CAPÍTULO ONCE Kyra se apresuró entre la nieve, empujando las gruesas ramas en su camino, con el lamento del dragón aún resonando en sus oídos, y se apresuró al claro cuando de repente se detuvo en seco. Toda su anticipación no la pudo preparar para lo que ahora veía enfrente de ella. Se quedó sin aliento —no por la tormenta o el frío o el viento— por lo que miraba, algo que nunca había visto antes en su vida. Había escuchado las historias noche tras noche en la habitación de su padre, las antiguas leyendas de dragones, y se preguntaba si eran verdad. Había tratado de imaginarlos en su mente, se había quedado despierta muchas noches tratando de visualizarlos, y aun así no podía creer que fuera cierto. Hasta ahora. Pues delante de ella, apenas a seis metros de distancia, Kyra se paralizó