Todos estamos atentos a las palabras que dice el señor Inu No Taisho. Aunque en mi mente solo se repiten las palabras de Inuyasha. Fraude. Estamos en la quiebra, mierda y más mierda. Esto no estaba en mis planes, mi capital ha bajado con esta idiotez y quiero matar a cualquier idiota en este momento.
Se supone que con lo que invertí estábamos recuperándonos por lo que tenía planes de trabajar en el nuevo proyecto que haría subir las estadísticas de golpe. Sé que mi jugada fue peligrosa, pero tenía todo fríamente calculado y que ahora me digan que esta miserable empresa otra vez está en la quiebra me tiene a punto de mandar a quien al demonio por la estupidez más grande que pudieron cometer.
Creo que todos son conscientes de que estoy por explotar en cualquier momento, pero que hayan hecho fraude me hace cuestionarme si no es otra estrategia de esos malditos de los Taisho para hacerme quedar en la quiebra y ellos que se queden con todo mi dinero. Sospecho de absolutamente todos en este lugar, no hay nadie que se salve porque desconfío hasta de mi propia sombra.
—Disculpe señor Taisho—interrumpo su discurso al cual no es que le estoy poniendo mucha atención porque yo estoy que me lleva el diablo del enojo que me cargo—aún no me cabe en la cabeza eso de que estamos en la quiebra, ¿cómo demonios han robado todo el capital de la empresa y del proyecto Pasión? Esto no se pudo haber hecho sin alguien que tenga contactos y que sepa todos nuestros movimientos, es imposible que haya pasado de un momento a otro, eso no me cabe en la mente—todos en la junta me miran sorprendidos. El señor Taisho me mira avergonzado y yo no pienso perder valioso dinero aquí. Ellos saben que deben responderme con pruebas claras porque a mí nadie me va a venir con solo palabras.
—Es cierto señorita Higurashi, estamos buscando una solución a ese problema y el único que encontramos es el que usted y mi hijo viajen a Barcelona donde tenemos el hotel terminado. Desde allá podemos hacer un traslado de dinero con un viejo amigo y resolver esto—propone y yo me quedo pensativa—es la única solución viable para que también manejen el capital que el hotel invierta en sus primeros meses—suspiro porque de hecho algo parecido pasó por mi mente, pero estar todo ese tiempo fuera no es algo que me parezca muy atractivo.
Ahora tengo un niño que cuidar y necesito buscar toda la información posible sobre él para tener algo con que atacar a Kikyo cuando sea necesario. No puedo darme el lujo de estar lejos de mis enemigos donde no pueda observar con claridad todas sus debilidades.
—¿Sería rápido ese viaje?—pregunto incómoda.
—Dos meses—mis ojos se abren.
—¡Dos meses!—exclamo sorprendida.
—Necesitaríamos la presencia de las dos figuras más importantes, Sesshomaru es al igual que Inuyasha alguien importante, pero tiene que arreglar los problemas aquí al igual que yo. Inuyasha y usted, señorita Higurashi, son los únicos que pueden trabajar en eso—explica y yo solo quiero mandarlo a la jodida mierda.
—Entiendo—él asiente y sigue explicando.
***
—¿Cómo demonios pasó eso?—la voz de Sango en el teléfono me hace suspirar, estoy agotada, llevo todo el día en el computador haciendo y revisando datos, carpetas, informes etc.
—No lo sé, la verdad nadie sabe qué pasó, ¿crees que fueron ellos mismos que robaron el dinero?—la línea queda en silencio.
—La verdad no creo, aunque roben ese dinero no les conviene, ni a ellos ni a su empresa—asiento en comprensión.
—¿Cómo se está comportando Shippo?—pregunto levantándome de mi silla ejecutiva para movilizar mi cuerpo.
—Es el niño más cariñoso y adorable que conozco, aunque aún sigue tímido conmigo y todo el personal—abro la puerta y camino hasta el despacho de Inuyasha.
—Hablamos luego, tengo cosas que hacer—no espero respuesta y cuelgo, entro a la oficina de Inuyasha y me encuentro una escena demasiado desagradable.
—¡¿ES QUE NO SABES TOCAR ANTES DE ENTRAR?!—la voz chillona de Kikyo hace que me tape los oídos porque en serio, siento que van a estallar.
—¿Es en serio? Señor Taisho lo creía más serio en su área de trabajo, no voy a permitir esto aquí—él solo está en silencio mientras que ambos se tapan, Kikyo sus tetas con más silicona que masa e Inuyasha su tonificado pecho.
—Siento que pasara este momento señorita Higurashi, pero hay momentos de los cuales un hombre se olvida de donde está, y una mujer también, aunque eso debería de saberlo ¿no?—me quedo callada mientras que ellos terminan de arreglarse.
