— ¿¡Donde estas?— ¡Eros!
—¿¡Donde coño están ustedes!? —grito histérica.
—Tuvimos un problema.
—Pues. Yo tengo uno peor—digo— ¡Ay! —grito cuando siento otro golpe en la parte trasera.
—Te estoy rastreando princesa—dice en tono ligero—La ayuda esta por llegar.
—Espera ¿Me pusiste un rastreador? —pregunto indignada.
—Es lo que hay —murmura.
Niego.
No es momento de eso.
—Las chicas—anuncio—Las chicas, están en la Bahía de Newark.
—Siento que te enteraras así, pero ¡Joder gorrión! Eres como una espía.
—Vete al cuerno y encuéntrame rápido o te juro, que volveré de la muerte y te atormentare hasta que no puedas más con tu sucia conciencia—balbuceo —¡Maldita sea! —digo cuando un golpe me hace darme contra el volante.
—¿Estas bien? —suena preocupado.
—No —susurro.
Acelero. Me doy cuenta que estoy cerca del Hudson River Park, cuando soy embestida de nuevo. Pierdo el control de coche y derrapo.
Cuando el coche se detiene, tengo mis manos sobre el volante que agarro con fuerza.
—¡Arranca!—digo encendiendo de nuevo el coche, pero no enciende. Tomo el móvil y no hay nadie en línea.
—¿De verdad creíste que te iban ayudar después de darles la información? —susurro.
Salgo del coche y el frio me golpea. Miro como el coche de Esteban se detiene. No lo pienso, me quito los zapatos y corro por mi vida.
—¡Edén! ¡Detente! —grita Esteban. Alrededor no hay nadie. Así que busco la salida más rápida a la siguiente calle y tomar un taxi. Pero me doy cuenta que deje el bolso y el móvil en el coche.
Soy rodeada desde atrás y levantada en vilo.
—¡Déjame! —grito.
—Lo siento, pero no puedo—susurra. Esteban me libera y lo enfrento.
—Eres un criminal—le digo —¡Tu y Yannick son unos malditos criminales!
Niega.
—¿Cómo pudiste? —susurro.
—¡No tenías que enterarte! —grita y pasa sus manos por la cabeza— Se supone que serias mi esposa. Mírate Edén ¡Eras perfecta! Siempre callada y sonriendo frente a los demás. Eres inteligente e intachable—me mira negando— Eras perfecta.
Desde atrás de su pantalón saca un arma.
—Yo de verdad te amo Edén, pero esto es un negocio.
—No mientas —escupo con lágrimas contenidas—tu solo te amas a ti mismo.
—Pude poner el mundo a tus pies, pero tuviste que meterte en mis asuntos.
Carga el arma y me apunta.
—Te voy a extrañar—susurra con verdadera pena y cierro los ojos.
El sonido de una motocicleta llega a mis oídos, abro los ojos y las luces de la misma apuntan directamente a Esteban al mismo tiempo que Eros aparece y apunta desde atrás.
—Baja el arma o abra fuegos artificiales en dos segundos.
Esteban levanta las manos en rendición.
—No sabes quién soy —dice al tiempo que la moto se detiene. Un hombre vestido con vaqueros y chaqueta de cuero baja de la motocicleta antes de quitarse el casco
Arslan.
Camina hasta mi y se detiene mirando fijamente a Esteban, que mira de Arslan a mí.
—¡Maldita perra! —gruñe y hace un intento de hacerme daño, pero Arslan lo golpea.
—No sabes quién soy —Repite, inclinado hacia adelante.
—Se quién eres pendejo y si no te vas de aquí en este momento, tu video apuntando a una mujer aparecerá en las noticias.
—Esto no se queda así—anuncia limpiándose los labios donde tiene sangre
—Dile a Yannick que voy por su cabeza—declara Arslan antes de tomar mi mano, instándome a caminar.
—¿¡De verdad Edén!? —grita Esteban—¿De verdad me cambias por este pedazo de mierda que no es diferente a mí?
—¡Cierra la puta boca! —ladra Arslan.
Miro de el a Esteban. Uno quiso matarme, el otro me acaba de salvar la vida. Lo triste de la situación es que las personas que acabo de conocer son las que me salvaron.
