Sentada en el sofá de la sala de descanso, paso con fastidio los canales de la televisión. Estoy a punto de volverme loca en tan solo unas horas. No sé qué hacer, hasta pensé en cocinar algo para entretenerme, pero la mujer en la cocina me miro como a un bicho raro y dijo que ella sabía perfectamente lo que al señor le gusta para comer. —Recuerde sazonar con bastante cianuro. Sonrió al recordar las últimas palabras antes de salir de la cocina. La mujer me miro con horror, pero estoy segura de haber visto una sonrisa en el rostro de Fran. El hombre el alto y delgado. Su cabellos castaño claros está bien cortado y sus ojos cafés siempre están alerta. —Señorita—escucho que Fran habla desde la puerta. —Quítame el señorita Fran o tendré que buscarte un apodo no muy bonito—digo cambiand