Todo lo que conocía Wilson en su vida, eran lujos y elegancia, la opulencia era el pan de cada día desde que había nacido, siempre rodeado de toda clase de atenciones, por ser el mayor de tres contó con un poco más de atención que sus otros hermanos.
—Entiende que se te está formando para ser el dueño del mañana, hijo.
—¿Padre y si yo quisiera algo distinto?
—Nosotros no tenemos derecho a “algo distinto”, Wilson. Somos personas que tienen el poder en sus manos y debemos usarlo —eso no era algo que precisamente pasara por la cabeza del muchacho.
Se mantenía en forma, mantenía bien peinado y bien vestido siempre, relojes lujosos, lociones de la más alta calidad, de esas que no se consiguen en los mercados tradicionales debido a su exclusividad.
Y cada cosa, entre más lujosa y excesiva que se le iba entregado, él la detestaba, odiaba esa vida, odiaba tener tanto dinero porque no sabía qué hacer con él, odiaba no poder salir solo a la calle sin un esquema de seguridad debido a los compromisos políticos de su padre.
Sabía que su actitud era la de un completo desagradecido, sin embargo no se sentía mal. Su padre estaba siempre sumergido en una burbuja frente a las opciones de vida que tenía el joven, el hombre nunca se había tomado la molestia de preguntarle que deseaba para su futuro, pues para el todo ya estaba escrito, debía hacerse cargo de las muchas empresas y negocios familiares, además de adentrarse cada vez más en la política nacional.
Tenía claro que todo eso era inevitable, que tenía que seguir los pasos de su padre, a pesar de que su siempre valiente hermana menor lo alentará a buscar su destino y no el que su padre quería para él.
Siempre vivió admirado de la valentía de la pequeña, pues lograba lo que se proponía siempre, eso incluía un muy buen puesto de trabajo en TenPa, donde era la mano derecha del dueño y uno de los jóvenes empresarios más destacados del continente.
Mientras que su hora llegaba, Wilson se dedicaba la vida a disfrutar de las banalidades que esta le ofrecía.
—¿Qué tienes planeado para hoy? —Steven, su mejor amigo desde la secundaria, pregunta con ansiedad.
—No lo se, tal vez ir al club, partir en el yate y pedir mucha champaña —sonreía Wilson con arrogancia, sin importarle la cantidad de miles de dólares que podría costar un fin de semana como lo tenía planeado.
La fiesta comenzo y como siempre, las chicas morian por ser vistas con Wilson, de la mano, dandose un beso, inclusive ninguna de ellas tendría problema si la vieran teniendo sexo con el joven promesa de su circulo social. Todas querían algo de él, mientras que él se mantenía tan vacío y lejos de necesitarlas a ellas.
Lorena que siempre sabía donde poner los ojos, esa noche sabía que Wilson sería de ella.
—Dime algo, ¿No te cansas de estar rodeado de gente? —la elegante chica, sabía dónde atacar.
—Siempre.
—¿Entonces por qué lo haces?
—Tengo que aparentar ser normal, Lorena. Sabes cómo es esto, todo es por compromiso.
—Conmigo no, no necesitas eso.
—¿Por qué contigo sería diferente?
—Porque me interesas tu, no los demás —la chica estaba siendo honesta hasta cierto punto, las empresas de su padre estaban al borde de la quiebra y que la vieran saliendo con Wilson sería un impulso grande, pero también estaba perdidamente enamorada del hermoso rubio.
—Creo, que no te creo —la miró fijamente.
—¿Por qué?
—De todos los aquí presentes, eres la más exigente, la más elegante, la más quisquillosa y la más…
—Hermosa —no lo dejó terminar de hablar o sabía que se desviaría de sus intereses—. Tengo que aparentar ser normal Wilson, sabes cómo es esto.
Ella respondió con las mismas palabras, haciendo que algo dentro del joven se removiera de forma automática, una leve sonrisa y un acercamiento de sus cuerpos fue suficiente para Wilson.
Lo recibieron unos labios carnosos y llenos de deseo, las manos de la joven se sujetaron con firmeza de la camiseta del rubio y las manos de él bajaron hasta el trasero de Lorena, que respondió con un gemido leve al agarre.
