Capítulo 3

1672 Words
Encendió la radio del auto, quería saber como estaba la situación criminal por ese lado del país, hacía mucho tiempo que no viajaba a Guadalajara, era una lástima que se trasladara allá por trabajo y no por vacaciones, que bien tenía merecidas porque trabajar para Julián no era cosa fácil. Después de un par de segundos encontró lo que buscaba, un noticiero vespertino, pero los primeros minutos solo se la pasaron hablando sobre platillos típicos de la región y como prepararlos, aunque el tema era trivial no pudo evitar saborearse una buena torta ahogada, ya tenía hambre, pero al finalizar el tema, el conductor presento la sección de nota roja en la cual comenzó hablar sobre los crímenes más recientes, pero en vez de enumerarlos y hablar de ellos uno por uno, el conductor explico que había un incremento de criminalidad gracias al surgimiento de un nuevo cartel que se hacía llamar "Cartel infernus" y que al principio había comenzado como un chiste para las autoridades no solo por su nombre el cual no era muy típico para un cartel, sino que los objetivos de sus crímenes eran miembros de otros carteles, por lo que era imposible entrometerse en una guerra de territorios. Silvia esbozó una sonrisa al escuchar la nota la cual le pareció muy alarmista, pero que podía hacer, así eran las notas rojas para atraer la atención de público. Mientras se divertía escuchando la nota periodística, su teléfono se encendió y comenzó a sonar su tono de llamada, pero al ver el nombre de la persona que la llamaba contesto enseguida. —¿Necesitas que te ayude con algo?—exclamo al poner el altavoz. —La encontré—musito Julián al teléfono. Perpleja, Silvia tuvo que orillarse y detener el auto. —¿Estas con ella?—cuestiono asombrada, sabia que cualquier cosa que Julián se propusiera él lo conseguía fuese lo que fuese y costara lo que costara. Pero Julián no contesto enseguida, se quedó en silencio y luego soltó un suspiro. —No— dijo, pero en su tono de voz se reflejó el dolor que aquella palabra compuesta por dos letras significaba para él— pero ya sé donde esta. —¿Y me lo dirás?—cuestiono creyendo que esa información se la guardaría solo para él y se la diría una vez que él lo creyera conveniente. —La tiene el cartel Xibalba—concluyo. —¡Maldición!—exclamo Silvia impresionada— ¿Qué hiciste para hacerlos enfadar? —Un poco de todo— suspiro nuevamente. Silvia se extrañó un poco, era para que él hubiese perdido el control como un niño pequeño, pero parecía estar bastante calmado, así que intuyo que era porque ya tenía un plan para enfrentarse con ellos.— ¿Hiciste lo que te pedí? —¿Las fotografías?—cuestiono tratando de rememorar si es que Julián no le había pedido nada más. —Si—musito en cierto tono de exasperación, pero no le dijo nada últimamente Silvia era quien se encargaba de resolver esos detalles de su otra identidad para que nadie relacionara a Julián Cazares como Juliano Salazar, se suponía que estaba de vacaciones con una supuesta novia, quien en realidad era Silvia bien disfrazada para poder tener una coartada en caso de que alguien llegara a reconocerlo. —No te preocupes, hace horas que circulan las fotografías en televisión y r************* —le aseguro Silvia orgullosa de su trabajo como informante y también como modelo, aunque la realización de esas fotografías habían sido vergonzosas y hasta en cierto punto un poco incómodo porque aunque Julián era el tipo de hombre porque cualquier mujer pondrían sus bragas a sus pies, ella solo tenía una cosa en la mente, vengarse y ningún hombre le haría olvidarse de su objetivo. —Te lo agradezco—emitió Julián con un poco de culpa a veces llegaba a olvidar el porqué Silvia trabajaba para él— no sé que haría sin ti. —Seguramente nada jefe, pero...—se detuvo un instante, ella se había dado cuenta de que Julián había evitado hablar sobre el asunto sobre el cartel Xibalba y aun así se atrevió a preguntar— ¿Cuál es el plan? —Sigue la venganza—declaro sabiendo que eso era lo que ella necesitaba para seguir apoyándolo, pero tal vez al final del camino ella sabría la verdad sobre quien era y tarde o temprano tendría que enfrentarse como aquel imbécil que le había arrebatado todo en la vida. —He esperado mucho tiempo por esto y lo sabes Julián—se le hizo un nudo en la garganta que le impidió hablar por un instante, intento tragarse en dolor y las lágrimas, pero fue inevitable que estas comenzaran a escurrirle por las mejillas—¿Es verdad? ¿Tus palabras lo son? Él mantuvo silencio, no estaba preparado para esa conversación, no aun porque eso quería decir que él estaba aceptando morir bajo sus manos y desde que Camila había desaparecido lo que menos quería era morir. Antes de que pudiera pronunciar una sílaba detrás de él se escuchó el quejido adolorido de un hombre. —¿Qué fue eso?