Capítulo 8

2214 Words
Mientras el coche avanza por las calles de Nueva York no puedo dejar de pensar en que ya no tengo casa, trabajo y para colmo, hay una organización criminal que quiere verme muerta. Una mañana perfecta. Después de empacar algunas cosas en una bolsa de viaje, salimos del departamento. Siento que acabo de entrar a otro mundo.  A mí lado, ladrando órdenes por su móvil está Arslan. El conducto y el copiloto no se inmutan ante el tono de este.  —Ya estamos llegando—dice el copiloto. El coche se detiene frente a una lavandería. Arslan baja.  —Baja —ordena un poco inclinado desde la acera. —¿Qué hacemos aquí? —pone los ojos en blanco. —Solo baja del maldito auto. De mala gana lo hago y uno de los hombres me quita la bolsa de viaje. Mis bailarinas negras no hacen ruido en el pavimento mientras lo sigo al interior.  Después de guardar todo me puse unos vaqueros, una camiseta y encima una chaqueta ligera.  Necesitaba un baño, pero creo que cuando lleguemos a nuestro destino podré tener algo de privacidad.  Entramos y la lavandería es un lugar común. La persona en la caja asiente con sutileza a Arslan. Llegamos al final y este, saca de su bolsillo un antifaz. —Ah. No—digo cuando reconozco sus intenciones— No me pondré…  —Si lo harás.  —¿Por qué?   —Porque aún no confío en ti.  —Entonces ¿Qué coño hago aquí? —digo cruzándome de brazos. —Edén—dice en un suspiro— Eres una mujer bajo mucha presión y no se en qué momento puedes creer que, delatándome a mí podrás volver a tu vida. Lo miro seriamente. —La verdad, es que tienes una mente podrida—digo sin importar que me escuchen—Por mi mente no ha pasado esa posibilidad—niego. No dice nada y alza las manos poniéndome el antifaz. —Quiero que sepas que eres un maldito paranoico—susurro. Me rodea de la cintura y avanzamos. En silencio soy guiada y durante el camino no escucho nada. Excepto un par de puertas abrirse.  Cuando escucho algún murmullo es algo lejano.  —Espérenme en la oficina—dice a los hombres que nos acompañaban. Escucho una puerta abrirse y el antifaz es quitado de mis ojos. Parpadeo y estoy en una gran habitación.  No tiene ventanas como en la primera que estuve la última vez. Sin embargo, está, es en tonos claros y la gran cama de Dosel domina la habitación. —El baño, armario—señala dos puertas a un lado—Edén, no intentes escapar o tendremos problemas. —¿Soy una prisionera? —Inquiero tratando de sonar serena. Cosa muy lejos de la realidad. —No. Eres libre de merodear por el lugar. —Entonces ¿por qué el antifaz? —No deberías saber cuántas entradas tengo alrededor, te permití ver solo una y si intentas escapar y venderme con Yannick para salvar tu pellejo, no lo hagas. Estaré esperándolos. —Estoy aquí ¿No? Se encoje de hombros. —Es mejor prevenir. —Idiota. De repente, recuerdo algo que me está dando vueltas la cabeza desde hace un rato. —Arslan. No usamos condón en tu casa—digo algo azorada. Algo parece hacerle clic. Me mira en silencio sin decir nada. Pero, puedo ver la tormenta acercarse Así que añado. —Yo tengo un DIU. Pero, no sé qué tan limpio estás—lo digo con toda la intención. —Estoy limpio—habla en tono serio después de unos segundos en silencio. Se da la vuelta y sale de la habitación sin más.  Una vez a solas, miro alrededor de la habitación. Resignada, me pongo de pie y me meto al baño para ducharme. La ducha no me sorprende al ser enorme y lujosa. Cuando me siento limpia salgo vestida con una bata de baño. Me estoy secando el cabello con una toalla cuando tocan la puerta. Frunzo el ceño y me levanto para abrir. En mi puerta. De pie, hay una chica de ojos n***o y cabello rizado que me mira con una sonrisa nerviosa. —Soy Blair —se presente— te traje algunas cosas que ordenaron para ti.  —Claro—Murmuro dejándola pasar. Lleva un short blanco y un top n***o, el atuendo lo completan unas sandalias rojas. —Hay algo de ropa, un secador de cabello y algunos productos personales. —Muchas gracias—digo—Por cierto, soy Edén —Lo sé—anuncia sin perder su sonrisa—Las chicas hablan de ti. —¿Las chicas? —Si. Las del club —vacila— Yo trabajo allí. Pero, Eros me pidió esto como un favor. —Dime Blair ¿Este es un club?  —Es un club de caballeros—se encoge de hombros—El lugar tiene su encantó. Hoy es mi día libre. Así que, por eso te traje esto. —Ya— murmuro algo sorprendida—Una cosa ¿Dónde estamos? —Ni yo misma lo sé —ríe—Me pidieron que buscara esto y me trajeron igual que tú—dice en tono relajado.  —Bueno. Me tengo que ir—camina hasta la puerta—Espero que estés cómoda. —Gracias—susurro. Cuando me quedo sola, reviso las bolsas y sí. Hay muchas cosas. Vaqueros, short, vestidos, camisetas y algunos blusones. También hay varios tipos de calzado  Encuentro ropa interior.  Saco las minúsculas prendas y ahogó una exclamación. Son bralette, sujetadores, tangas minúsculas, medias y hay un ligero muy sugerente. —Idiota—frunzo el ceño. Tomo un vestido suelto azul, me lo pongo. Busco entre el calzado y saco unas sandalias planas. El cabello lo termino con el secador.  Miro la puerta y respiro antes de abrirla.  De pie, en el pasillo hay un hombre. —¿Supongo que tú estás aquí para no dejarme salir? —No señora—responde este sin cambiar su gesto serio—Soy Fran y estaré a sus servicios. —Un niñero—Murmuro. El pasillo esta solitario y hay algunas puertas más.  —Sígame por aquí y le muestro el salón.  Extrañada, avanzo y me quedo con la boca abierta al comprobar que es una casa común.  —En esa puerta, está la habitación de descanso—señala una puerta— el comedor—pasamos frente a un enorme y lujoso comedor. El salón principal es igual de majestuoso. Todo grita poder y dinero.  ¿Es raro que me guste más su casa en aquel vecindario? Está casa está decorada para impresionar y mandar un claro mensaje de poder.  —No puede ir a ese pasillo—apunta un pequeño corredor —¿Por?  —La oficina del señor y la sala de control.  —¿La sala de control? —repito más confundida. —Sigue las reglas princesa y todo estará bien—volteó para ver a Eros entrar al salón. —¿Qué parte de no me llames así, no entendiste?  —Yo me quedo con ella Fran. El hombre asiente. Eros se deja caer en uno de los sofás reina Ana y me mira detenidamente. —¿Te moleste en algo? —Inquiero. —¿Por qué lo dices? —réplica con voz despreocupada. —Es que no entiendo tu actitud. — Dejemos algo claro—dice enderezándose en el sofá—Mi hermano es la cabeza de esto y nadie. Entiéndeme bien, nadie va a cambiar eso—niega—No es personal, pero yo cuido la espalda de Arslan. —Y es admirable ver la lealtad hacia tu hermano—hablo—Tu y Arslan creen que todo mundo es sospechoso o indigno de confianza—niego—Perdón por ser un poco ingenua en este tipo de cosas—mi tono es irónico—No tome clase de mafia básica. —Me caes bien gorrión—dice moviendo su mano despreocupado—Pero amo a mi hermano. Si él cree que eres de confianza, entonces me inclinarse ante ti.  —También puedes besar mi mano—digo con chulería. —Está bien—accede riendo—Diviértete mientras nosotros trabajamos.  —¿Desde cuándo el crimen es considerado un trabajo? —Gajes del oficio princesa.  —Cabrón arrogante—murmuro una vez sola. Miro alrededor y decido explorar. Sin embargo, no he dado dos pasos cuando tengo a mi sombra de nuevo. ¡Dios! Dame paciencia.   POV. Arslan. —Yo no hago tratos contigo Yannick —Asevero. Estoy sentado en la silla de mi despacho mientras escucho al fiscal. —Sabes que te haré caer. —Tus amenazas a mí me importan una mierda—replicó—Edén no es negociable. Dile al imbécil de Esteban que puede irse al infierno. —¿Entonces la pones a ella sobre tu cabeza?  