kikyo me miran, su cara se torna roja—la que no tiene derecho ni potestad de armar estos escándalos es usted señorita, así que le pido que tenga la decencia que parece que perdió. No estamos en cualquier lugar, esta empresa es una muy reconocida como para que usted arme tremendo escandalo—doy un paso al frente y el prometido de esta mujer se queda en silencio. No me digno en ojear si Inuyasha está molesto con mis palabras o no, él debe conocer como soy cuando las cosas no van como quiero.
—Usted tampoco puede darme ordenes—me reta—en la empresa de mi prometido puedo hacer lo que se me antoje y si eso es poner a un igualado en su lugar, lo haré. Yo merezco el respeto máximo aquí porque es por mi prometido que estos inútiles tienen con qué comer—siento una rabia comenzar a emerger ante las palabras carentes de sentido de esta mujer. ¿En serio Inuyasha tiene esta mujer de prometida? Porque ella parece que me pondrá las cosas muy fáciles a mí.
—Es mi empresa—me encojo de hombros y camino hacia delante—por lo que si se me antoja la pongo de patitas fuera de ella—sonrío con fingida felicidad y veo como los empleados están en silencio escuchando nuestro pequeño altercado. La única razón por la realmente no la saco es porque la empresa en su totalidad no es mía, sino hace tiempo que estaría fuera ahorrándome el tener que escuchar esa maldita voz. tengo ganas de que el inútil de Inuyasha diga algo, pero él continua en silencio.
—La de mi prometido también—responde y yo me río de ella—usted sólo es socia aquí—me mira burlona
—Soy dueña de esta empresa, tengo más poder que su prometido aquí, soy la principal dueña de todo esto—ella me mira incrédula—la mitad de todas las acciones son mías, la otra mitad está repartida en su suegro, cuñado y prometido—me quito una paja invisible de mi vestido—así que le pido cordialmente que haga silencio porque no quiero llamar a seguridad que la saquen a la fuerza. Su prometido está siendo muy amable conmigo, así que trate de evitarle a él y a usted misma, esa vergüenza—termino de decir, todos los empleados chismosos me miran con terror, pero admiración, muchos con sonrisas amables y otros solo me miran de reojo—¿entendido?—la cara de Kikyo está roja del coraje, esto es tan divertido.
—Entiendo—murmura entre dientes.
—Inuyasha, me muestra por favor mi oficina—él asiente y me pide que le siga ignorando a la prometida que lo mira incrédula, él tiene las mejillas sonrojadas, no sé si de la furia o la vergüenza.
—Sígueme, por favor—asiento y camino.
—¡Ah!, otra cosa—Kikyo me mira, al igual que todos los empleados.
—¿Qué?—ladra enojada.
—La ropa que este chico tiene, lo que coma, lo que use, no es gracias a su prometido. Es gracias a todo el esfuerzo que él está haciendo aquí, es gracias a su trabajo y a su desempeño, pobre no es aquel que no tenga dinero, pobre es aquel que carece de valores. Si hacemos un porcentaje, la más pobre de la sala vendría siendo usted—ahora si me mira furiosa.
—Señorita Higurashi, creo que ya es bastante lo que le ha dicho—Inuyasha me mira molesto.
—Me disculpas Inuyasha, pero odio las personas que por creer que tienen más dinero que otros, crean que los pueden menospreciar, no es bueno que le falten el respecto, ¿cierto Kikyo?—pregunto defendiendo al chico.
—Usted por ser la nueva dueña cree que todo esto es de usted, ¡está muy equivocada!—tapo mis oídos, porque maldición, su voz es verdaderamente chillona—solo es una estúpida con millones, ni bonita eres, apuesto a que tienes silicona en todas partes—una carcajada sale de mis labios.
—¿Me estás diciendo plástica?—pregunto divertida.
—Es lo que es—responde altanera.
—Kikyo—la mirada fulminante de Inuyasha no pasa desapercibida por nadie.
—¿Qué?—pregunta molesta.
