CAPÍTULO SIETE Kyra estaba sentada en la habitación de su padre, una pequeña habitación de piedra en los pisos superiores de la fortaleza, con altos y estrechos techos y una chimenea de mármol enorme ennegrecida por los años de uso, y se miraban en el silencio sombrío. Se sentaron en lados opuestos del fuego cada uno sobre una pila de pieles viendo cómo se desmoronaba la leña con crujidos y silbidos. La mente de Kyra daba vueltas a la noticia mientras acariciaba el pelaje de Leo, que estaba echado a sus pies, y aún era difícil aceptar que fuera cierto. Los cambios habían llegado a Escalon y se sentía como si en este día su vida hubiera terminado. Observaba las llamas y se preguntaba para qué seguir viviendo si Pandesia la arrancaba de su familia y la llevaba lejos de su fortaleza, de to