Una mañana más en la vida de Stev le hacía saber que estaba vivo, y aunque no quisiera levantarse para hacerse cargo de un negocio ajeno, tenía que hacerlo desde que tuvo uso de razón. Un recuerdo amargo le asaltó de repente. Le habían enseñado a muchas cosas, no solo el oficio de administrar un negocio, pero todo eso fue porque él demostró interés, sin embargo, su hermana no corría con tanta suerte, ya que el solo hecho de ser mujer la rebajaba tanto que al final del día solo deseaba poder formar parte del mundo varonil, si podía llamársele de alguna manera. Admiraba mucho a Frida, pues había sido la única mujer capaz de desafiar a su padre, cosa que no cualquiera se atrevería, incluso hasta a él mismo le costaba a veces. Una vez que de niño supo cuán malvado era su padre, no pudo vol