La persona en que confiaba, es la que estuvo a punto de meterme un tiro.
—¿Sabes que Esteban? Puedes irte al inferno tú y tu micropene—digo con chulería. Eros se ríe a su espalada. Arslan sube a la motocicleta, me tiende su casco y me ayuda a subir en ella.
—Sujétate—dice dándole un toque a mi pierna desnuda a causa del vestido. Rodeo la cintura de Arslan y este conduce sin mirar atrás.
—¿Podrías parar donde deje mi auto? —murmuro pegado a su oído.
Solo asiente.
Nos detenemos en mi auto y bajo con cautela. Tomo mi bolso y el móvil antes de ponerme los zapatos.
—Puedo tomar un taxi hasta mi casa— digo quitándome el casco y tendiéndoselo.
El niega.
—Vienes conmigo Edén—lo dice con propiedad—No te voy a arriesgar con Esteban todavía vivo.
—No te debería importar—me encojo de hombros cansada—Ya hice lo que me pediste. Solo vete.
—Ese es el problema Edén—me da una sonrisa—Nunca haces lo que te pido —Me remuevo cuando una brisa fría me envuelve.
—Vamos a un lugar donde estarás segura—dice. Abre su chaqueta mostrándome una camiseta básica blanca, en su cinturilla de sus vaqueros veo claramente la cacha de un arma—Ponte esto—me tiende la chaqueta y sin rechistar lo hago porque me muero de frio.
Me la pongo y cuando subo a la motocicleta, de nuevo me ajusta las manos en su cintura.
—¿Cómoda? — inquiere.
—Si—murmuro antes de que Arslan conduzca por las calles.
Sortea las calles y hace un par de desvíos despistando no se que o quien. Cuando entramos en la East 50th Street al oeste de Beekman Place, se detiene frente a una casa adosada con una hermosa fachada del siglo XIX con una elegante escalinata.
—Llegamos— anuncia en voz monótona.
—¿Dónde estamos? —inquiero mirando a los lados.
—Mi casa.
Incrédula miro el vecindario pintoresco y familiar.
—No parece un lugar donde tu vivirías. Perdón, pero te ves más como alguien que vive en…
—Las alcantarillas—me corta con tono duro.
—¡No! —digo poniendo los ojos en blanco.
—Ya se. En un ático de lujo, así como Yannick o Esteban—habla mirándome de reojo. Me bajo de la moto y me quito el casco.
—La verdad, es que si —digo sus ojos grises me miran detenidamente antes de asentir lentamente.
—Lamento romper tu burbuja, peor no. Me gustan la casa.
—Es linda —murmuro tendiéndole el casco por segunda vez en la noche. Esta vez lo acepta.
Baja de la moto y pasa por mi lado subiendo las escalinatas de piedra.
—¿Vas a quedarte allí o vienes? —habla en tono exasperado. De mala gana lo sigo y abre la puerta para mí.
Detrás de mi, cierra e introduce un código antes de mirarme.
—¿El delincuente tiene miedo de que lo roben? —le digo mirando con ironía el panel de seguridad.
—¿Te han dicho que tienes una boca un tanto descarada?
—Pues. Fíjate que no —le doy una sonrisa falsa.
En un movimiento que no espero, me toma del cuello y cubre mis labios en un beso. Abro los ojos como platos al sentir la intromisión de su lengua en mi boca abriéndose paso, conquistando. Mis manos en puño sobre su camisa se aprietan más cuando me dejo llevar por el beso.
Ambos buscamos la rendición del otro. Arslan me arrincona cerca del panel de seguridad, mis manos dejan su camisa para hundirse en su cabello mientras sus manos me alzan para rodearlo, subiendo mi vestido y dejándome vulnerable.
Con un solo toque ya estoy abierta para él.
¿En serio Edén?
Lo jalo del cabello apartándolo y lo miro respirando con dificultad. Sus labios están hinchados. Su deseo es visible y también puedo sentirlo.
—Tu deseas esto igual que yo—dice antes de inclinarse y besar mi escote. De repente maldice. Alejándose.
—¿Qué? —digo confundida cuando me libera. De su bolsillo saca su móvil.
