Capítulo V

2361 Words
Camille Dejo salir el aire que estuve conteniendo por varios minutos, trato de relajar la tensión de mi cuerpo y solo me siento en el sillón tratando de meditar todo lo que ha pasado hace unas horas. No entiendo qué es lo que sucede entre Sam y Aarón, no comprendo la razón de su enemistad. Siempre pensé que a Sam no le agradaba porque él era el hermanastro de Alexander bajo la ley. Pero ahora no estoy muy segura, al verlos mirarse de esa forma, llena de odio y rencor me hizo dudar como nunca lo había hecho. Inclino mi cuerpo hacia delante y poso mis manos en el sillón mientras dejo escapar un suspiro de cansancio. Sam nunca me ha ocultado nada, ella siempre ha sido sincera conmigo y no sé porque siento que ahora no es así. Algo sucede y ella no tiene la confianza de decírmelo. ¿Pero por qué? Me concentro en mi respiración y espero que Sam baje a hablar conmigo porque lo hará. La conozco muy bien para saber que no dejará las cosas así. Al cabo de una media hora, escucho el crujido de la madera y los pasos de alguien acercarse, no es necesario voltear para saber que Sam está a mis espaldas. —Tenemos que hablar —avisa con una nota de seriedad que me cuesta asimilar de ella y solo suelto un suspiro en respuesta. Mis muslos se tensan cuando me percato de que las cosas pueden terminar peor de lo que están. Me limito a enfocar la mirada en ella, mi mejor amiga, que avanza y toma asiento enfrente de mí sin dejar de verme. —¿Qué fue lo que pasó hace unas horas? —pregunto con el ceño fruncido, ella se tensa, logrando que su pecho suba y baje con rapidez. Casi fuera de lo normal. Está nerviosa y ni siquiera sé el porqué. —Nada, solo no me gustó que Aarón estuviera aquí y haya visto a Ellie —susurra, sonando enojada. Enarco una ceja, de repente sintiéndome confundida. Me está mintiendo, lo sé. Hay algo más que la está molestando. —Necesitas decirme qué está pasando, no te entiendo —le pido en un tono más calmado; ella me regresa a ver con intensidad, la irritación ya es más visible en los gestos que hace—, puedes confiar en mí. No tarda ni dos segundos en levantarse del sillón con brusquedad, sin saber que hacer o que decirme para aplacar mis dudas, no entiendo qué le pasa. —¡Eso es todo lo que necesitas saber, Camille! —se altera y comienza a caminar dando vueltas por la sala, delatándose ella misma, porque si antes desconfiaba de sus razones, ahora tengo la certeza de que me está ocultando algo—, no me gusta que nadie vea a mi hija y tú lo sabes perfectamente —dice lo último con cierto recelo, haciendo hincapié en esas dos palabras. La observo con detenimiento, intentando descifrar lo que pasa por su cabeza. No llego a sacar ninguna conclusión. Lleno mis pulmones de aire y me atrevo a preguntar lo que nunca he hecho desde que ella me pidió que no lo hiciera. —¿Quién es el padre de Ellie? —la cuestiono, tratando de resolver mis dudas. Su cuerpo se paraliza y termina apartando la mirada a un punto incierto de la sala. Permanece callada ante mi pregunta por lo que parece mucho tiempo y mis nervios incrementan con su silencio que no hace nada más que avivar mis curiosidades. —¿Sam? —insisto. La veo endurecer el semblante mientras pasa saliva con nerviosismo, sé que no debí tocar ese tema pero ya va siendo hora que hablemos de eso. —¡No te incumbe! —grita a la defensiva—, eso es algo de lo que no me interesa hablar ni hoy ni nunca, mucho menos contigo, Camille. Ya te lo he dicho —da por terminado el tema, enfurecida. A pesar de sentirme herida por sus evasivas no lo muestro. Tal vez tenga razón, pero necesito entender qué es lo que pasa y por qué actúa de esta forma. —¡Soy tu mejor amiga! Necesitas empezar a confiar en mí sobre lo que te sucede —protesto sintiéndome enojada por su actitud—, han pasado tres años desde que hablamos del tema y las dos hemos mantenido en secreto a Ellie como tú lo has querido y aún así, no me dices la razón —me desahogo, diciéndole todo lo que he guardado. Ella me mira a punto de romper en llanto. Mi corazón se estruja de verla así, está a punto de romperse y no quiero que lo haga. —Es que su padre es.... —susurra sin mirarme