—Necesito hablar con usted a solas—miro a Kikyo y le regalo una sonrisa hipócrita.
—Cariño, ¿puedes irte?, más tarde nos vemos—ella come la boca de Inuyasha y me siento como una intrusa.
—No es que me moleste, pero necesito hablar con usted, no ver cómo le come la boca a su novia—aclaro y se separan.
—Prometida—ruedo los ojos.
—Entonces señor Taisho, ¿podemos comenzar?—miro nuevamente a Kikyo la cual se marcha moviendo sus caderas de forma exagerada.
—¿De qué quiere hablar?—pregunta sentándose.
—Del viaje que haremos a Barcelona—él asiente mientras nos ponemos de acuerdo en todo lo relacionado al viaje, mientras hablamos uso tácticas sencillas de seducción. Mis piernas a su vista, al igual que el escote de mi vestido, muerdo mis labios cuando hablo o habla él entre otras cosas. Son sencillas, pero él se nota nervioso, sabe que trato de provocarlo y aunque no quiera está funcionado.
—¿Puede dejar de hacer eso?—pregunta incómodo.
—¿El qué?—muevo mis pestañas de forma inocente.
—Provocarme—sonrío mientras niego con la cabeza.
—¿Llama esto provocar?, eso no es nada para lo que yo hago cuando quiero provocar señor Taisho, bueno, me retiro veo que lo provoco y no quiero que pase mal rato—le guiño un ojo y salgo contorneando mis sensuales caderas y moviendo un poco mi sexy trasero. Siento su curiosa mirada sobre él.
***
—¿Cuándo saldrán de viaje?—la voz de Sango hace que despegue mis ojos del libro que estaba leyendo para enfocarla en ella.
—Aún no lo sé, pero creo que es en esta semana—respondo volviendo a retomar mi lectura.
—¿Viste a Shippo?—asiento con la cabeza.
—Está dormido.
Ese niño parece un ángel hasta durmiendo, Kikyo no tiene corazón al rechazar y abandonar a su pequeño hermano de esa manera, un niño tan amoroso, es difícil no encariñarse con él.
—Veo que le has cogido cariño—me quedo en silencio—aunque es imposible no hacerlo con ese angelito—dice ella sonando muy entusiasmada con la idea de que el pequeño esté cerca de nosotras—¿Crees que deberíamos de comprar una casa más grande?—esquivo su pregunta y ella lo nota.
—Tienes razón—me levanto de mi cómodo sillón y me sirvo un poco de agua.
—Kagome, ¿estás segura de que harás en ese viaje?—analizo su pregunta, voy a estar dos meses fuera con Inuyasha, puedo conquistarlo y enamorarlo, sería fácil con la estúpida de Kikyo fuera del juego. Además, estaremos en un hotel, donde hay agua y calor, eso significa mostrar mis atributos, de los cuales no todos pueden escapar.
—Estoy segura—ella me va a reprochar, pero tocan la puerta—adelante—Kaede entra por la puerta.
—Disculpe interrumpirla, pero abajo hay una chica que quiere hablar con usted señorita—la miro confusa, yo no esperaba a nadie.
—¿Sabes quién es?—ella niega, amarro la tela de seda para ocultar la lencería con la que duermo, camino y bajo los escalones con la elegancia que me caracteriza, me sorprendo al ver la plástica de Kikyo aquí.
—No pensé tenerte de visita en mi casa Kikyo, además de que me odias, ¿qué quieres?—ella se levanta del sillón y me mira enojada.
—Deja de hacerte la mosquita muerta—responde—ya sé que te marchas con Inuyasha a Barcelona, ¿sabes qué?, no intentes engatusarlo porque él me ama a mí—una carcajada brota de mis labios—me importa poco que seas una maldita mosquita muerta delante de todos, pero a Inuyasha no lo mires maldita trepadora porque me vas a conocer y no quieres hacerlo—murmura molesta.
—Si eso fuera cierto no estarías aquí advirtiéndome nada, voy a disfrutar estos meses con ese—muerdo mis labios para fastidiarla—bombón—culmino para molestarla.
—Zorra—escupe y sonrío.
—Y no sabes cuánto en la cama—le guiño un ojo y su cara se torna roja de la furia—esperemos que a tu prometido no le guste demasiado esta zorra—eso hace que ella quiera explotar del enojo.
—Inuyasha jamás me traicionaría—toma su bolso y camina hasta la puerta de salida—él no es como los hombres a los cuales frecuenta—comenta y me rio.
—La carne es débil y yo peligrosa—no responde y solo se marcha.