—corto el silencio la voz de Silvia. —Discúlpame, estoy en medio de un asunto así que seguiremos discutiendo esto más tarde—alego Julián dirigiendo la mirada hacia el lugar de donde se había escuchado aquel sonido. —De acuerdo, nos vemos en la noche—se despidió, pero Julián colgó un segundo después. Camino entre los cadáveres que él se había encargado de asesinar, era inevitable que las gotas de sangre no le salpicaran su fino traje que llevaba puesto al pasar, pero al fin de cuentas tenía muchos trajes iguales a ese y mucho mejores, que importaba si se manchaba con un poco de sangre. Su única molestia era que se mancharía con sangre que personas que no merecían tocar ni la suela de su zapato. No eran contrabandistas de drogas o traficantes de armas, ellos comerciaban con personas, en específico mujeres y lo peor de todo es que se habían llevado a la única mujer que había significado algo para él que todo su jodido dinero, por lo que merecían algo mucho peor que el destino que les había tocado, pero había sido indulgente en cierta medida porque ahora que sabia que ellos solo habían recibido órdenes de los hombres de su padre.  Esa ira que aún guardaba en su cuerpo la usaría para matar a todo el cartel Xibalba con sus propias manos si era necesario y anhelaba que su padre y sus hombres trataran con delicadeza al ángel que le habían arrebatado o ellos conocerían el calor del mismo infierno aquí en la tierra. Guardo su arma y se agachó sobre el cuerpo de aquel individuo que aún seguía con vida, tenía los parpados cerrados, pero sabia que estaba despierto por lo que tomo su cuelo con ambas manos y presiono con fuerza, el hombre aunque débil, lucho con todo lo que puso, incluso aunque el usar fuerza solo le ayudaba a desangrarse más por los orificios que Julián le había hecho sobre el estómago. Julián se mantuvo en esa posición sin mover un solo músculo, esperando pacientemente a que la vida se fuera entre sus manos y finalmente pereciera como las vidas de las víctimas que seguramente él había arrebatado. Cuando dejo de moverse y para asegurarse de que estuviera muerto, Julián le quebró el cuello. Hubiera sido más sencillo de haber utilizado ese método desde el inicio, pero al igual que en la cama a Julián le fascinaban los juegos. ¿Cómo se podía llamar un asesinato si no había tortura? Al levantarse Julián se acomodó la corbata, tanto esfuerzo le había desarreglado el traje y como odiaba desarreglarse a menos que fuese por una hermosa mujer. Camino hacia la salida pisando el desastre que él había provocado buscando un indicio de Camila y aunque lo había encontrado se sintió un poco decepcionado esperaba que esos hombres le dieran más batalla, pero se había equivocado o tal vez era la ira contenida y que había descargado en ellos. Salió del edificio abandonado en el que se encontraba, donde esos hombres creyeron que podrían tener ventaja para asesinarlo. Tomo de uno de sus bolsillos un pañuelo con el que se limpió las gotas de sangre que le habían salpicado al rostro, pero desgraciadamente la sangre era un líquido muy difícil de quitar de un traje tan fino como el que llevaba, había sido una mala decisión ponerse un traje de lino esa mañana, pero aunque estaba confiado en que encontraría algo sobre el paradero de Camila lo que no tuvo en cuenta era que tendría que usar no solo su arma y la fuerza bruta, sino un cuchillo que uno de sus oponentes tenía y que él le había arrebatado para perforar sus pulmones. Suspiro al recordar el momento y miro sus manos teñidas de rojo, un rojo que era imposible retirar solo con un pañuelo, a veces ni el mismo podía creer que se convertía en una bestia que lograba arrebatar vidas en unos cuantos movimientos, creyó que todo lo que había aprendido de Cecilio y de su padre había quedado en el olvido, pero al final de cuentas seguía siendo el mismo Juliano que había abandonado su casa para no asesinar a su padre con sus propias manos y ser el siguiente líder del cartel solo porque eso era lo que otros esperaban eso de él. Chasqueo la lengua para salir de su trance autoinfligido, era estúpido pensar en el pasado. Camino vuelta hacia su auto, subió y al encenderlo, lo primero que se escuchó fue un corrido, como odiaba esa música, aunque en su juventud había imaginado que alguien compondría una canción hablando de sus hazañas y de lo poderoso que seria siendo el líder del cartel, pero después de la muerte de Claudia esos sueños se habían  ido a la mierda.
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