Narra Eva.
Desde que estaba bajo la tutela de mi tío nunca había estado contento con mi apariencia física. Hace un año, después que uno de sus invitados me llamó monstruo por mis cicatrices, me puso en cautiverio, encerrada sin salir de casa. Básicamente me prohibió que alguien me viera. Había un guardia que no tenía más remedio que vigilarme constantemente. Él me había abofeteado muchas veces cuando me escapaba al jardín, ni siquiera tenia permitido estar ahí, me golpeaba hasta con cualquier cosa que encontrara, ya que era un hombre violento, como la mayoría de los esposos de la mafia. Extrañaba a mis padres, lloraba por las noche por mi vida de miseria, pero este mundo de la mafia estaba llena de monstruos y mi tío era uno.
Tobías estaba muy cerca de mí sin decir nada. Él simplemente me miró fijamente.
—Quieres saber si soy virgen, ¿es eso?—dije, quizás por ser enemigo de mi tío Tobías no le creía—.No tienes que preocuparte, soy virgen. Estoy bastante segura que sientes mucha lástima por tener que conformarte conmigo—agregue.
—¿Dije una vez que me estaba conformando?—preguntó él.
—Claro que si, lo puedo ver—contraataque—.Solo dime exactamente lo que quieres—pregunte.
Él sonrió.
—No estás acostumbrada esto, ¿verdad?
—¿A qué?—interrogue.
—Tener que ser amable con los hombres—dijo, luego pasó junto a mi y yo me tense, me giré para mantenerlo en la mira.
—No sé a qué te refieres.
—Esta novedad de matrimonio es nuevo para ti. Imagino que tu tío te ha mantenido aislada.
—A él no le agrado. Le doy vergüenza, lo humillo demasiado —respondí —.Este matrimonio entre nosotros podría ser fácil o difícil—agregue—.La única razón por la que este matrimonio sigue adelante es porque nuestras familias no pueden tomar otro baño de sangre. Odias a mi familia y mi familia odia la tuya. Tú y yo no somos más que peones —comente viéndolo.
—¿Me odias?— preguntó, dando un paso hacia mí.
Me quede perfectamente quieta, tensa, mirándolo, esperando que me golpeara como lo solía hacer mi tío.
—No te conozco, pero sé de lo que eres capaz —respondí.
—Lo dices por los rumores sobre mí ¿verdad?
Él se estaba acercando, y con cada paso que daba, mis nervios crecían. No sabía lo que él quería de mi y eso me aterrorizaba más que cualquier otra cosa. No me importaba que me sometiera, yo ella estaba acostumbrada. La reputación de Tobías hablaba por si sola, era suficiente para que cualquier persona temblará de miedo.
—No sé a qué te refieres. Escuché todo tipo de rumores sobre ti y, sin embargo, aquí estoy. No veo nada malo en ti —dije con el ceño fruncido. Estaba de mal humor, esta misma mañana, mi tío me había arrojado un plato de comida en el desayuno, se había molestado por algo que mi primo de siete años había hecho como una travesura, este pequeño era un verdadero diablo y me metía en problemas siempre, yo solo era un estorbo por lo tanto no tenia caso defenderme—.Creo que es hora de que regresemos al despacho con los demás—dije, trate de pasar junto a él, pero él me tomó del brazo y me atrajo hacia su pecho.
—Conociéndolos, todavía no han terminarán con las negociaciones—dijo él.
—Quítame las manos de encima—dije al sentir su presión contra mi, aunque me quedé algo sorprendida por lo musculoso que se sentía. Pero con toda esa fuerza, todavía no me lastimó. No hubo dolor en su toque. Hice una pausa, sin tratar de luchar contra él—. Se supone que no debes tocarme—le recordé tratando de encontrar las palabras adecuadas para decirle que se alejara, pero no tenía nada—.No hasta después del matrimonio—dije finalmente.
—¿De verdad crees que a nuestras familias les importaría en este momento? Serían más felices si te follara ahora mismo y pusiera a mi bebé dentro de ti —pronunció sin ningún tacto. Lo miré y tiré de mi brazo. Para mi sorpresa, me dejó ir. pero no me escape, me quede ahí— .No deberías estar hablando conmigo así—le mencione.
—¿Quieres que te trate como si fueras tonta?
—¡No!—esa palabra salió de mi antes de que pudiera detenerla—.Deberías tratarme con respeto. Yo seré tu esposa. No tu puta—le aclaré.
—No estoy pidiendo una puta, pero si quieres una vida como la de nuestras familias, dímelo ahora—preguntó él.
Respire hondo y lo miré.
—¿Qué?—dije—.No deberías estar hablando conmigo así. No tengo experiencia con hombres —volví a decir viendo hacia la puerta quería salir de ahí.
Pero él dio un paso hacia mi, pero esta vez yo me aparte de él. Sin embargo, Tobías siguió acercándose, mi espalda chocó contra la pared, me tenia acorralada. Él puso sus manos a ambos lados de mi cabeza, inmovilizándome contra la pared.
—¿Quieres un matrimonio en el que no me importes? Te trataría como basura. Conseguiría una amante como lo hacen todos, te golpearía, pero sobre todo solo te usaría para dar a luz a mis hijos—mencionó.
La imagen que me interpretó me hizo llorar. La mayoría de las mujeres de nuestro entorno vivían esa misma pesadilla. Quizás por eso me tío me trataba así, para ir acostumbrándome a ese tipo de trato, como un infierno eterno ¿ ese era mi futuro?
—Si me disculpas, debo irme— pude decir, me ponía nerviosa, pero él no se movió.
—¿Estás tratando de huir de mi?—dijo él observándome.
¡No!—solté las palabras, y esta vez, trate de taparme la boca. Toda mi vida había sido entrenada en cómo debería comportarse con hombres como Tobías. Mi tío seguramente me pondría el cinturón si me escuchara en este tono.
—Parece que si—murmuro cerca de mi boca.
Miré a este hombre gigante. Había escuchado tantos rumores sobre él. La mayoría de ellos eran malos, pero no había duda de la atracción que sentían muchas mujeres por él. Muchas féminas en mi mundo me envidiarían, y sabia que no pasaría mucho tiempo antes de que me convirtiera en el objetivo del odio. No era la mujer más querida. A mis dieciocho años, había sido la primera mujer sin un matrimonio ya concertado, ya que era tradición que las mujeres se casaran entre los catorce y dieciséis años. Estaba acostumbrada a palabras rencorosas y no de seducción.
En ese momento alguien entró.
—Señorita Eva, señor Spencer. Los esperan en el despacho—nos informó uno de los guardias.
Aproveche a separarme de Tobías, no podía imaginarme como seria nuestro encuentro intimo una vez que estuviéramos casados.