Capítulo 5

1785 Words
—¿A dónde tan hermosa? —silva Niki cuando salgo de mi habitación después de un día infernal donde no pude hacer mucho. Mi amiga está de pie en la cocina, mientras les da un retoque a sus labios. Esta por irse al bar. —Yannick me invito a una velada esta noche—miento. —Es decir, que veras al imbécil de Esteban. —Niki —digo en tono cansado—¿Qué quieres que le diga? el hombre siempre a sido muy amable conmigo y no todos pueden decir que son cercanos al fiscal del distrito—le recuerdo. —Vale—toma su bolso y lo coloca en su hombro—¿Bajas? —asiento. Cuando entramos al elevador siento que las manos me sudan, me miro en el espejo y cerciórarme de que me veo bien. Llevo un vestido rojo de un solo hombro y una apertura en mi pierna, el cabello está en recogido elegante y solo llevo una gargantilla y un brazalete. Mi clutch y sandalias son del color negros. El maquillaje es mínimo. —¿Estas bien? —Niki me mira detenidamente cuando estamos de pie en la acera del edificio. Miro alrededor antes de asentir. —Quiero que te cuides mucho y no confíes en nadie—frunce el ceño. —Me estas asustando—niego y le doy una sonrisa para tranquilizarla. —Solo quiero que tengas cuidado al volver a casa—la abrazo—Te quiero. —Yo más—murmura— Vas hacerme llorar. Sonrío de verdad. —¿Quieres que te lleve? —Nop. Prefiero caminar un rato. Asiento. —Nos vemos—digo caminando al lado opuesto para entrar al estacionamiento y montar en mi pequeño Honda. Cuando subo al coche respiro profundo. Pero me sobresalta el sonido de mi teléfono. Lo saco de mi Clutch. *Te estamos observando* —¡Joder! —digo arrojando el móvil en el asiento de mala gana. Enciendo el auto y emprendo el camino hasta el departamento de lujo que Yannick posee. El lugar esta en uno de los condominios más deseables de manhattan, y está perfectamente ubicado en la esquina de la avenida park. En treinta minutos, después de pelearme con el trafico estaciono a una calle del edificio. —Buenas noches —digo al guardia de seguridad personal de Yannick que está en la entrada—Soy invitada del señor Smith—le hago saber con una sonrisa coqueta. —Buenas noches —responde el hombre serio— ¿Nombre? —Edén Willians —el hombre revisa una pequeña lista en su Tablet. —Disfrute la noche —dice después de unos segundos, antes de hacerme un gesto a los ascensores. Asiento sin perder mi sonrisa y camino al elevador sin mirar atrás. Dentro de este respiro. Esto lo haces por tu madre y Niki. Sin embargo, una parte de mi me grita que le cuente a Esteban todo. Podría ayudarme. Niego. El elevador se detiene para abrirse a una impresionante galería que conduce a una sala de estar de gran tamaño con puertas francesas que se abren a las terrazas. A un lado del salón, hay una dramática y hermosa escalera de hierro forjado diseñada a medida que se extiende hasta el segundo piso. hermosos pisos de madera y techos altos. Las personas alrededor del salón ríen y charlan entre copas. —¡Edén! —me sobresalto cuando Esteban llega hasta mí y me envuelve en un abrazo—Te extrañe. Por un momento la culpa me come por dentro. Me separo de el y este deja un casto beso en mis labios. —Esteban—digo en tono de advertencia. —Lo siento bebé, es solo que me emociona tenerte conmigo—me mira con sus ojos oscuros. Esteban es alto y delgado, su cabello castaño está bien peinado y lleva traje. Sus manos son suaves y, de hecho, tiene una manicura perfecta. Es un hombre que cuida a conciencia su aspecto, pero ¿por qué no puedo simplemente quererlo? —Ven a saludar al resto—me toma de la mano—Ese vestido esta un poco revelador —comenta y apretó los dientes. Ese es una de las cosas por las que no puedo enamorarme. Esteban no me acepta como soy. —Es nuevo y quise usarlo —me encojo de hombros. —Si estamos juntos de nuevo, tienes que recordar mi imagen—murmura. Me muerdo la lengua antes de decirle que no quiero volver con él. —¡Que alegría verte! —Yannick. El hombre ronda los cincuenta años, es alto y con un cuerpo atlético, ojos claros y el cabello encanecido, pero con estilo y una barba arreglada. El hombre grita clase. —A mí, me alegra más. Créeme—un camarero me ofrece una copa y la acepto. —No sabes las charlas que le di—comenta este —es un idiota si te dejaba marchar —asiento. ¿Como puedo espiar a este hombre que siempre ha sido bueno conmigo? ¡Maldito Arslan! Pero cuando no encuentre nada, va a tener que dejarme en paz. Durante un par de horas bebo mientras Esteban habla con todos. Odio esta mierda. No soy una mujer trofeo. De vez en cuando, noto que Yannick mira su reloj al igual que Esteban. Me acerco a la