Inuyaha me dejó en la entrada de mi penthouse, no sin antes durar largos minutos diciendo todo tipo de babosadas que se le ocurrían. Nunca llegue a pensar que era tan cursi, me hace reír lo patético que es. Camino con mis maletas hacia el ascensor. Cuando llego encuentro todo oscuro, de seguro Sango y Shippo deben de estar durmiendo ya que esta algo tarde.
Camino sigilosa hasta mi habitación donde me lanzo a la cama. Me siento tan agotada que no me tengo fuerzas para poder ir a darme un baño ya que lo necesito, me dejo llevar por el cansancio hasta caer en un sueño.
—Te presento a mi novio... Miki—Sota no mira raro.
—No me agradas—le dice a Miki mientras se aleja.
—Sota no seas maleducado—chillo molesta.
—Mejor ser maleducado que un hipócrita hermanita—y así se marcha.
—Lo siento, mi hermano es un poco... Arisco a veces—me disculpo porque en verdad Sota me hizo pasar la vergüenza del año delante de Miki.
—Descuida, no me importa lo que diga, me importas tú—sonrío mientras me acerco a él y beso sus labios.
Despierto agitada, las gotas de sudor que bajan por mi cuerpo me hace sentir sucia. Recuerdo el sueño que más bien fue solo un recuerdo del tiempo en que estuve cegada por el amor, donde solo me mentían y se burlaban a mis espaldas de mí.
Camino hasta el baño dónde me desnudo y lleno la tina para luego entrarme. El agua fría hace contacto con mi cuerpo erizándola por completo.
Fui tan tonta por años, tenía una venda tan fuerte amarrada a mis ojos que ahora me siento tan estúpida. Miki solo jugo conmigo, solo fui un pasatiempo para él, nunca me amo y debería de superarlo, pero aún la herida sigue abierta.
Cuando termino salgo y me cambio con un vestido que me llega a la rodilla, color amarillo opaco con un escote ligero, tacones negros y maquillaje suave. Salgo de la habitación y camino hasta la mesa donde escucho risas suaves de un pequeño que juega con su desayuno.
—Buenos días—saludo con una sonrisa, los presentes voltean a mirarme y el primero en correr a mi encuentro en Shippo.
—¡Kagome!—Shippo salta a mis brazos muy contento y yo rodeo mis manos en su pequeño cuerpo.
—Hola hermoso—susurro sonriendo.
—Qué bueno que volviste—dice al separarse de mi cuerpo.
—Amiga—Sango se acerca y me abraza yo correspondo a su abrazo.
—Tanto tiempo ¿eh?—siento sus lágrimas en mis hombros y lo confirmo. Sango nunca pasó tanto tiempo separada de mí.
—Te extrañé—yo sonrío.
—Yo también—ella se separa de mí.
—Discúlpame, sabes lo sensible que soy, soy tan patética—susurra riéndose.
—La única patética que acepto cerca de mi—ella asiente y Koga se acerca.
—Qué bueno tenerte, tengo que ponerte al tanto de todo—asiento abrazándolo.
—Shippo termina tu desayuno yo te llevaré al colegio hoy. Koga a mi despacho ahora—él asiente y me sigue.
Abro las puertas del lugar que debo de admitir es algo grande para ser un simple despacho. Lo que capta siempre la atención es el hermoso librero grande que tengo color caoba. Todo está decorado de n***o con rosado fucsia. Mis colores favoritos. Mi despacho es el lugar más cálido y privado que tengo, es donde me siento cerca de mi familia y de todo ya que en mi antigua casa había un despacho parecido a este. Además de que este lugar es muy acogedor.
—Bonito despacho—murmura Koga ya que cambie la decoración y él no la había visto.
—Gracias—murmuro sentándome en mi silla—te puedes sentar—le hago saber cuándo se queda de pie frente a mí.
—Gracias—dice.
—¿Me dices los avances que han ocurrido?—pregunto sirviéndome un poco de whisky.
—Si—susurra—nuestra presa fue muy fácil—comenta riendo.
—Eso pensé—respondo—su cara de puta se lee a kilómetros—él asiente.
—Cuando te marchaste con Inuyasha nos "conocimos" en el centro comercial mientras ella hacia unas compras. Ella dejo caer mis compras y luego de una sonrisa encantadora de mi parte seguimos hacia un rico café. Dos días después me invito a su departamento donde nos acostamos. Esa mujer es toda una fierecilla en la cama—comenta en modo morboso.
—¿Le sacaste información?—pregunto ignorando su último comentario.
—¿Por quién me tomas?—pregunta divertido y yo ruedo los ojos.
—Habla—me apresuro a decir curiosa.
—Bueno, ella me dijo que Inu No Taisho tiene un sobrino que vivía con ellos hasta hace dos años, se fue a un viaje por Europa—dice y me quedo pensativa.
—Coincidencia no puede ser—murmuro y él asiente sabiendo lo que hablo.
—También yo lo pensé—dice.
—No es coincidencia que él se haya largado el mismo año en donde los Taisho mataron a mi familia—nos quedamos en silencio.
—Tengo el nombre del sujeto—me hace saber Koga.
—¿Cómo se llama?—pregunto.
—Naraku—las puertas se abren mostrando a Sango quién fue que me respondió la pregunta.
—¿Eres bruja o algo así?—pregunta Koga molesto.
—¿Por qué crees eso?—pregunta una muy confundida Sango.
—Porque cada vez que voy a decir algo interesante eres tú que responde—dice frustrado.
—No es mi culpa que seas un lento para contar las cosas—comenta ella divertida.
—Chicos—llamo pero me ignoran.
—Bruja de pacotilla—insulta Koga en un tono de un pequeño niño.
—¡Chicos!—ignorada otra vez.
—Lento, tan lento que de seguro en una cama no funcionas—contraataca Sango.
—¡Chicos!—grito llamado la atención de ambos—nuestro propósito ahora es encontrar a Naraku, tenemos que saber todo de él—ambos asienten conformes a lo que he dicho.