NOTA: Cuando los capítulos sean narrados por Gustavo, aparecerá como indicativo su nombre en negrilla al inicio del respectivo cap.
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Gustavo
Me despierto muy temprano en la mañana. Una de las cosas a las que me tendré que acostumbrar si voy a vivir y trabajar en Colombia, será a madrugar. Este es el país más madrugador del mundo, en donde si te levantas a las 5:30 a.m., ya vas tarde.
Me quedo un buen rato mirando hacia el techo, no siendo capaz de salirme de entre las cómodas cobijas.
En Bogotá hace un frío de mi*rda. He estado acostumbrado toda la vida al calor de Miami, así que de repente tener que acostumbrarme a una ciudad que siempre permanece fría —al menos en USA por la cuestión de las estaciones no todos los meses del año debes soportar el frío o el calor, pero aquí, las ciudades que son frías siempre están así, al igual que las calurosas —está resultando todo un desafío para mí.
Podría simplemente llegar tarde, ya que soy el jefe de la empresa y no tengo que cumplir con un horario, pero no quiero que mis empleados se lleven esa mala impresión de mi justo en el primer día de trabajo.
Sí, hoy inician oficialmente las labores en las oficinas de Café Bustamante. Desde que mi tía Lina murió, la empresa familiar ha venido funcionando por obra y gracia del espíritu santo. Su esposo, mi tío Carlos, trató de hacerse cargo, pero él era abogado, no tenía ni idea de negocios, así que la empresa duró muchos años tambaleando en manos de otras personas, hasta que Alonso, el mejor amigo de mi primo Carlos, se graduó de la carrera de Administración de Empresas que mi tío le pagó y fue él el que se hizo cargo de Café Bustamante secretamente, ya que en realidad era mi primo Fernando el que había sido nombrado como CEO apenas llegó de estudiar su máster en Derecho Penal en Italia, pero mi primo resultó más inútil para los negocios que mi tío Carlos.
Y detesto admitirlo, pero con Alonso la empresa venía funcionando perfectamente. He estado durante todo este último mes estudiando los libros de contabilidad, las actas de las asambleas generales de accionistas, los registros financieros..., todo está bien. La empresa recuperó en cuestión de tres años las pérdidas que sufrió durante los últimos 20 años, que es lo que mi tía lleva de fallecida.
Alonso no me cae bien. Es un buen hombre, pero no me cae bien por el simple hecho de que desvirgó a mi hermana cuando ella apenas tenía 16 años. En serio que no entiendo a Chloe. Siempre ha tenido unos gustos paupérrimos, cuando ella es una mujer hermosa e independiente.
Me levanto de la cama al fin y entro al baño. Piso sin querer los patitos de hule de Justin. Hay patitos de hule tanto en mi baño como en el de Chloe, ya que al niño a veces se le da por dormir conmigo y tengo que bañarlo.
Mientras me lavo los dientes y me recorto un poco la tupida barba castaña clara, pienso en que todo esto lo estoy por Justin.
Hasta hace unos cinco años, yo venía trayendo una vida de completo desorden. Todo inició desde el primer año de universidad, cuando empecé a ir a las típicas fiestas de facultad en donde todo es música, sexo, cervezas y droga.
Desde bebé fui el centro de todos los focos. Mi mamá fue de esas actrices de Hollywood a las que no le dio ninguna pena mostrar a su hijo ante las cámaras desde sus primeras semanas de vida; y mi padre, solo para obtener ganancias monetarias, aceptó posar junto con mi madre y un pequeño yo de tan solo un mes de nacido en la revista People. Papá todavía tiene esa revista guardada en un recóndito lugar de su despacho en nuestra mansión en Miami. Bienvenido al mundo Gustavo Bustamante, el príncipe del café. Ese fue el título de la portada que se vendió como pan caliente.
Yo solo tenía un mes de nacido cuando ya me estaban poniendo sobre los hombros la pesada responsabilidad de ser el próximo CEO de Café Bustamante, y es que mi padre, el que debió haber sido el CEO apenas mi abuelo se jubiló, tuvo problemas con la justicia colombiana al ser un drogadicto y hallarlo culpable por posesión ilegal de drogas. Se metió tanta droga, que su cerebro se atrofió y esa fue razón suficiente para ser declarado interdicto y que por ende no pudiera hacer ningún tipo de negocio ni mucho menos hacerse cargo de la empresa familiar, así que, a mi tía, su hermana melliza, no le quedó de otra que hacerse cargo de la empresa familiar.
Mi papá fue un irresponsable durante toda su vida, pero yo no puedo juzgarlo, porque yo por poco y le sigo los pasos. Yo tenía 20 años cuando ingresé a estudiar Negocios Internacionales en la prestigiosa Universidad de Harvard. Mi papá ni siquiera me preguntó yo qué quería hacer en la vida, a qué quería dedicarme..., él simplemente me sacó de mi cama en un día cualquiera y me dijo que empacara mis cosas porque ya me había pagado el tiquete aéreo hacia la ciudad de Cambridge.
