CAPÍTULO DIEZ Merk estaba en el claro del bosque, con un hombre muerto a sus pies y mirando a los otros siete ladrones boquiabiertos. Ahora tenían una mirada de respeto y miedo en sus ojos, era evidente que se habían dado cuenta del error que habían cometido al confundirlo con otro viajero indefenso. —Estoy cansado de matar —dijo Merk calmadamente y con una sonrisa en el rostro—, así que hoy es vuestro día de suerte. Tenéis la oportunidad de dar la vuelta y correr. Un largo y tenso silencio cayó sobre ellos mientras se miraban el uno al otro tratando de decidir qué hacer. —Mataste a nuestro amigo —dijo uno. —Vuestro examigo —lo corrigió Merk—. Y si sigues hablando, te sucederá lo mismo. El ladrón frunció el ceño y levantó su mazo. —Aún quedamos siete y tú estás solo. Baja el cuchill