Debe de haber un error

1276 Words
—¿Crees que debería llevarme este conjunto de lencería?—le pregunto a Sango mientras miro la pieza color blanca que descansa en las sabanas rojas de mi cama. —Está muy... Sexy la verdad—sonrío y lo guardo en mi maleta. —Solo me llevaré algunas cosas de aquí, las demás la compraré cuando viajemos, además de que tengo que buscar bikinis que me queden perfectos—ella niega sonriendo. —Vas con todo—asiento aun sabiendo que ella solo lo afirma. Ha llegado el día donde viajaré a Barcelona con Inuyasha. Estoy buscando todo lo que tenga nombre sexy en mis cosas. Compré varios bikinis que me quedan de infarto y ahora busco lencería para poder dormir. —Me voy a dar una ducha, ayúdame a escoger lo que me falta—ella asiente y yo entro al baño. Desnudo mi cuerpo y me entro en el agua olor a Jasmine, cierro los ojos para poder disfrutar la comodidad. —Mike, ven y ayúdame a estudiar—grito enfadada mientras mi novio solo juega con mi gato. —Kagome, ¿estás en tus días hermosa?—pregunta acercándose a mí, su mano viaja para tocar mi frente, pero en un rápido movimiento muerdo su mano—¡Aush!, eso dolió—río victoriosa. —Eso te pasa por no hacerme caso—camino hasta mi cama dónde me siento. —Sabes que te amo hermosa—asiento mientras lo beso lentamente. —Yo también te amo Mike—él sonríe mientras me abraza—¿tú me mentirías alguna vez?—pregunto acomodándome en la cama con él. —Yo... No, nunca te voy a mentir—cierro los ojos segura de él, porque él es la única persona que jamás me va a mentir. —Kagome por Dios—abro los ojos y respiro mucho oxígeno, siento que me asfixio, necesito aire. —Aire... Necesito aire—digo jadeando, Sango me ayuda a salir y desnudo avanzo hacia mi habitación donde respiro mejor que en el baño. —¿Otra crisis?—pregunta Sango acercándose a mí. Asiento, de nada me sirve mentir, o por lo menos no con ella. Desde la muerte de mi familia donde casi muero tengo pequeñas crisis psicológicas. Mi psiquiatra me dijo que pasarían con el tiempo, pero todavía hay veces en las que regresan amargos recuerdos que me atormentan. —Ya estoy bien—ella me mira preocupada. —¿Quieres ver los bikinis que escogí?—asiento mientras camino con ella. Solo espero que no me ocurra esas crisis durante el viaje. Esto ya es de preocuparme, hace mucho que no pasaba. —Me gustan—respondo mirando los conjuntos. *** —¿Cómo me veo?—pregunto mirándome al espejo. —Preciosa—me quedo mirando frente al espejo. Elegí un enterizo, color blanco con encaje de corazón hasta los tobillos. Es pegado en la parte de arriba y un poco suelto en la cintura. Unos tacones altos muy hermosos color crema. Mi cabello lo llevo suelto en ondas que caen preciosas. Maquillaje natural y un bolso. —¿Nos vamos?—ella asiente—le dices a Koga que venga por mi equipaje, iré a despedirme de Shippo. —Está bien, no dures—asiento y camino a la habitación de Shippo entro y lo veo leer un cuento. —¿Te gusta leer?—él se sobresalta dejando caer el libro—lo siento—me disculpo. —Sí, me gusta mucho—sonríe y me saca una sonrisa a mí—¿ya te vas de viaje?—pregunta triste. —Si ya me voy, vine a despedirme—termino de entrar y camino hasta él—espero y te portes bien con Sango, ella te cuidará el tiempo que duré fuera—lo abrazo y tengo una extraña necesidad de proteger este pequeño. —¿Volverás?—pregunta con ojitos soñadores. —Claro que sí, te traeré juguetes—él sonríe y beso su cabeza para luego levantarme. Mis tacones se escuchan en todo el pasillo hasta que comienzo a bajar las escaleras y es cuando hacen eco de verdad. Koga me espera en la puerta, camino hasta estar dentro del auto y él conducir. Mi vista se pierde en todos los edificios que pasamos mientras el auto está en marcha. Llegamos al aeropuerto donde diviso la silueta del que supongo debe ser Inuyasha. Bajo del auto cuando Koga abre las puertas para mí, mis tacones alertan a Inuyasha de mi llegada. Su mirada, para nada disimuladora, se come mi cuerpo con solo los ojos. Sonrío porque he dado donde quería, provocarlo tanto que no se niegue a mi jamás. Camino hasta donde él se encuentra y mi escote bien pronunciado queda frente a sus ojos. —Hola Inuyasha—saludo amable y él traga saliva. —Hola seño... Kagome—doy la vuelta para ver a Koga caminar hasta nosotros—estás muy hermosa—arreglo mi cabello para mirarlo. Camino cerca de él, mi boca queda a escasos centímetros de su oído. —Gracias—pronuncio de manera sensual, sus manos toman vida poniéndolas en mi cintura. Me alejo de él sonriendo—es grato saberlo—cuando veo que Koga sube todo mi empaque lo miro nuevamente—tenemos un avión que abordar—él asiente algo distraído y camina junto a mí. Subo primero las escaleras dándole una buena vista de mi trasero. —Por aquí señorita—asiento y camino hasta donde me dice el joven. Es bueno viajar en Jet privado. —Creo que hay que descansar hasta llegar—asiento cerrando los ojos consciente de que él me observa. *** Unos suaves toques me despiertan, abro los ojos encontrándome con la mirada penetrante de Inuyasha, sus ojos dorados me miran sin pestañear, mis ojos curiosos miran sus labios con deseo. Porque en verdad lo odio, pero tiene buenos labios y yo soy mujer, que siente y desea. No me lo espero cuando sus labios toman los míos con desenfreno. Salgo de mis pensamientos ante la voz de Inuyasha. —Kagome ¿estás bien?—reacciono ante la voz de Inuyasha, ¿qué diablos me pasó? —Sí, estoy bien, solo fue algo que recordé—me explico. —Estás toda roja—asiento bebiendo un poco de champaña. —Nada de qué preocuparse—él sigue trabajando en lo que hace y yo cruzo las piernas haciendo que su mirada se traslade a ese lugar. —Estamos por llegar—me hace saber. —Es bueno saberlo—digo guiñándole un ojo de manera sensual. *** Por fin en Barcelona, es justo, ya estaba cansada de este avión. Camino junto a Inuyasha hasta el vestíbulo del hotel donde tenemos reservado habitaciones. —Buenas tardes—saluda el—queremos saber el número de nuestras habitaciones—el chico frente a Inuyasha, muy lindo asiente. —Nombres—habla mirándolo. —Taisho Inuyasha y Higurashi Kagome—el chico teclea. —Sí, aquí están—miro mi celular y veo que no tengo ninguna llamada de Sango—tienen reservado la habitación matrimonial principal—los dos abrimos los ojos. —¡¿Qué?!—preguntamos al unísono. —Sí, aquí están las llaves—dice el chico. —Debe de haber un error—digo rápidamente. —No, esa es la reserva a sus nombres—asiento mirando las cosas desde otro ángulo. —Está bien Inuyasha, podemos compartirla—él asiente no muy convencido, pero la verdad es que me conviene todo esto. Mis planes están avanzando de manera veloz...
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