Adiel.
—¿QUIÉN ES?.
—Adiel.
—Ya hablo tio. —escucho como saca la llave, ponen porque Arlli sale como una loca corriendo—. Holaaaa.
—Hola amorcito. —la alzo dándole besitos—. Vine a pedirte un favor.
—¿A miiii?.
—Si, a ti.
—¿Y qué es?.
—Necesito que me acompañes a comprar unas cositas
—¿Cositas?.
—Si, unas cositas, y necesito tu ayuda asi me dices si es lindo o no.
—Esta bien, espea que cambio la lopa.
—Si, te espero. —va corriendo a su habitación y yo voy a la cocina—. Buenas.
—Holis. —le doy un besito a Arlli que esta comiendo—. Hola amor.
—¿Kezi?.
—Se fue a cambiar, la invité a salir.
—Ah bueno, que Arlli no los vea entonces. —voy a la mesada viendo que hace, esta haciendo unos panqueques—. Son para canelones.
—Pucha, crei que eran dulces.
—Vayan a desayunar, Kezi aun no toma la leche.
—Si, la voy a llevar a desayunar y almorzar.
—¿Hoy no tuviste clases?.
—Es sábado.
—Aaaayyy, estoy re perdida.
—Listo tio. —aparece con un jean, remera manga larga, cartera, y en las manos unas botas y campera—. Peo me tienes que ayual.
—Si, yo te ayudo.
—¿A dónde vas Keziah?.
—Tio invitó a salil.
—A bueno, no sabia nada. —le sonrío alzando las cejas porque se divierte—. ¿Llevas platita?.
—Si, llevo mi billetea.
—Bien, a ver, déjame ver cuanto llevas. —le pongo la campera y salimos de la mano, como no tengo silla para ella la subo atras y le pongo el cinturón.
—¿Vamos a desayunar primero?.
—Si, teno hamble.
—Bien, vamos entonces. —vamos cantando alabanzas mientras vamos donde mi tia Kiara a comer que me encanta ese lugar, nos sentamos en el lugar reservado asi comemos tranquilos—. Uuuffff que se ve buenísimo.
—Espero coman delicioso.
—Glacias,
—¿Te ayudo?.
—Si pol favol. —le pongo azúcar a su leche y corto las cosas asi es mas fácil—. Esta me gusta, ¿poemos lleval a Alli?.
—Si, llevamos lo que quieras, y llevamos para los papis asi tomamos mates con ellos.
—Si, van a ponel contentos. —sonrío al verla comer y mira a las personas que llegan—. No conté una cosa, Losa pelio con Loe de los pelos.
—Nooooo.
—Siiii.
Le escucho los chismes que me cuenta de la escuela, me encetaría volver a eso, donde aprendía con alegría no como si fuera a perderlo todo, porque si desapruebo un parcial me como la cabeza pensando que hice de mal, mis papás tienen razón, me lo tomo demasiado enserio, como que si no apruebo soy un perdedor, y de hecho me siento asi y no puedo evitarlo, me siento de esa manera aun en el fútbol, si no llego a mi meta me frustro tremendamente, mis primos me dicen que me falta una buena cogida, y debe ser asi porque tengo casi veintidós y ni siquiera un beso eh dado, me eh ilusionado, si, varias veces, hace dos años creí que iba a poder tener algo con una chica de la iglesia que me mandaba mensajes, hablábamos por mensaje y resulta que un día llegó con su prometido y ahora casados, y me dije, no tengo que ser mas asi, porque el día que llegue la chica ideal voy a creer que me va a descartar como siempre me descartaron por ser demasiado tímido y ocupado, creo que esas dos cosas juntas no van, pero ahora quiero volver a apostar, no eh visto que Carla me tire honda, pero no tiene novio y la encuentro bellísima, esas dos cosas juntas me dan pie a que la encare por asi decirlo.
—¿Aca venimos pol legalo?.
—Si, quiero que me ayudes a elegir todas las cosas mas hermosas que veas, te puedes llevar tambien, pero no sé de cosas hermosas y tu si. —la tengo de la mano y me mira achinando los ojos.
—¿Tienes movia?.
—Si, pero secreto, ¿puedes guardar ese secreto por favor?.
—Pelo a mamá teno que decil todas las cosas, ¿qué le digo?.
—Mmm, que el tio esta enamorado y le hizo regalo a una chica.
