Me das pena

1167 Words
Miro incrédula a Inuyasha, no pensé que de verdad le gustara tanto como para proponerme decirle hoy mismo a su familia que nos vamos a casar. —Entonces, ¿qué opinas?—pregunta ilusionado mientras juega distraídamente con unos documentos que hay sobre mi escritorio. —Me... Sorprendes—respondo un poco perturbada, su rostro cambia al encontrarse con mis ojos a uno preocupado—no me malentiendas, es que no pensé que de verdad iba a ser tan pronto. Aún me estoy haciendo la idea de que seré tu esposa y esto es como despertarme del sueño—muestro un rostro risueño mientras él me mira embobado. Idiota. —Lo se nena, aún no puedo creer que tú me ames igual que yo a ti—sonrío sin evitarlo, tengo que usar mis armas. —Entonces haremos una cena con tu familia donde le informaremos lo que pasa entre nosotros. Solo espero que no me rechacen—me hago la mártir y la verdad este papel en esta maldita película de venganza me harta. Inuyasha solo pone cara de estúpido, algo habitual en él y asiente. Todos mis planes están casi completos. Cobraré a sangre fría el dolor que me causaron no solo a mí, sino a todas las personas a las cuales le hicieron lo mismo que a mí. —Ellos te amaran tanto como yo Kag, eres una mujer impresionante que merece tener el mundo a sus pies—asiento de acuerdo a sus palabras. —Eres un magnífico hombre, Inuyasha—una sonrisa digna de una marca dental se forma en su cara. —Me tengo que ir, te amo. Te espero—asiento y le mando un beso en el aire. Cuando la puerta por fin de cierra puedo respirar con normalidad y gracias al cielo o al infierno pude contener las ganas de matarlo hoy mismo. Camino hasta el gran ventanal que da una exquisita vista hacia la ciudad de Tokyo. Ver las personas ir y venir con preocupaciones como; dinero, comida o simplemente una enfermedad. Ver a esas personas me hace sentir más miserable de lo que de por sí ya me siento. Pero tal vez yo no tenga esas necesidades. Cualquiera puede decir que lo tengo todo. El dinero no es todo en esta vida y eso es lo que tengo: dinero. Un dinero que solo uso para la destrucción de una familia y la mía propia porque esta venganza me está consumiendo de a poco y muy lentamente. Estoy cayendo en u pozo donde jamás voy a salir. Respiro lentamente y hago mi ejercicio mental mientras unas lágrimas traidoras se resbalan por mis mejillas. Aun cuando me hago la fuerte frente al mundo la soledad persigue mis miedos y temores, mis sufrimientos y dolores y es algo de lo que soy consciente. No tengo una luz que ilumine mi alma para que no caiga en el precipicio. Estoy más muerta que viva, porque mi corazón late, pero mi alma muere. Tocan la puerta y salgo de mi trance. Seco mis lágrimas y me arreglo el maquillaje. Avanzo hasta la puerta y la abro, una fuerte cachetada me recibe haciendo que mi rostro de una mitad de vuelta. —Eres una perra roba prometidos—la voz chillona de Kikyo inmunda mis oídos. Levanto mi mano y sin previo aviso la hago puño y la estrecho en su nariz. Ella cae al suelo en estado de shock y me mira con los ojos fuera de órbita. —La próxima vez que tus asquerosas manos se atrevan a tocar mi piel te dejo en un hospital—la amenazo y la muy cobarde asiente. —Eres una perra sofisticada—me insulta y yo me carcajeo. Pensé que ella vendría hace mucho tiempo para poder burlarme en su cara. —No fui yo la que se revolcó con mi chófer—sus ojos se agrandan y me carcajeo nuevamente—entonces, ¿cuál es más perra?—pregunto cargando mi peso sobre el escritorio. —No sé de dónde sacas tal estupidez—chilla cruzándose de brazos y mirándome desafiante. —¿De dónde crees?—pregunto mirándola fijamente. Ella me mira interrogante mientras trata de pensar. Luego de lo que parecen minutos sus ojos se abren en sorpresa. —Él no pudo ser—dice destilando rabia. —Él no, pero Inuyasha si—respondo con tranquilidad. Su rostro se vuelve pálido en cuestión de segundos. —¿Inuyasha lo sabe?—pregunta y ahora soy yo la confundida. —¿No viste las fotos?—pregunto disfrutando de cada una de sus reacciones. —¿Qué fotos?—pregunta temerosa de mi respuesta. —Dónde estabas teniendo un muy buen sexo con mi chófer—respondo y ella niega asustada. —Eso... Eso es mentira... Si. Tu solo lo haces para asustarme—dice negando con la cabeza. —Para que veas que soy una muy buena persona. Te invito al anuncio del compromiso de Inuyasha y yo—ella me mira sin entender—nos vamos a casar—chillo con toda la emoción que tengo. —¡Eso es mentira!—ladra ella—¡yo soy su prometida!, tú solo eres una maldita aparecida—lloriquea. —Pero esta aparecida se casará con el que era tu prometido—le restriego en la cara. —¡Tú!, maldita zorrita no lo harás, sobre mi c*****r, Inuyasha es mío—se acerca—solo mío y ni tu ni nadie me va a separar de él—sus ojos amenazantes me hacen reír. —Inuyasha no es tuyo, ese hombre conmigo se va a casar y tú, ¿qué serás?—pregunto y ella solo queda en silencio—solo serás la mujer infiel que lo engañó con un chófer mientras él estaba de viaje por cosas del trabajo—narro molestándola. —Él aún me ama—me susurra con veneno inyectado en su voz. —Te ama tanto que mi nombre llevará su apellido pronto. Te ama tanto que me hizo el amor. Te ama tanto que me pide matrimonio. Te ama tanto que me repite cada segundo que me ama. Me demuestra en cada instante lo mucho que me ama. Cuanto me desea. Que no seguirá sin mí a su lado. ¿Sabes cuánto tiempo me costó que se enamoré de mi?—ella permanece en silencio mientras sus puños están cerrados y sus ojos cristalinos—nada. No me costó nada porque él se enamoró de mi sin que yo tenga que hacer nada. Le gusta mi forma de ser. ¿Estás viendo la gran diferencia? No eres nada para él. Me das pena, viniste hasta aquí hacer el ridículo. Que poco vales. Ella me mira con odio y sale corriendo de mi oficina con lágrimas cayendo por su rostro. Me quedo quieta en mi lugar. Lastimar personas ya no me hace sentir nada. Cada vez pierdo un poco de mi humanidad.
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