Capítulo 7

983 Words
"Trata de resistirse a lo que siente, mientras comienza a seguir su juego. «Me gusta tu forma de ser» le dice, ella le contesta luego. «Muchas gracias» y sólo sonríe de nuevo." ~ ~~~~~~~~~~~~~~~~~~ Los días pasaron y las cosas seguían más o menos igual, sólo que ahora hablaban con mucha más frecuencia y de manera más cariñosa. Sarah sabía que estaba pisando terreno algo peligroso, que Edward no le había dicho literalmente: «Me gustas» Pero todo lo que hacía, lo que hablaban y su trato le daba a entender que él si sentía interés, sólo que la parte jocosa de sus juegos eran parte de su personalidad. Sarah sonreía con cada mensaje suyo, por cualquier cosa que le escribiera, ella le contestaba sin importar la hora. Y así fueron pasando los días, ella cada vez más entusiasmada con él y sus mensajes o llamadas, a veces simplemente su presencia era más que suficiente para hacerle el día. Ese día, había llegado temprano y aún no había visto al moreno. Pero tenía muchas cosas que hacer, así que decidió poner manos a la obra. Estaba sacando unas copias y organizándolas, cuando un alboroto llamó su atención. Edward estaba riendo alegremente con una de las chicas del departamento de ventas, con quien lo había visto conversar ya varias veces. Una chica atractiva llamada Melinda. La castaña frunció los labios y desvió su mirada, tratando de ocultar y reprimir lo que le había producido la escena. Muy a su pesar, tuvo que reconocer que le molestaba verlo tan divertido con esa chica y eso a su parecer era muy mala señal. «Cualquiera cae que es la chica más graciosa del mundo» pensó molesta Sentía desazón y unas ganas enormes de salir corriendo, pero se contuvo e intentó simular que nada le pasaba. —Ese tipo nunca cambia, ¿eh? —Sarah alzó la cabeza, para encontrarse con Steven, quien miraba la escena con una mueca— ¿Qué te parece, Sarah? —No creo que mi opinión sea relevante —murmuró, algo incómoda —¡Oh vamos! —sonrió— Eres una de las pocas chicas que le da calabazas. De seguro eso lo frustra, ya que está acostumbrado a llamar la atención y... —Pues ese tipo de personas no me caen nada bien —interrumpió ella con el ceño fruncido— La verdad me parece desagradable, superficial y poco digno de confianza —¿Alguien que conozco?—Sarah se sobresaltó un poco, sintiendo que su corazón le daba un vuelco. Volteó lentamente a ver a la persona que había hablado detrás de ella. Era Edward. Éste la miraba con una ceja alzada y una pequeña sonrisa burlona en los labios lo que la hizo molestar un poco. —Yo mejor me voy —dijo Steven, alejándose a paso rápido Cuando quedaron a solas, Sarah siguió en lo suyo como si Edward no estuviese delante de ella, mirándola fijamente. —¿No me vas a responder? —cuestionó luego de un largo silencio —¿Por qué tanto interés? —habló sin mirarlo— Yo no ando preguntándote por cada cosa que dices o con quién lo haces —¿Estás molesta? —alzó ambas cejas, perplejo —¿Por qué habría de estarlo? —Pues es lo que parece —respondió él— ¿Quién te hizo molestar? —Tú —dijo ella, cortante —¿Yo? —Edward se sorprendió un poco, pero luego se echó a reír— ¿Y por qué te hice molestar? —Nada, olvídalo —bufó ella —Entonces... —dijo él con aire pensativo— Soy desagradable, superficial y poco confiable, ¿eh? Sarah se sonrojó un poco, pero trató de ocultar su azoramiento encogiéndose de hombros —Si ya lo sabes ¿por qué preguntas? —Y yo que creí que empezaba a caerte bien —dijo Edward con una mueca —No me cae bien tu actitud de don juán —soltó ella sin poderse contener —¿De don juán? —la miró perplejo —Pues es lo que dicen por allí —sin pensarlo, su mirada se dirigió hacia donde estaba Melinda Edward siguió su mirada y alzó una ceja. — ¿Acaso estás celosa, Sarah? —sonrió de medio lado Ella soltó una sonora carcajada. —¿Yo? —se señaló, alzando las cejas— ¡Já! Eso quisieras, mijito —Entonces no lo estás... —murmuró alicaído— ¡Qué lastima! Sarah lo miró con el ceño fruncido, pero no pudo evitar sonrojarse de nuevo. —Pues qué tragedia —añadió irónica —Y hablando de lo que dicen por allí —Edward hizo una mueca— Hay muchas personas que te juzgan fácilmente, aún si conocerte, pero sé que tú no eres como ellas. —¿Y cómo soy? —Tú eres diferente, espontánea, Inteligente y bondadosa —respondió el— Incluso lo eres con quienes no lo merecen. En verdad me gusta tu forma de ser —sonrió Sarah no sabía por qué de pronto le decía todo eso, pero su corazón reaccionó ante sus palabras, latiendo muy acelerado. —Muchas gracias —sonrió un poco— Sólo aprendí a no hacer lo que no me gustaría que me hicieran a mi Edward no se sorprendió por esto. De verdad creía que había pocas personas como ella, que no juzgaban de buenas a primeras, como habían muchos que habían hecho con él y aún hacían. Por eso quería decirle algo que rondaba su cabeza una y otra vez. —Oye Sarah —habló mirando sus manos— Hay algo que me gustaría preguntarte, algo que quería decirte hacía rato Ella lo miró perpleja, con el corazón a mil. «¿Acaso será...? No, no es probable que él me diga algo ahora, ¿o sí?» pensó abrumada Su cabeza era un caos pero tragó saliva y trató de lucir tranquila. —Claro, dime Edward tomó una bocanada de aire. —Sabes que siempre he querido estudiar ingeniería, entré a la facultad pero no paso de cierto punto y ahora he perdido el apoyo de mi familia y algunos de mis amigos. Ya no creen en mi —hizo una mueca— ¿Qué piensas que debo hacer? Sarah sintió que se desinflaba con un globo. No pudo evitar sentirse algo desilusionada. «¿Y qué esperabas, tonta?» se regañó. Trató de aclarar sus ideas y ordenar su mente, para empezar a darle una respuesta coherente.
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