—Si, yo digo eso.
—Bueno, entonces, ¿Qué llevamos?.
—¿Le bustan tooos cololes?.
—Si, pero iguales a los que a ti te gustan.
—Bueno, mmmm. —mira toda la librería a la que vinimos, agarro un canasto esperando a que me diga donde vamos—. Vamos plimero pol cuadelnos lindos.
—Yo te sigo, tu pon todo lo que veas lindo y lo que te guste.
—Mila, son pleciosos. —hay muchos cuadernos con diferentes diseños de todas las formas—. ¿Tu movia va a la espuela?.
—Si, va conmigo.
—Bueno, esto es muy plesoso, vamos a lleal. —pone unos cuadernos y libretas—. Vamos pol pega pega.
—¿Eh?.
—Mila, yo enseño.
Elige muchísimas cosas que no tengo idea para que sirven, pero no digo nada porque la verdad que el mundo de las mujeres no lo entiendo, creo que es demasiado difícil entenderlo, y lo digo por experiencia de salir a comprar con mi mamá y hermanas, no, eso si que no lo quiero, por eso cada cosa que elige Kezi lo mete y yo no digo nada aunque no pregunto para que sirve, hasta unas gomas de borrar con formas y lápiz de colores súper raros, no sé si para Carla o para ella, pero bueno, cosa de ella.
Al llegar a la casa le saco el cinturón y ella desde adentro me va ayudando a meter las cosas de Carla en unas bolsas, son tantas cosas que en diferentes momentos voy a tener que darle, y en una bolsita toda floreada mete lo que ella se eligió.
—No, este pala tu movia.
—Oh, creí que para ti eran. —son las gomas de borrar con formas, en una bolsa meto de formas de frutas y verduras, otras de animales y otras de flores—. Bien, ya metí en cada bolsa una, ¿Qué mas pongo?.
—A vel. —mira las bolsas y señala una—. Esta no tiene montón de cosas, mmm, esta pon.
—Es tuyo amorcito, compro otra cosa.
—No no, pon, va a bustal. —me sonríe muy segura—. Papá cuando le legala a mamá cosas se dan besitos, tu movia va a dal besitos.
—Esta bien. —son unos sticker de una chica tipo vintage.
—¿Qué hacen?.
—AAAAGGGGG. —me giro viendo a mi papá, con Kezi gritamos del tremendo susto.
—Bueno che, ¿Por qué gritan asi?.
—A sustaste papi.
—Oh mi Señor, que sustazo me pegué.
—A mi colazon late juelte.
—¿Qué esconden que tanto se asustaron?.
—Nada. —me mira con los ojos gigantes—. Tlajimos pala los mates.
—Mmmm, yo veo muchas bolsas y no son para los mates. —la bajo y cerramos la puerta apoyándonos—. ¿Qué ocultan?.
—Ay papi, que sapo que eles, no pleguntes cosas.
—Bueno, no pregunto, me pareció curioso.
—Vamos a mostlal a mami que complo el tio, —me mira sonriendo y se lo lleva de la mano—. Gualda cosas tio.
—Si, gracias Kezi. —guardo todo en el baúl por las dudas y salgo del garaje general que tiene mi papá, decido llevarme la llave, siento como que alguien va a ver las cosas y me voy a avergonzar—. Hola mami.
—Hasta que apareces, ¿Dónde estabas?.
—Salimos con Kezi. —Kezi me hace señas de silencio.
—¿Qué hicieron que tanto secreto?.
—Complamos cosas. —pongo las cosas que trajimos de la panadería en la heladera porque aun no es hora de la merienda.
—Eh, llegaste, con Eli decíamos de hacer un picadito de caño patada.
—Ya empiezan. —mi mamá nos mira a los dos media enojada—. Juegan a eso y no quiero peleas, se la bancan.
—¿Qué son esas palabras que usas mujer?.
—Bueno, me voy a cambiar y vamos. —salimos con Benaias y Elias esta con la pelota haciendo juegos—. Ey.
—Al fin, no daba mas.
—Bueno, a no llorar. —salto moviendo las caderas asi caliento y me rio viéndolos preparándose.
—Tu no llores, despues vas ahi con mamá quejándote.
—NO NOS METAN A NOSOTROS. —se sientan afuera a ver, creo que es para que no nos agarremos a las trompadas que suele pasar cuando jugamos a esto, comenzamos a jugar empujándonos y dándonos codazos.
