Capitulo 1
"Él la mira, con sus ojos brillantes y sediento de atención.
Pensando, seguramente maquinando qué decir,
para no sonar como un depredador"
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Capítulo 1
Edward ajustó su camisa y sonrió de medio lado.
Caminó un poco más cerca de donde estaba el grupo de personas hablando de manera amena y entretenida y observó a la castaña, quien reía de manera alegre por algo que le había dicho Steven.
El gesto de su nariz cuando reía se le antojaba gracioso, pero aún así, el moreno frunció los labios descontento.
Recordaba que desde que la conocía, ella nunca se había reído así por algo que él le dijera, sólo lo miraba como si estuviese aburrida y literalmente comenzaba a bostezar.
Otras veces simplemente lo ignoraba.
No entendía por qué siempre se mostraba indiferente ante su presencia, como si en verdad le diera igual si él estaba presente o no.
Era algo a lo que no estaba acostumbrado y quería averiguar por qué precisamente con él era así.
Se adelantó más con una sonrisa, saludando a todos de manera alegre y despreocupada.
—Hola —saludó ella sin ninguna inflexión en la voz
Él tomó una bocanada de aire y sonrió de nuevo
— ¿Qué me cuentas de nuevo, Sarah?
Ella lo miró, alzando una ceja
—Pues aparte de los números... —se encogió de hombros
Los demás se echaron a reír por la expresión de su rostro, pero a Edward no le pareció nada gracioso.
—Jean Carlos, ¿sabes algo de poesía? —se dirigió a uno de los chicos, volviendo a ignorarlo como si nada
Edward resopló, cruzándose de brazos.
Otra vez volvía a ignorarlo y sólo le dedicaba unas cuantas palabras, pero hasta allí.
En cambio, con los demás chicos hablaba de manera alegre y tenía conversaciones reales, cosa que con él no tenía por más que lo intentara.
—¿Por qué esa cara de funeral? —cuestionó Mery— ¿Qué te ocurre, Kermit?
—No es nada —mintió él
—Pues últimamente te veo pensativo y a veces malhumorado, algo difícil de ver en ti —comentó ella— ¿Qué te pasa?
Edward no sabía si contarle o no, no quería formar un chisme, pero la verdad ya no sabía qué hacer.
—¿Sabes qué gustos tiene Sarah? —cuestionó— ¿Cuáles son sus pasatiempos?
—¿Sarah? —alzó una ceja— Pues nos dijo que era maestra de música de niños y que además daba clases de piano. ¿Por qué lo preguntas?
—Conque música, ¿eh? —comentó pensativo
Tal vez ahora podía sacarle conversación con algo que le importase. Él no sabía gran cosa de ello, pero al menos lo intentaría, a ver si así dejaba de ignorarlo.
—¿Sabes cantar, Sarah? —lo intentó de nuevo
Ella dejó de hablar y lo miró fijamente, asintiendo con la cabeza
—Debes tener una voz hermosa —sonrió al ver que había captado su atención— ¿Podrías cantar algo para nosotros?
Un ligero rubor cubrió sus mejillas.
—No creo que sea buena idea, en realidad no canto tan bien
—Oh vamos, Sarah —habló Liliana, una de las mujeres— Queremos escucharte cantar, ¿cierto, chicos?
Todos admitieron que querían escucharla, provocando que la castaña se sonrojara aún más.
«Es un poco tímida» pensó Edward, divertido
—Está bien, lo haré pero no hoy —dijo Sarah— Muchas gracias tú, como-sea-que-te-llames
Edward se echó a reír por su tono mordaz y la mirada que le dirigió.
—De nada, y me llamo Edward
—Como sea —rodó los ojos, cruzándose de brazos
Edward sonrió complacido. Al menos ya había logrado llamar su atención.