Me río. La puerta se abre y mi hermano entra. Niego para que no diga nada. Cierra con cuidado de no hacer ruido y toma asiento frente a mi escuchando lo que Yannick dice. —Sabes que no le temo a nada—continuo—menos a ti. No hay tregua, tu quisiste acabar conmigo y yo seré quien corte tu cabeza. ¿No te has enterado? soy tu peor pesadilla.  —Eres un idiota —gruñe—Veremos quien cae primero—cuelga. —¿Qué quería? —Quiere hacerme creer, que si les entrego a Edén me dejarán en paz—me inclinó—No son nadie, siquiera para causarme nervios. A ellos les falta mucha calle para cogerme de las pelotas. —¿No crees que sería más fácil? Niego.  —No estoy dispuesto a entregar a Edén. Eso sería firmar su sentencia de muerte. Te recuerdo que nos ayudó.  —Pero, te liberaría. —Claro que no. Después de deshacerse de ella, intentaran venir por nosotros. —¿Sabes que no podemos protegerla siempre? —Hay algo que estuve pensado.  —No me gusta tu mirada.  —El pacto—anuncio. Eros maldice y niega. Según el pacto tácito entre organizaciones. Ningún enemigo puede arremeter de primera mano contra los hijos o la cónyuge. Después de que hayas acabado con el enemigo, eres libre de arremeter contra la familia directa. —Solo sería algo temporal. —Debe haber otra manera. —Te molestaría que hiciera a Edén mi esposa.  —Te conozco Arslan. Nunca has confiado en las mujeres. Mira a la pobre Camille. —Camille quería algo que no podía darle. Si. Ella quería un esposo, los niños, la cerca blanca. Toda esa mierda.  Muy lejos de lo que podía darle con mi estilo de vida.  El único estilo de vida que conozco. —Pero clase aparte ¿Tú crees que esa fiera, que está allí afuera va querer casarte contigo? —Lo dices como si fuera un matrimonio real—Gruño—Es lo que le conviene.  —Si tú lo dices—Eros levanta sus manos en rendición.  —Después de acabar con Yannick definitivamente, Ella va a ser libre de volver hacer su vida y será como si yo nunca hubiese existido.  —Ese el problema—murmura—Te veo muy al pendiente de ella y me preocupas. —No seas idiota. Solo hemos tenido sexo y nada más. No dice nada. Solo asiente —Mejor cuéntame ¿Qué paso con las chicas que rescataste del muelle? —Todas ya están seguras y son libres de hacer lo que quieran. Dos decidieron quedarse a trabajar para nosotros—asiento—No tienen familia y les ofrecí un puesto en el Club. —Perfecto—Respondo. —Me voy al almacén. Revisare cómo va el cargamento de esta semana. Sabe que no me sacara nada más. Cuando sale de mi oficina resoplo.   Casarme con Edén es una opción, así ella tendría protección. Sin embargo, la idea de casarme no entra en mis planes. Ambos somos compatibles en la cama. Pero, somos temperamentales y tercos. Lo que volvería un poco difícil la convivencia. Cuando la llevé a mi casa no lo pensé. De hecho, solo pensé en darle un momento de tranquilidad. Ella nos ayudó, era lo menos que podía hacer. El problema radica en que yo no soy así. No me importa lo que debo hacer para obtener lo que quiero. Sin embargo, con Edén es diferente. Me preocupo por ella. Eso es lo que tiene asombrado a mi hermano. La casa en el vecindario es secreta. Siempre he vivido en el anonimato, Arslan no existe en ningún documento. Soy una sombra, un susurro, un mito. Es como decidí vivir y como manejo mis sucios negocios. No soy una blanca paloma. Sali de las calles y me adherí a esta ciudad como la mala hierba que crece en todas partes y es difícil de matar.   Pero, con Edén nunca sé que esperar. Me enfrenta, me desafía y yo vivo de desafíos. Edén Willians es alguien que calienta mi sangre y la condenada lo sabe. Es una mujer que aparenta fragilidad, pero cuando la conoces sabes que no come la mierda de nadie. Es sensual como el infierno y me atrae como la abeja al panal, es tentadora y no me canso de tenerla. 
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