Mientras la búsqueda se realizaba sin ningún resultado todavía, Melania, era alistada para ser sacada del país, con un nuevo destino que aun ella desconocía en vista de que seguía inconsciente.
Pasadas siete horas, faltando una más para llegar a EE.UU. En el avión privado de Antonio, Melania despertaba, destacando en su rostro el daño provocado, a su vez que se encontraba adolorida por los golpes que este había propinado.
— ¿Dónde estoy? ¿Quién eres? —preguntaba una amnésica Melania, reflejando por la manera en la que sujetaba su cabeza el dolor que la aquejaba en esos momentos
—¿De qué hablas Melania? que tonterías son esas, ¿haces ahora que no me conoces?
— ¿Quién es Melania?
—¿Estas tonta o qué? —refería este en un tono que evidenciaba su molestia
—¿Quién eres? ¿Cómo me llamo? —preguntaba alterada
—Te llamas Melania ¡¿Qué?! ¿Ahora lo olvidaste?
—No sé quién soy, ni que hago aquí
— ¿Será que te golpee tan fuerte que olvidaste todo, Melania?
—¿Asi me llamo? ¿Melania? ¿Ese es mi nombre? y tu ¿quién eres? no me agrada tu presencia, no sé por qué
—Tranquila, no te toque como piensas, aunque me provocaste mucho cuando quedaste inconsciente. Me llamo Antonio, y es lo único que necesitas saber
—¿A dónde me llevas? ¿Porque estoy contigo?
— Digamos que soy tu vendedor, y tu mi mercancía, ya no serás quien eras
—¿De qué hablas? ¿Qué me paso? ¿Tú me golpeaste?
—¡Cállate! Si quieres seguir con vida haz lo que te ordeno, no quiero seguir escuchándote —estando cerca sujetaba mi rostro con tal brusquedad que acrecentaba mi dolencia.
Al mirarlo de mis ojos brotaban densas lágrimas. No entendía porque me hacía daño, ni porque no recordaba nada, era como si hubiese olvidado todo, inclusive mi nombre...