Han pasado tres años desde que Camille decidió irse de Seattle, dejando atrás todo lo que la atormentaba y la hacía sufrir con el único propósito de repararse a sí misma y alejarse de la persona que más daño le había hecho.Sorpresivamente todo parece marchar bien en su vida, todo es paz como algún día lo anheló, no hay más problemas, no obstante, por azares del destino ella tiene que regresar a enfrentar todo lo que implica su pasado y su mayor tormento; Alexander Rosselló o como ella solía llamarlo: El demonio. Camille cree que el tiempo ha logrado sanar todas las heridas de su corazón, su corazón se ha reparado por completo, pues ya no es la misma chica ingenua de diecinueve años que algún día se enamoró del socio de su padre e hizo hasta lo imposible para que él correspondiera sus sentimientos. Pero a veces hay heridas que a pesar de los años siguen sangrando, tormentos que te persiguen, oscuridad que te acecha y amores avasalladores que nunca se olvidan. Mucho menos cuando se trata de un demonio como Alexander, que su amor la sometió y la condenó a la oscuridad. Una oscuridad a la que ella no está dispuesta a hundirse. Los demonios regresan, el deseo, la atracción, la lujuria que los emanó, la sed de venganza de enemigos que están al acecho con ansias de atacar cuando menos se lo esperen. Camille y Alexander se quemaron en un fuego ardiente que los consumió por completo. Pero dónde hubo fuego, cenizas quedan.