Stev se hallaba dentro del auto, con las manos fijas al volante, pero no conducía, solo se había quedado en blanco mirando hacia la nada, desde que por la mente se le pasó que en realidad esa Serena Williams era la misma chica a la que no le había dado tiempo de despedir debidamente, no podía volver en sí.
Unos dos días habían pasado de eso y aún no se recuperaba, no podía.
Le dolía el alma, le dolía el cuerpo, sus sentimientos estaban heridos y no podía alzar cabeza. El día en el que se enteró de la trágica muerte, lo único que quería hacer era comprobar que fuera ella.
Al llamar a sus padres pudo hacerlo, sabiendo que el dolor de la pérdida de una hija debía ser mucho más intenso que el que él estaba presenciando. Apenas y recordaba comer, entonces no quería imaginar cómo estaría la p