a los ojos. Me acerco a ella pero se aleja como si quisiera tomar distancia entre nosotros. No me quiere cerca. Lo puedo percibir. —¿Aarón lo conoce? —averiguo rápidamente, esa es la única razón que se me ocurre por la que no permite que Aarón la vea. Ella se tensa ante mi pregunta y aprieta la mandíbula, puedo ver que acerté en mis palabras, sus labios se entreabren e intenta decir algo pero no se calla a sí misma. —¿Es eso? —refuto nuevamente—, ¿Aarón conoce al padre de Ellie y no quieres que le diga? —ella no deja de mirar al suelo y empieza a sollozar con más fuerza. No lo dudo y la toma entre mis brazos para abrazarla mientras rompe en llanto. Acaricio su cabello y ella sigue derramando lágrimas, no entiendo que la pone tan mal. ¿Quién será el padre de Ellie? Después de unos minutos Sam se aparta de mí y me observa con los ojos llorosos, como si lo que estuviera a punto de decir fuera demasiado importante. La tensión es palpable en el aire y con cada minuto que pasa, siento como el lugar se reduce alrededor de nosotros y comienza a arrebatarnos el poco aire que tenemos. —Aarón conoce al padre de Ellie —por fin habla y yo la miro dudosa—, es por eso que no quiero que la vea, si él se entera que es mi hija estoy segura que se lo dirá. No puedo permitir que eso suceda —me explica pero por alguna razón no le creo. Siento que hay algo más que no me está diciendo, la manera en que tiemblan sus labios y no me mira a los ojos la delata y, aunque quiero indagar más acerca del tema, sé que no me dirá y eso me duele. —¿Lo conozco? —pregunto mirándola con intensidad. Ella carraspea la garganta y desvía la mirada otra vez. > Entreveo en sus ojos y la incertidumbre que hay en ellos me hace desconfiar como nunca lo había hecho. Ella suspira y entrelaza nuestras miradas después de varios minutos, —No, no lo conoces —miente y solo asiento con resignación, comprendiendo que ella no me dirá la verdad acerca del padre de Ellie. Le doy una mirada reconfortante para calmarla y subo a mi habitación dejándola ahí para que pueda tomar un respiro de la presión que puse en ella. Espero que pronto se sincere conmigo y pueda confiar en mí, jamás haría algo para dañarla a ella o a Ellie. Las amo a las dos y no puedo entender el misterio detrás del padre de Ellie, pero por alguna razón ella lo quiere mantener oculto y así será hasta que ella se decida a hablar conmigo. No la forzaré. Tengo que tener paciencia, así como ella la ha tenido conmigo. ****** —¡Caballos! —chilla la pequeña. Demasiado emocionada que el cielo de ojos que posee le brillan más de lo normal—. ¡Vamos, vamos! Rápido, mami —me apresura mientras hala de mi mano, bajando las escaleras. Refuerzo mi agarre en su mano para evitar que se haga daño o se caiga. Llegamos al salón y Ellie quiere salir corriendo hacia los establos de la casa. —Un momento, señorita —la detengo con mi mano y me mira desconcertada—, ¿a dónde vas con esas botas al revés? —la cuestiono, la diversión crispando mi voz al ver que aún no aprende a diferenciar dónde va cada zapato. La cargo en mis brazos para sentarla sobre el sofá. Le quito ambas botas y las acomodo en los lados correspondientes. Ellie no deja de moverse, está inquieta, quiere salir lo antes posible. La tomo de la mano y salimos de la casa con dirección a los establos. Camino con ella a mi lado, permitiendo que la cálida brisa golpee mi rostro y me haga reflexionar acerca de lo que está sucediendo con Sam. Suelto un resoplido, triste, por todo lo que ha pasado en estos días, no sé qué diablos hacer con mi vida. Todo parecía estar bien y de la nada mi paz se extinguió. —¿Mami? —la voz de Ellie atrae mi atención. Me agacho para quedar a su altura y espero a que prosiga—, ¿estás triste? ¿Por qué ya no sonríes? —pregunta con el ceño fruncido y niego rápidamente. —No, mi amor —le aseguro—, ¿cómo podría estarlo contigo a mi lado? —inquiero, queriendo convencerla y mi intento funciona, ya que ella sonríe. Luciendo calmada. —Mamá si está triste.... —me dice en susurro bajito y sé perfectamente a quien se refiere. Una opresión me aprieta el pecho al saber que Sam está sufriendo y no es capaz de