—Ya basta, ¡deja el maldito escándalo de una jodida vez!—su voz subió tanto de tono que alarma a todos y sobresalta a Kikyo.
—¿Estás protegiendo a esta falsa?—pregunta incrédula.
—Cariño, no soy tu espejo—muchas personas ríen, esa idiota está quedando en ridículo.
—Cállate estúpida—ladra una vez más.
—Pero que vulgar eres—alzo mis manos y abaniqueo mi rostro.
—Estupi...
Inuyasha la detiene con la mano.
—Kikyo vete, más tarde hablamos y no quiero oír quejas de ti—advierte.
—Pero Inu—hace un puchero que le queda fatal.
—Dije hablamos más tarde—habla con voz dura.
—Está bien—se rinde—nos vemos más tarde amor—se acerca y le besa los labios, luego se aparta y le da una sonrisa y me fulmina con la mirada para luego marcharse.
—Se acabó el show, todos a sus trabajos—hacen caso a lo que digo y miro a Inuyasha.
—Disculpe mi prometida seño...Kagome, ella a veces es muy...
Busca las palabras correctas.
—Ella es muy irrespetuosa, discúlpame Inuyasha, pero esa mujer no tiene nada de clase, se le nota lo vulgar y corriente. Es cierto que a veces me excedo, eso lo tengo claro, pero ella no tenía por qué insultarme, no la insulte nunca, solo le dije cómo son las cosas, ahora no quiero hablar más de eso, necesito mi oficina—él asiente y camina delante de mí, dándome una vista estupenda de su gran trasero.
Caminamos, primero me mostró todas las instalaciones para luego presentarme como la dueña de Emprex Taisho, se siente tan bien cuando tus enemigos te deben respeto.
—Esta es su oficina—abre la puerta y me gusta mucho esto, es muy espaciosa, los colores son perfectos y la decoración extraordinaria—la decoró tu representante para que no te cause incomodidad o disgusto si nosotros nos hacíamos cargo—asiento adentrándome en ella para comenzar a tocar las cosas con curiosidad y realmente Sango hizo un buen trabajo.
Me siento y luego me levanto mirando todo, eso bajo la atenta de Inuyasha quien no despega sus ojos de mi cuerpo, pero ahora solo estoy más emocionada porque este lugar me quedará increíble y me hará sentir cómoda a la hora de trabajar. Sango instaló todo para mi comodidad.
—Me encanta, está perfecta para mí—comento feliz—Sango hizo un excelente trabajo—le digo de manera distraída.
—Eso es bueno de saber—me doy vuelta y lo descubro observándome detenidamente.
—¿Qué?—inquiero curiosa.
—Es usted una mujer muy hermosa, espero y no le moleste mi halago—sonrío, porque casi lo tengo donde quiero. En mis manos.
—Y usted muy guapo—él me sonríe y luego menea la cabeza como ahuyentando algún pensamiento.
—Bueno, esta puerta es el baño—espacioso, esa sería la palabra que lo describa—y está de aquí—me muestra otra—es un corredizo que da con una puerta que está en mi despacho, solo yo puedo abrirla, y usted la suya, cualquier cosa que necesite su asistente la ayudará, nosotros trataremos de que te sientas muy cómoda, cualquier inconveniente lo haces saber ¿Bien?—lo miro en silencio y mojo mis labios con la lengua, su mirada cae de inmediato en ésta acción.
—No te preocupes Inuyasha—me acerco a él de manera peligrosa—sé muy bien que tú me puedes ayudar en cualquier inconveniente.
—Es bueno que lo sepas—sonrío, esto es tan difícil, solo quiero matarte cómo lo hicieron con mi familia.
—Tengo una duda—le digo.
—¿Cuál?—pregunta curioso.
—A que sabrán tus labios—lo miro y sus ojos se abren al igual que pasa saliva de manera lenta.
—Es una pregunta que no tiene respuestas—le guiño un ojo.
—Si la tiene—me apresuro a hablar.
—Anja, ¿cuál?—su cejas le levantan.
—Ésta—y beso sus labios.