—Espero que sea importante—gruñe cuando atiende. Se da la vuelta y escucha.
Yo aprovecho el momento para recoger mi clutch del piso y caminar al interior de su casa.
No me sorprende al ver una decoración minimalista. Pisos de madera y techos altos. En primera instancia encuentro un pequeño comedor seguido de una cocina equipada con gabinetes de madera a medida, encimeras de piedra y electrodomésticos de primera línea. La sala de estar es dominada por una chimenea de gas encerrada en una pared de gabinetes de madera personalizados. Avanzo un poco para ver una puerta de vidrio que conduce a una escalera exterior que baja al jardín.
Me quito la chaqueta y la dejo sobre el sofá beige con cojines marrones claros y oscuros.
Saco mi móvil con la intención de llamar a Niki.
Abro la puerta del jardín donde hay una mesa de desayuno y al fondo dos sofás. La cerca de bambú da la privacidad para descansar por las noches. Hay también una escalera. Así que, supongo que se puede acceder al jardín desde la otra planta.
Marco y espero.
—¿Ya estas en casa? —pregunta y puedo escuchar la música de fondo.
Cierro los ojos.
—Niki. Necesito decirte algo— comienzo.
—¿Qué te sucedió? Espera—dice— ¡Hey! me tomo cinco minutos—grita a alguien.
Después escucho como abre una puerta, la música no se oye.
—¿Qué pasa Edén?
—Ahora no puedo explicarte todo, pero no puedes volver a casa—digo —Escúchame. Estoy metida en un follón muy grande y si vas a casa pueden herirte por mi culpa—susurro.
—Pero ¿Qué me dice? —inquiere sorprendida.
—¿Puedes quedarte con Lord?
—Si puedo. No te lo dije antes porque sabes nuestra historia, pero estamos juntos de nuevo.
Asiento, aunque no me vea.
—Nicole. Lo más importante es que no hables con Esteban. Ni nadie que venga de su parte.
—¡Maldito! ¿Qué te hizo?
—No es momento, pero te lo contare en cuanto podamos vernos de nuevo.
—¿Cómo que cuando volvamos a vernos? —su voz es alterada.
—El problema que tengo es por culpa de Esteban—confieso—No es el hombre que creí —continuo—es peligroso—ella maldice alterada—Puedes llamarme y cuando pueda iré a verte al bar.
—Pero…
—Niki. Si necesitas dinero por alguna razón, solo llámame. No te quedes en un lugar donde no te sientas segura, solo porque no puedes pagar nada más.
—Tengo algo de dinero ahorrado—anuncia —Siempre haces eso por mi—su voz se quiebra— No te preocupes. Te amo chica.
Sonrió alejando las lagrimas que se forman en mis ojos.
—Yo también—me aclaro la garganta— Te dejo porque ahora debo llamar a Louis para que ponga segura a mamá —digo refiriéndome a mi padrastro.
—Espero que salga bien —dice antes de despedirnos.
Pero sé que Niki lo dice por solidaridad, porque conoce a mi madre.
Louis me escucha y de inmediato se hace cargo de la situación. Mamá, sin embargo, no escucha y viene con todo.
—¿¡Ahora resulta que tengo que dejar mi casa!? —grita mamá— ¿Qué coño te pasa Edén? ¡has perdido la cabeza!
—¡Caroline! —escucho a Louis que le quita de vuelta el móvil.
—Solo sácala de allí por favor. Llámame cualquier cosa y recuerda. No hables con Esteban.
—Así lo hare —Nos despedimos. Cuando termino la llamada, dejo caer mis brazos.
—Vas a refriarte—volteo para encontrar a Arslan de pie en la puerta que da al jardín.
—En este momento lo único que quiero es que esto sea una pesadilla—digo con amargura—Regresar en el tiempo para no haber ido a ese restaurante o haberme acostado contigo.
Arslan camina hasta mi y pasa sus manos por mis brazos dándoles calor.
Respira profundo.
—Tengo que salir —anuncia en cambio —Nadie, a excepción de Eros sabe que esta casa existe—vacila antes de alejarse—Descansa Edén.
Entra dejándome en medio del jardín confundida y sin saber cuál será mi siguiente paso.