Lo que lo molestaba todavía más es lo que hacía eco en su cabeza: la profecía acerca de ella el día que había nacido. Siempre lo había considerado una tontería, las palabras de una bruja; pero hoy, al observarla y ver su destreza, se dio cuenta de lo especial que era y se preguntaba si podía ser verdad. Y ese pensamiento lo asustaba más que nada. Su destino se acercaba con rapidez y él no tenía manera de detenerlo. ¿Cuánto tiempo pasaría hasta que todos supieran la verdad sobre ella? Duncan cerró los ojos, negó con la cabeza y tomó un gran trago de su saco de vino tratando de sacar todo esto de su mente. Después de todo, se suponía que esta era una noche para celebrar. El Solsticio de invierno había llegado y, al abrir los ojos, vio la nieve entrando por la ventana ahora una tormenta de n