—AAAGGGG BENAIAS. —con Elias le damos unas patadas hasta que agarra la pelota.
—AAAAAAHHH MIERDA. —me alejo riendo porque eso fue declararnos la guerra—. Ahora van a ver idiotas.
—Vamos capo, metele.
—Te haces el piola ahi, —Elias lo mira sobándose las manos.
—Ey, no avisaron. —Sefo deja a Samu con mis papás y viene—. Quiero jugar, ¿con quién voy?.
—Estamos jugando al caño patada, despues jugamos.
—Uuuhhh, eso es no, van a terminar a las trompadas.
—YA LES DIJE QUE SI PELEAN LOS AGARRO CON EL CINTO.
—Dale maricon, deja de acerté el boludo ahí, ven a jugar.
—Benaias ya empezó.
—Los voy a partir van a ver.
*****
Carla.
En la sala silenciosa lo espero a Adiel nerviosa, le traje unos chocolates de regalo, no sé si come porque siempre compra y me los da, no lo eh visto comer ninguno. Acomodo la mesa pensando en que me pone nerviosa, nunca me había sentido asi, aunque a la vez me siento una estúpida, sinceramente nunca creí que podía decirlo porque no, soy una tonta, pero nunca crei que un hombre fuera hermoso, y Adiel para mi lo es, y a parte es fachero, es un muchacho bien vestido y bien educado, amable en extremo y como dijo, aguantaba y explotaba, lo vi realidad cuando me hablaba de sus primos molestando a su sobrina, y la cara que puso cuando el otro día la parejita que estaba aca intimando dijeron si nos podíamos ir, lo miraba con tanta intensidad que creí que se iba a parar a darle un golpe, capas que no es de los muchachos que pelean por eso se quedó callado, pero lo miró tan duro que ahí fue cuando se fueron, tiene ojos azules, labios gruesos, mandíbula marcada, manos grandes y muy varoniles, tiene...
—Hola. —salto del susto donde no me di cuenta—. Ow, perdón, no queria asustarte. —deja las cosas en la mesa y me paro asi lo saludo, pero me abraza, es un instante, pero super incómodo para mi que no estoy acostumbrada a los abrazos—. ¿Cómo estas?.
—Bien gracias, esperándote.
—Se me hizo tarde, no queria llegar tan tarde.
—Hasta bañadito vienes.
—Si, estaba entrenando y se alargó, me bañé super veloz.
—¿Entrenas mucho?.
—Si, bastante, —me da risa porque hace gestos con la cara mientras se toca el pecho—. Quiero quedar grandote por eso entreno y como bien. —alza el brazo oliendo su axila y me mira frunciendo las cejas—. No me puse perfume, no me dijiste nada mala.
—¿Cómo lo diría? Creo que es como una humillación decirlo.
—Naaaa, que va. —saca de la mochila un desodorante y se pone—. No tengo perfume aca, en el auto dejé y cuando vayamos a comprar para comer me pongo.
—Bien, entonces hasta ahí me aguanto el olor.
—Aagggg. —pone una mano en su pecho fingiendo dolor—. Eres malvada mujer. —trabajamos con lo que quedamos y le paso los resúmenes de la clase teórica que faltó, no me molesta pasarle las cosas porque pone todo de él para hacer las cosas, si fuera un abusivo como otros que pretenden que les pases todo sin hacer nada, no me tomaría el esfuerzo de siquiera estar acá hablando con él.
—Hola chicos, disculpen, llevo sanguchitos de milanesa, y ensalada de frutas.
—¿Comemos eso preciosa?. —quedo como una tonta por el apodo pero asiento—. Dame dos y dos.
—¿Aderezo?.
—Si, mostaza, ¿Tu?.
—Kétchup.
—Llevo gaseosas, las tengo en una conservadora adelante donde es pesada.
—Ah buenísimo, dos jugos entonces, los dos de pomelo. —el chico va a buscar las bebidas y Adiel saca plata, aprieto mis manos con fuerza donde me pone incómoda que pague y encima me deje elegir, y comida que no sale dos pesos, es comida cara—. ¿Y esa cara?.
—No, nada.
—Bien chicos, aca tengo. —alejo mis cosas asi comemos, abre mi jugo acercándolo a mi.
—¿Estas bien?.
—Si, ¿por?.