Wilson sabía lo que era tocar la sedosa y suave piel de las niñas ricas que lo rodeaban, pero Lorena tenía un aroma particular y casi adictivo, sus besos eran suaves pero lascivos, su mirada era poderosa y se sentía como poseído por ella.
Así en medio de ese Yate, Wilson tuvo sexo salvaje como nunca antes lo habia echo con ninguna otra mujer, entendia que muchas de ellas estaban dispuestas a complacerlo sin limites, pero esa vezx con Lorena, todo fue al maximo, no hubo piedad por parte de ninguno de los dos.
Luego de dos meses de continuar viéndose a escondidas, fue Wilson quién decidió que era momento de empezar a salir en público con aquella mujer que se metía entre sus pantalones y lo hacía perderse por completo.
Justo cuando la relación, se empezó a tornar más formal de lo que cualquiera en la sociedad hubiese imaginado y paralelamente las acciones y el valor de la empresa del padre de Lorena empezaron a elevarse, la relación empezó a decaer. Entre más alto las acciones estaban, más peleas entre la pareja habían.
Algo que aunque la actitud fría de Wilson no demostrara, por dentro él sentía el peso de estar perdiendo a una chica que consideraba no solo su novia, sino su amiga.
—¿Qué sucede contigo? Estás cada día más distante —la mujer no pudo sostener la mirada fija y penetrante de los claros ojos del hombre que había aprendido a querer.
Pero al mismo tiempo, por orden de su padre, debía buscar una presa más grande y de preferencia mayor que ella, un hombre con el que pudiera hacer negocios, Lorena se había convertido prácticamente en una moneda de cambio para sus progenitores, porque aunque la chica confronto a su padre acompañada de su mamá, jamás pensó que esta tuviese completo conocimiento de sus negras intenciones de casi prostituirla con tal de concretar tantos negocios como los hicieran mejorar sus finanzas y si esos negocios se iban a dar por la sola presencia de su hija, allí ella debía estar.
—Sucede que para alguien tan privilegiado como tú, es casi imposible de entender —sus palabras estaban cargadas de rabias, estaba cansada de ser usada y no poder vivir.
—Lore, así no eres tu, dime que sucede.
—No es tu problema, quiero que me dejes en paz, a partir de hoy, esto —movió sus manos señalandolos a ambos— se acabó.
Wilson, pude salir detrás de la mujer, pudo acorralarla y besarla, hasta que ella cediera y le contara la verdad, pero era orgulloso, eso le habían enseñado en casa, que su apellido, su linaje y su dinero lo hacían tan valioso que él no podía ir detrás de nadie. Wilson no era un seguidor.
—¿No has visto noticias, verdad hermano? —Ana, como siempre con mucho ímpetu y poca prudencia le preguntó.
—¿Se supone que debo verlas? Miro lo que me interesa, las finanzas y economía.
—Bueno, si Lorena aún te interesa…
El joven no siguió escuchando a su hermana, se levantó de su lugar y caminó con dirección al televisor de gran pantalla que nunca usaba, lo encendió y busco rápidamente en la tablet el canal de noticias, no había nada, husmeo otro poco en sus r************* y fue cuando apareció la fotografía.
Luego de los dos meses que llevaba separado de Lorena, en los medios podía ver claramente su fotografía, con un espectacular vestido rojo y un anillo casi más grande que su mano, un anillo de compromiso, con un empresario extranjero posiblemente mayor que ella 10 o 15 años.
—Supuse que tenías que saberlo.
—Eres peor que papá.
—No lo soy, Wilson. A diferencia de papá, yo te muestro la realidad, pero no te digo que hacer con ella, eso es tu problema. Solo quiero tu bien y ya te lo había dicho, ella no te convenía.
—Lo que me fastidia de todo esto es que al final sigo teniendo la razón, Ana —dijo con arrogancia.
—¿Cuál es?
—En mi vida, en una vida como la que estoy destinado a llevar, no tengo espacio para el amor.
—No digas eso, no seas absurdo, tu destino eres tú quién lo define.
—No, mi destino está escrito y así deberá ser.
El joven que recién empezaba a asistir a reuniones junto a su padre, se recompuso y salió por la puerta de doble hoja, en madera maciza y color caoba de su casa, para subirse al lujoso auto que lo llevaría a las empresas que un día lideraría.