compartir ese dolor conmigo, ella puede recargarse en mí y no lo hace. Ellie se queda en silencio, esperando a que le diga algo, es una niña dulce que no le gusta que los demás estén tristes. Mucho menos Sam. —Iremos por helado después de cabalgar, ¿qué te parece? —trato de mantener una expresión serena, fingiendo una enorme sonrisa para levantar sus ánimos—, a tu mami le encantará, compraremos su helado favorito y así no estará triste —miento para ya no agobiarla. Es solo una niña que no entiende los problemas de los adultos. —¡Si! —grita entusiasmada. El solo hecho de verla sonreír me hace sentir plena. Entrelazo nuestras manos, —ahora vamos, Mila nos espera —canturreo suavizando mi voz y ella asiente. Caminamos por unos minutos hasta llegar a las caballerizas. Dejo a Ellie a una distancia segura para poder sacar a Mila y evitar algún accidente. Me acerco a mi yegua favorita y comienzo a acariciar el hermoso pelaje blanco que le cuelga a los costados, sus enormes ojos negros me observan curiosos detallando cada movimiento que hago. Tengo que ponerme de puntillas para darle un beso en su sien, me alejo nuevamente para abrir la puerta y dejarla salir. Ellie observa a la yegua con una gran admiración que es demasiado visible en sus iris azules. Con mucho cuidado guió a la yegua fuera del establo, vigilando que Ellie no se acerque más de lo debido. Ensillo a Mila lo más rápido posible, preparándola para montarla. Ella rechina entusiasmada, le gusta mi compañía y también la de Ellie. Ya está acostumbrado a nosotras. Halo de la cincha para llevarla a los alrededores de paseo. Es una costumbre que tengo con Ellie. Lo hacemos casi todas las tardes. —Sígueme, cariño —le digo. Después de unos segundos escucho sus pequeños pasos detrás de mí. Salimos de los establos y dejo a Mila a un lado, tratando de que no se exalte o haga algún movimiento brusco. No quiero que asuste a Ellie. —¿Lista? —regreso mi atención a Ellie y ella solo mueve su cabeza, asintiendo en respuesta. La tomo entre mis brazos y la cargo para subirla encima de la montura, me cercioro que todo esté en orden, Mila se queda quieta mientras observo todo lo que sucede a su alrededor. Ellie me sonríe emocionada y le devuelvo el gesto. —Quédate quieta, cariño —pido suavizando mi voz—, no te muevas mucho o de lo contrario nos caeremos —bromeo para que Ellie no se mueva. Ella hace lo que pido así que aprovecho el momento para subirme a la yegua, cuidando de que Ellie no se caiga. Mila comienza a relinchar, haciendo que Ellie sonría entusiasmada. Sus pequeñas manitas se sujetan a los estribos y dejo que lo haga. La hace sentir segura. —Agárrate fuerte —le pido—, yo te sostendré, solo quédate mirando al frente. Como siempre lo haces, cariño. Ella solo me da un pequeño asentimiento de cabeza, demasiado emocionada como para tan siquiera considerar mis indicaciones. Impulso a que Mila se mueva y Ellie suelta una risa llena de felicidad. Ambas nos embelesamos por el paisaje francés que rodea la propiedad. Cabalgamos sin medir el tiempo, disfrutando de la compañía y del aire que zarandea nuestras melenas de un lado a otro. Tomo un profundo respiro sin querer perder esta paz que encuentro aquí, en este hermoso lugar que me ha dado algunos de los mejores recuerdos de mi vida. Aunque también quiero desechar todos los malos recuerdos y recuperar mi estabilidad. Me veo tentada a subir la velocidad, pero no lo hago para proteger a Ellie. A ella le gusta que Mila corra pero aún es muy pequeña y prefiero no arriesgarme a que suceda algo. Paseamos por el lugar, divisando los pintorescos colores del atardecer. Solo por este instante todo es perfecto ya que la tengo a mi lado. Cuando veo a Ellie me es casi imposible no pensar en cómo sería tener una hija. La idea después de tanto tiempo no suena tan mal. Pero también debo aceptar que ahorita no estoy preparada para serlo. Mi carrera es mi prioridad y no me siento con la mentalidad preparada para tener semejante responsabilidad. Además, Ellie me da todo lo que puedo querer y no tengo deseos de tener a alguien más. Solo a ella.
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