—Tienes una cara tremenda.
—Pensaba en el parcial que viene, estaba pensando que debo repasar mas y que me olvidé.
—Vas a promocionar como vienes haciendo, eres una genio. —come del sanguche mirándome—. ¿Ponemos música?.
—Si, pon.
—Pon tu, yo tengo puras alabanzas o melodías para dormir.
—¿De verdad?.
—Si, no me funciona eso de llegar cansado a la cama y me duermo, me cuesta un poco, pongo unas melodías tranquilas que encontré y me duermo.
—Bueno, me da vergüenza poner.
—¿Y eso?. —hasta tomar jugo es sexi, mi Dios, estoy mal.
—Me gusta algo que a nadie le gusta.
—¿Qué? ¿Tango?. —comienzo a reir porque es lo que a él no le gusta—. ¿Reggaetón? ¿Cumbia?.
—K-pop.
—¿Música asiática?.
—Si, y a nadie le gusta.
—Bueno, no puedo decir que algo no me gusta si nunca lo probé, bueno, hay algo que nunca lo voy a probar y nunca me va a gustar.
—¿Qué?.
—Mi colita. —me llego a quedar sin aire de la risa que me da, me mira sonriendo sin dejar de comer en como lucho por aire como una foca—. Asi son las cosas.
—Si, —me seco las lágrimas sin dejar de reir—. Jamás crei que ibas a salir con esas.
—Pero se te fue la tristeza.
—¿Por eso lo dijiste?.
—Porque es algo que jamás va a pasar y porque queria verte sonreir, —lo miro sonriendo—. Eres muy bella cuando sonríes. —me mira fijo a los ojos cosa que me pone muy nerviosa.
—Chicos. —saltamos del susto mirando a la puerta—. ¿Esta ocupado?.
—No, pasen, nosotros nos íbamos. —se para guardando las cosas y lo imito aunque no probé bocado—. Ven, vamos.
—Si. —me lleva de la mano casi corriendo—. ¿A dónde vamos?.
—Quiero aire libre, me estaba doliendo la cabeza ahí dentro. —vamos al césped donde se sienta y se tira para atras sonriendo—. Ven, acuéstate aca. —me acomodo mirando el cielo—. Que lindos colores creó que el señor, cuando veo la naturaleza mas me asombro de mi señor.
—Yo igual, hay cosas que no tienen explicación. —quedamos en silencio un buen rato.
—Terminemos de comer asi nos vamos.
—Pero vamos y comemos en nuestras casas. —gira la cabeza mirándome, no puedo evitar morderme el labio inferior y él se chupa los labios.
—Si, vamos. —en silencio vamos al estacionamiento, llegamos a mi auto donde vuelvo a sonreír.
—Bueno, ¿mañana vienes?.
—Si, tengo que meterle hasta el viernes porque me voy de viaje y vuelvo en cuatro días, voy a llegar muerto.
—Buenísimo, le metemos con todo entonces.
—Oh, espérame aca que voy a buscar algo a mi auto. —subo las cosas al auto y lo espero, viene corriendo con una bolsa de papel bastante grande—. Te traje un regalo, espero te guste.
—¡Wou, no me lo esperaba, gracias!.
—Entonces nos vemos mañana,
—Yo tambien te traje algo aunque ahora me da vergüenza dártelo. —saco de la mochila el chocolate—. Yo... No es nada. —agarra mis manos sonriendo.
—Gracias, no me lo esperaba. —me da un beso en la mejilla sonriendo—. Nos vemos.
En el auto me quedo un buen rato en la nada, pensando en todo y a la vez en nada, agarro la bolsa sonriendo al abrirla, hay tres cuadernos de tapa dura preciosísimos, salen una fortuna estos, lo sé porque siempre quise y me consolaba diciendo que cuando tenga mi trabajo voy a usar solo de estos, hay biromes de colores, resaltadores con colores que no sabia que existían, marcadores, gomas de borrar de formas preciosas, unas cintas con diseños, pegatinas, stickers, y no puedo frenar las lágrimas, me siento una idiota, esta siendo amigable y yo creo cualquier cosa, me agradece el que le explico bien y yo creyendo que me esta conquistando, apoyo la cabeza en el volante diciéndome que mas miserable no puedo ser, un poco de afecto me tiene asi, me siento como un perrito de la calle, que le soban el lomo y ya tienes su lealtad.
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