En Estados Unidos lo común es que los chicos se vayan de las casas de sus padres apenas se gradúan de la secundaria. Chloe lo hizo. Apenas cumplió los 18 años, se fue de casa a perseguir sus sueños como modelo, ya que papá no la quiso apoyar en nada, ni con educación universitaria ni nada, pero yo me tardé dos años en salir de casa, y fue porque papá prácticamente me dio la patada para que saliera al mundo, ya que desde pequeño viví en esa gran jaula de oro, en donde todo me lo ponían en bandeja de plata, como a cualquier niño rico, y no sabía lo que era tener que valerme por mí mismo en otra ciudad que yo no conocía.
El primer año de universidad transcurrió con normalidad. Estudiaba, jugaba en el equipo de fútbol americano de la universidad, era la estrella..., hasta que todo se vino abajo cuando llegaron aquellos recuerdos que me atormentan desde pequeño.
Tuve una experiencia traumática con uno de mis tíos maternos en la infancia. Fue algo tan traumático, que mi mente bloquea aquellos recuerdos, y durante mi adolescencia logré mantener en el completo olvido aquella traumática vivencia, pero esos flashbacks mentales regresaron abruptamente cuando estaba iniciando mi segundo año de universidad y...fue una catástrofe.
Mis calificaciones empezaron a caer, y junto con ellas, toda mi vida. Quería ahogar esos traumáticos recuerdos con el alcohol, y me expulsaron de la universidad por ir ebrio a las clases. La droga llegó después de eso. Me inyecté todo lo que se supone que uno no debe inyectarse, yendo desde la cocaína hasta el Fentanilo. Las mujeres...perdí la cuenta de con cuántas estuve. Salí con las modelos y actrices más famosas de los Estados Unidos, pero no llegué a tener una relación seria con ninguna porque ellas sabían que yo no valía la pena para algo a largo plazo, así que simplemente estaban conmigo por el simple hecho de ser guapo, acuerpado y bueno en la cama, porque ni siquiera se fijaban en mí por el dinero, ya que yo dependí de mi papá hasta prácticamente el año pasado. He sido un vividor durante toda mi vida, pero ya basta de eso. Hace cuatro años tomé la decisión de sentar cabeza, y lo estoy haciendo.
Hace cuatro años, mi hermana Chloe quedó embarazada de...de mí. Lo sé, sé cómo suena, pero las cosas no son lo que parecen. Chloe en realidad es mi medio hermana. Nuestros padres en realidad nunca se amaron. Se casaron por mero interés; papá para lograr obtener de manera más fácil la ciudadanía americana, y mamá para poder decir que se casó con uno de los dueños de la marca de café que el 80% de la población mundial tiene en sus alacenas.
Es así que mamá, apenas cumplió con su propósito de darle un heredero a mi padre, se fue de casa —mis papás en realidad nunca han convivido juntos, en parte por el trabajo de mi madre, y porque no soportan estar más de cinco minutos bajo el mismo techo —, y resultó quedando embarazada de un compañero de rodaje, pero le cargó ese bebé a papá, por supuesto, y él solo aceptó reconocer esa paternidad porque necesitaba tener un segundo heredero para “asegurar” la continuidad de la dinastía del café y que el abuelo Fernando le dejara de joder la vida, y nadie más aparte de nosotros cuatro sabemos que Chloe en realidad es hija de un actor que murió hace ocho años en un accidente durante el rodaje de una película de acción y que nunca supo que tenía una hija extramatrimonial.
Chloe y yo fuimos muy cercanos desde pequeños. Ambos fuimos nuestros polos a tierra en una sociedad que estaba muy al pendiente de nosotros por ser hijos de famosos, y cuando no estábamos bajo los focos de las cámaras, corríamos por los pasillos de la mansión, jugando y riendo, sintiéndonos como unos niñ0s normales.
El incesto en nuestra familia ha sido, desde tiempos inmemoriales, algo común, pero, por supuesto, oculto. Mi abuelo Fernando nació siendo el fruto del pecaminoso matrimonio entre dos primos, y mi padre tuvo su cuento con mi tía Lina. Y lo sé, sé lo feo que suena eso; que dos hermanos 100% hermanos hayan tenido una relación amorosa es...algo completamente inconcebible, y aunque lo trataron de ocultar muy bien, yo los vi.
Yo estaba pequeño, pero ya tenía el suficiente raciocinio como para saber qué estaba bien y qué estaba mal. Tenía 11 años, y fue en unas vacaciones de verano cuando me di cuenta de que mi papá y mi tía tenían una pecaminosa relación que iba más allá del amor normal entre hermanos.