barra alejándome de Esteban y estoy por caer del cansancio. La noche pasada me está pasando factura y solo quiero estar en mi cama. De la nada, siento una mano en mi espalda baja. —¿Estas bien? —hago una mueca al sentir la mano de Esteban acariciarme. —Solo un poco borracha—miento. Doy una risita tonta para que ser más creíble. —Subamos —la voz de Yannick es seria. —¿London? —susurra esteban y dejo de respirar. No. Esto no es cierto. —Cierra la boca —Yannick dice en tono duro. —Dame un momento, no puedo dejar a Edén así. —¿Están bien? —inquiere así que me tambaleo a posta. —Señor fiscal—hipo—claro que estoy bien. —Está muy ebria, que suba con nosotros y déjala en una de las habitaciones. —Vamos Edén—dice Esteban. una parte de mi quiere salir corriendo y la otra tiene curiosidad de descubrir que esta pasado en realidad. Subimos las escaleras en silencio. Avanzamos por el pasillo y nos detenemos frente a una puerta. —Te espero en mi oficina— dice caminando hasta el final del pasillo. —Entra Edén—me insta Esteban. Me quedo de pie en medio de la habitación, este me rodea y aspira—Me encantas—murmura mordisqueando mi cuello. ¿De verdad va a aprovecharse de una mujer ebria? Me estremezco, pero no de deseo, si no de repulsión Lo empujo mostrando una sonrisa boba, aunque estoy a punto de darle un rodillazo en las pelotas. De mala gana, me suelta y me tambaleo a la cama donde me dejo caer. —Estoy muy cansada—susurro. Esteban resopla y va a decir algo cuando su móvil suena. Cierro los ojos, pero estoy alerta. —Ya voy para allá —dice hablando por teléfono—Si. Esta dormida. ¿Acaso tiene mucha prisa el cabrón de London? no puede esperarme unos minutos —maldice—Voy. Lo escucho avanzar. —Será para otra ocasión preciosa—dice pasando su mano por mi rostro.    No me muevo y cuando escucho la puerta cerrarse, me quedo unos minutos sin moverme. Pasa un rato antes de abrir un ojo. No veo a nadie, así que me siento rápido y tomo mi bolso. —¿En otra ocasión? Imbécil —murmuro. Abro con mucho cuidado la puerta y el pasillo esta desierto. Así que salgo. Avanzo hasta donde vi a Yannick y me acerco a la primera puerta, pero no escucho nada. Me pego a la otra y nada. —¿Dónde coño fueron? —gruño. Un golpe sordo desde arriba llama mi atención. Me acerco a la última puerta y abro con cautela. Si me descubren me haré la borracha y diré que estoy buscando Esteban. Al abrirla me encuentro con unas escaleras que van a un piso superior. Miro por el pasillo y sigue desierto. Así que, subo sin hacer ruido, cuando llego al relleno escucho voces. —Te dije que era un idiota —es la voz de Esteban. —¡Ya basta! —Yannick interviene— tenemos una fecha de entrega. No es tan difícil London —el hombre al que hablan esta dándome la espalda—te dije que las doparas y así no tendrías problemas con las chicas. —Los guardias de seguridad de Newark ya saben que hacer—continua Esteban. Yo estoy en shock. ¿Las chicas? Eso es tráfico de personas. Respiro cuando la bilis sube a mi garganta. ¡Dios! Arslan tenía razón. Estas personas son unos criminales. El también. Me recuerda mi conciencia. ¡Jesús!   —Este es el cargamento más grande que enviaremos—dice con una sonrisa Yannick— Nos llenaremos— los demás ríen. Con cautela bajo las escaleras y llego al pasillo del segundo piso. Intento cerrar con cautela, pero la pesada puerta se cierra haciendo ruido. —¡Oh mierda! —corro por el pasillo y llego al relleno de la escalera. Necesito salir de aquí y avisarle a Arslan donde están las chicas. El sabia de que se trataba. —Maldito idiota—gruño bajando las escaleras sin mirar atrás. Ignoro a las personas en la fiesta y entro al elevador. —¡Edén! —Las puertas se están cerrando cuando escucho el grito de Esteban—¡Maldita sea! —lo escucho gritar. Busco en mi bolso el móvil, pero no está. ¡Mierda! Está en mi coche. Cuando el elevador llega abajo, salgo como un rayo. Para mi suerte el vigilante no me detiene. Así que cuando llego a la calle, corro hasta mi auto. Miro alrededor pero no veo a nadie. ¿De verdad estoy buscando a Arslan, Eros y sus hombres? Monto en el coche y cuando enciendo el motor, veo a Esteban correr hasta mi con el guardia de seguridad. Arranco sin pensarlo. Lo veo por el retrovisor correr a su auto que no está muy lejos del mío. Alargo la mano y busco mi móvil. Es increíble que este marcando este número. —Contesta. ¡Joder! —murmuro antes de sentir un golpe en el parachoques trasero. Miro para ver el coche de Esteban. —En que coño me metí—susurro mientras espero a que contesten el maldito teléfono.
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