Mi tía siempre acostumbraba a ir a visitarnos a nuestra mansión en Miami a mitad de año junto con nuestros primos Carlos y Fernando, y en una noche de esas, me desperté a eso de la una de la mañana con sed, y entonces me paré y fui a la cocina, pero me llevé una gran sorpresa al encontrar a mi tía gimiendo sobre la mesa de centro de la cocina, siendo penetrada por mi padre.
Solo fue un par de segundos que vi aquello, y ellos no se dieron cuenta de que yo los vi, pero fue suficiente para saber que ellos tal vez desde siempre habían mantenido una relación incestuosa como las de nuestros antepasados, y Chloe y yo resultamos repitiendo el patrón.
No pude tener la dicha de ser su primera vez, ya que el idiota del Alonso me ganó, pero sí fui su segundo hombre, y así duramos hasta que ella cumplió 18 años y se fue de casa, pero volvimos a lo nuestro hace unos años, cuando ella se sintió más sola que nunca porque los tipos ya no se estaban fijando en ella por estar llegando a los 30 años y, supuestamente, estar “perdiendo su valor”, y yo también estaba muy mal al salir de rehabilitación totalmente demacrado y vuelto una mi*rda, así que volvimos a pecar, tratando de encontrar consuelo en los brazos del otro, y ella resultó embarazada.
Todavía recuerdo aquel día cuando me di cuenta de que sus náuseas matutinas no podían ser normales. Ambos nos pusimos nerviosos y ella empezó a temblar incontrolablemente, y con el corazón en la boca le pedí que se hiciera una prueba de embarazo. Le pedimos el favor a una de las mucamas de que fuera a la farmacia a comprar la prueba casera, ya que nosotros no podíamos darnos el lujo de hacerlo, no si no queríamos que el chisme se regara de inmediato por todos los tabloides americanos, y cuando la prueba arrojó el resultado positivo, Chloe se puso a llorar. Ella no se sentía lista para ser mamá, mucho menos soltera y siendo ese bebé mío, un hombre irresponsable que todavía seguía dependiendo económicamente de su padre y de lo que le quisieran regalar sus novias, pero precisamente fue ese embarazo el que me hizo querer sentar cabeza de una vez por todas, y fue así que le pedí a mi padre que me siguiera pagando la carrera de negocios.
Dejé todo mi oscuro pasado atrás. Las drogas, el alcohol, las mujeres..., bueno, en realidad eso último no lo he dejado del todo, pero sí me he esforzado por ser ese hombre del que mi hijo se sienta orgulloso, y es así como Justin llegó a este mundo y me conoció siendo un hombre completamente renovado, que está buscando ser cada día mejor gracias a él.
Mi pequeñito tiene tres años, está cerca de cumplir los cuatro, y yo me gradué con honores de la prestigiosa universidad de Harvard el año pasado, con tesis laureada cuyo título fue “El café: más que un negocio, es vida”, en donde tuve que gastar mucho dinero para pagar estudios científicos que tumbaran de una vez por todas ese mito de que el café es malo para la salud. De hecho, es un poderoso antioxidante que ayuda contra los efectos del envejecimiento, y creo que por eso mi familia se ha conservado tan bien. O bueno, la mayoría, ya que mi padre...él tiene cáncer.
Sí. El polémico Ricardo Bustamante tiene cáncer terminal. Se lo descubrieron a finales del año pasado, y no quiso someterse a quimioterapias. Él ya quiere morirse. Ha estado muerto en vida desde que mi tía Lina murió hace 21 años dando a luz a mi primo Alejandro, y tampoco quiere que mi hermana, su nieto y yo lo recordemos en sus últimos meses de vida como un viejo cadavérico y calvo. Creo que ha sido una decisión sabia no haberse sometido a ese tratamiento tan invasivo y preferir morir con dignidad, en la casa de campo que la familia tiene en una bonita finca de clima tropical en la provincia de Santander, que es de donde provenimos los Bustamante.
Los médicos le dieron seis meses de vida a mi papá, y necesito que, antes de que se muera, me vea triunfar como el CEO que él nunca pudo ser, y como el CEO que mi tía Lina hubiera querido que yo fuera, porque ella tenía fe en mí, y siento que le he fallado con mi livin la vida loca.
Me baño, me perfumo y me visto con el elegante traje de Calvin Klein que Chloe me escogió, ya que yo soy muy malo para armar outfits elegantes, y me miro en el espejo de cuerpo completo.
Me veo...me veo como mi tía Lina se lo imaginaba en sueños. Yo apenas era un niñito cuando ella ya me decía que yo sería su sucesor, y que lograría cosas más grandes que ella.
Hoy mi tía no está aquí para ver cómo continúo con su legado, pero me prometí hacerlo de la mejor manera posible por mí, por mi familia, y por ella.